"Córdoba perdió el tren de convertirse en un referente sanitario de Andalucía"

Serafín Romero. Presidente de la organización médica colegial

Este médico rural de familia reivindica la importancia de la Atención Primaria y demanda que en las facultades haya una asignatura o cátedra dedicada a esta especialidad

Serafín Romero, antes de la entrevista. / Reportaje Gráfico: Barrionuevo
Ángela Alba

07 de mayo 2017 - 02:34

El doctor Serafín Romero (Sevilla, 1957) es, desde comienzos de este año, el presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), la institución que se encarga de ordenar y representar a la profesión. Romero, que también ha sido presidente del Colegio de Médicos de Córdoba (2007-2009), es especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y ha sido director de la Zona Básica de Salud de Posadas. Precisamente en esa localidad comenzó en 1983 su andadura como médico de Atención Primaria, una especialidad que considera "impresionante" y que contiene la "esencia" de lo que cualquier médico debe ser.

-¿Qué objetivos se plantea al frente de la OMC?

-Como línea de actividad importante ahora mismo nos preocupa el estado en el que está el sistema sanitario público en todo el país. Estamos en la obligación de defenderlo porque queremos legárselo a nuestros hijos y nietos. El otro gran tema que nos preocupa es la precariedad de los profesionales sanitarios, en especial de los médicos, que se están viendo abocados a coger las maletas para irse fuera, bien porque no hay plazas por la tasa de reposición, o bien porque las condiciones de trabajo no son las más llamativas para unos profesionales que han pasado duras pruebas.

-¿Qué valoración hace de la sanidad pública andaluza?

-Nosotros como andaluces hemos tenido a lo largo de muchos años la suerte de tener un sistema sanitario público muy avanzado en aspectos donde otros todavía no estaban llegando. Hemos pasado de tener una alta satisfacción a producirse quiebras como listas de espera, la situación de las Urgencias o los no contratos en Atención Primaria, que posiblemente han hecho que los andaluces quieran defender el sistema público. Creo que hay que hacer un gran esfuerzo. Desde Andalucía hay planteados dos grandes proyectos: uno es el cambio en la Atención Primaria y el otro una ley para blindar nuestro sistema sanitario público. En ambos es imprescindible tener dinero porque sino las leyes se quedan en el papel, pero además hay que hacer una apuesta por los profesionales.

-¿Se diferencia la sanidad cordobesa de la del resto de Andalucía?

-En Córdoba perdimos en su momento la oportunidad de convertirnos en ciudad sanitaria andaluza. Reuníamos condiciones para ello; teníamos buena comunicación, y tenemos un hospital que era referencia en múltiples servicios y en el ámbito de donación de órganos especialmente. Aún seguimos a la vanguardia de muchas cosas. Por otra parte, no podemos seguir tanto tiempo esperando cosas que no caen, como hospitales privados. Estamos perdiendo oportunidades ante otras ciudades. Yo sigo siendo positivo, pero sí creo que Córdoba perdió el tren hace unos años de convertirse en referente sanitario de Andalucía. Aún así, seguimos manteniendo un nivel aceptable.

-¿Cree que se da demasiado bombo a los trasplantes en detrimento de otras especialidades?

-La fascinación de los profesionales por la tecnología y por actividades que hace unos años eran impensables ha derivado a que lo más importante sean los trasplantes. Ese ámbito nos ha hecho tener sensación de pertenencia a nuestro sistema. Creo que hoy en día cualquier cordobés se siente muy cercano a nuestro hospital de referencia, y creo que lo que nos ha unido es el hecho de los trasplantes. Por otra parte, alguien como yo, que es médico de familia rural, sabe que lógicamente se hace muy buena medicina en la Atención Primaria. Posiblemente parte de lo que se puede hacer en el hospital se debe a que Atención Primaria está cubriendo la parte asistencial que le corresponde. Esto es algo que no podemos perder porque sino el hospital no va a poder con todas las demandas. Tenemos unos profesionales magníficos y que desarrollan una parte fundamental de la actividad del médico, que es la parte de la afectividad; esa tan necesaria. Uno tiene que sentir también la medicina del afecto, de la escucha, de la empatía; esa es la medicina de la Atención Primaria. Y esos profesionales sufren las consecuencias derivadas de la crisis. No todo es trasplante. Habría que preguntarse qué pasaría si no tuviéramos esa puerta de entrada que nos trata, nos conoce, nos da afecto y, sobre todo, cuando las cosas no tienen solución, nos va a acoger. En Córdoba tenemos grandes profesionales y hay que echarles una mano.

-Hasta el octavo día de petición de los MIR se habían cubierto sólo el 41,7% de las plazas disponibles de Atención Primaria. ¿Está denostada esta especialidad?

