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Coronavirus en Córdoba: El silencio de una Córdoba inmersa en el estado de alarma

Coronavirus en Córdoba: El silencio de una Córdoba inmersa en el estado de alarma

El bullicio ya no existe y esta ciudad parece distinta. Ya no se escuchan los gritos de los niños que salen al mediodía por las puertas del colegio, o los temas de conversación de esos chavales que pasan el recreo reposando sobre un banco de la plaza de las Tendillas.

No hay un ir y venir en las tiendas de las calles comerciales y sus puertas están cerradas y en la zona histórica, quién se lo podía pensar, no hay ni un turista admirando la belleza de la Mezquita-Catedral.

No hay más que silencio en Córdoba, el impuesto por el estado de alarma para frenar la expansión del coronavirus y que la propia ciudad cumple en un ejercicio de responsabilidad.

Solo las mangueras de los operarios de Sadeco se escuchan por los barrios, mientras esos trabajadores desinfectan cada día las calles, y el piar de algún que otro pájaro rompe ese silencio que, seguro, abrirá las puertas, más tarde que pronto, al bullicio que Córdoba merece.

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