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  • La Corredera, la Ribera o plazas como las del Zoco son tomadas por cientos de cordobeses al caer la tarde, cuando los bares deben recoger sus terrazas y los comercios cerrar

Córdoba reconquista sus espacios más emblemáticos

Un joven en patinete en La Corredera. Un joven en patinete en La Corredera.

Un joven en patinete en La Corredera. / Miguel Ángel Salas

La sugerencia del día en la Corredera después de las 18:00 ya no es flamenquín o croquetas con una caña, a partir de esa hora los hosteleros que dan vida a la plaza deben desmontar sus terrazas y cerrar sus persianas por orden de la Junta de Andalucía, en un intento de contener el virus. Pero la Corredera no muere, ya tiene quien le dé una nueva vida.

A partir de esa hora son muchas las familias cordobesas que deciden aprovechar una situación inédita: la Corredera al completo para ellos. Los niños corren, juegan, los jóvenes llevan sus patinetes y bicicletas y los padres no se preocupan demasiado por la salida inesperada de coches o por el peligro, ya es una zona tomada por el peatón al caer el atardecer.

Algunos de los viandantes sueñan con que así fuese siempre, mientras que otros no hacen más que extrañar el ambiente de cañas, tapas y amigos que solía haber en el lugar. Es una doble opinión que se repite entre los cordobeses, que apelan también a la convivencia de las dos formas de vida: el paseo familiar y la supervivencia de los bares.

Personas mayores y jóvenes dan un paseo por La Corredera. Personas mayores y jóvenes dan un paseo por La Corredera.

Personas mayores y jóvenes dan un paseo por La Corredera. / Miguel Ángel Salas

Uno de ellos es José Rafael Giménez, vecino de la zona que aprovecha que también debe cerrar su tienda a las 18:00 y va con su familia a la plaza. Para él, poder aprovechar el enclave sin las terrazas se ha vuelto una rutina. Jóvenes en patinetes, parejas paseando a sus mascotas y niños con sus juguetes como si del día de Reyes se tratara, el ambiente de la plaza se convierte en algo mucho más familiar.

Sin embargo, González admite que “la atmósfera de este lugar vacío a veces es triste, se nota también el desgaste y olvido que tiene el lugar, que si no fuera por su gente, el comercio y los bares, no se vería tan bonita”, critica. A esa hora solo queda abierto el kebab, que hace envíos a domicilio, un par de farmacias y una lavandería de autoservicio.

Pero la Corredera no es el único enclave en Córdoba que cambia después de las 18:00, cuando ya las mesas y sillas de las terrazas están apiladas en un rincón. Ocurre en muchas otras plazas o incluso avenidas de la capital. Por ejemplo, en la plaza del Zoco, que queda totalmente libre para el disfrute de los más pequeños.

Uno de los vecinos de la zona asegura que, por el espacio amplio de la plaza, la convivencia entre las terrazas de los bares y el paseo familiar es posible en el Zoco, pero admite que en zonas más estrechas, como pueden ser las calles del centro y de algunos barrios de la capital cordobesa, la situación “es más hostil” . “El problema es de espacio, muchos bares son muy pequeños para albergar tantas mesas dentro y, con el tema del coronavirus, también es mejor aprovechar el aire libre”, afirma y asegura que las medidas restrictivas “están haciendo que la gente se concentre a mediodía o incluso salga mucha gente de paseo por la noche”.

Cientos de cordobeses caminan por La Ribera cada tarde. Cientos de cordobeses caminan por La Ribera cada tarde.

Cientos de cordobeses caminan por La Ribera cada tarde. / Miguel Ángel Salas

Para los hosteleros y los comerciantes la situación no es tan fácil. Aunque la Corredera es un espacio que los cordobeses suelen visitar, a los restaurantes y bares de zonas como la Ribera les hace falta el turismo para subsistir. Cientos de personas toman esa vía después de las 18:00 para caminar, hacer ejercicios o dar un paseo. Lo mismo ocurre en el Puente Romano, una zona turística que ha sido reconquistada por los cordobeses al caer la tarde.

Si se camina por la Judería la situación es menos alentadora. Sin los turistas, los alrededores de la Mezquita están desolados, la mayoría de sus tiendas se mantienen cerradas y los cordobeses ya no hacen vida en la zona. 

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