-Esto tiene un análisis poliédrico. Lo que está claro es que si nuestros licenciados no cogen de entrada familia es porque hay algún problema. Cuando uno lo analiza, lo primero que hay que preguntarse es si existe una asignatura o cátedra de medicina de familia en nuestra facultad, y la respuesta es no. Ni existe un conocimiento por parte de nuestros estudiantes del ámbito de la Atención Primaria, por lo que el contacto que se tiene acaba siendo de laboratorio y hospital. Se pasa de forma rápida por un centro, y posiblemente en los peores momentos, como son vacaciones o verano. El segundo gran problema es que hay que hacer atractivo el entorno donde uno va a trabajar. Si a mí alguien me hubiera dicho que mi futuro, una vez que acabara los estudios, era irme a un pueblo, le hubiera contestado que no estudiaba Medicina. El entorno tipo House, hospital, diagnóstico, la bata, fonendo colgado, cirugía y tecnología está en el hospital. Habría que acercar el diagnóstico con tecnología al ámbito de primaria como por ejemplo haciendo ecografías o retinografías. Otra parte está relacionada con lo laboral. El entorno en la Atención Primaria no es mejor que el del hospital, y está más castigado por la crisis. Lo último pero no menos importante es la percepción que damos los propios profesionales que trabajamos en medicina familiar sobre esta especialidad. Si transmito una situación de queja continua y no soy capaz de sentirme satisfecho en mi entorno de trabajo, posiblemente estemos haciendo que esto no haya quien lo compre, entre ellos los residentes. Para alguien que ama la medicina de familia como yo, el principal entorno es el que uno establece con sus pacientes y sus familias.

-¿Qué se podría hacer?

-Hay que recobrar a ese médico humanista capaz de tener espacio y tiempo. Esto es esencial para que se pueda vender la Atención Primaria. Y habrá que hacer una discriminación positiva: si la gente no lo solicita, habrá que darle algún tipo de atractivo, que en lo profesional suele ir ligado a la remuneración y el reconocimiento profesional, lo que pasa por ejemplo por dar más puntos. Hay que tomar medidas urgentes porque ya vamos tarde y lo que ha ocurrido ahora no deja de ser lo que ha pasado en los últimos años. En la época en la que había más plazas que médicos, sobraban siempre de medicina de familia y las acababan cogiendo los profesionales que venían de Sudamérica, algunos sin tener ni la competencia de nota suficiente. Quizás nosotros mismos, los que trabajamos en ello, hemos hecho menos atractivo todo lo que tiene esta especialidad, que es impresionante: si uno quiere conocer a la persona en lo más profundo de su ser y echar una mano, no hay un entorno mejor que la Atención Primaria porque uno es capaz de ver a alguien desde que nace hasta que se muere, desde cuando te necesita porque tiene un problema orgánico a cuando tiene un conflicto y no hay nadie que lo escuche. Eso es la esencia de ser médico, pero no todo el mundo piensa lo mismo.

-¿Deberían ser más reivindicativos los médicos?

-Generalmente somos reivindicativos, pero otra cosa es que nos escuchen. Somos muy reivindicativos para nuestros pacientes, y esto va en nuestro código. Nuestro tipo de manifestación o huelga tiene que ser sin dejar a nadie sin atender, y eso lo saben nuestros dirigentes. Después, es verdad que tradicionalmente se nos tiene poco respeto. No a los médicos, sino a los sanitarios, por eso hemos tenido en los años de democracia 20 ministros para 30 años de ministerio, por lo que quien tiene que tomar determinaciones en estos temas no tiene continuidad.

-¿Cree que algunos médicos se cortan por miedo a represalias?

-Eso está más en el entorno de la relación laboral. Si alguien no tiene una plaza en propiedad o está con un determinado tipo de contrato, es posible que tenga más dificultades a la hora de denunciar algo. También hay muchos compañeros que somos propietarios de plaza y podríamos reclamar más. Pues sí; posiblemente algunos son más conservadores. Creo que en el entorno de la representación profesional se podría hacer más, pero sí que se es reivindicativo. Por otra parte, tenemos muchos compañeros que han dado un paso al frente a la hora de denunciar el tema de las agresiones, algo que no era fácil. Una cosa es comunicar que has sufrido una agresión y otra es denunciar, porque a veces tienes al agresor o su familia de forma continuada en la consulta si estás en el ámbito rural.

-¿Cree que el Hospital Reina Sofía está estancado?

-Estancado en lo que se llama funcionamiento y desarrollo profesional, no. Aquí sigue habiendo actividad asistencial puntera e investigación y formación. Sin embargo, nuestro hospital necesita mejora. Todo el plan director está parado desde hace mucho tiempo. Se han hecho algunas cositas, el tema del Imibic, algunos arreglos en Urgencias, y pare de contar. Sí, nuestro hospital se ha quedado muy atrás en el aspecto estructural y necesitamos que el plan director se cumpla. Córdoba está demasiado habituada a tener muchos retrasos.

-En los últimos meses el ambiente está caldeado en la sanidad pública andaluza hasta el punto del surgimiento de las mareas blancas. ¿Cree que tienen recorrido estos colectivos?

-Las mareas blancas son una forma de manifestación ciudadanas, pero éstas no tienen nada que ver con la que hubo en Madrid, que fue contra un plan de privatización de la sanidad. Aquí ha sido diferente. Lo que hay es un gran movimiento en una ciudad, Granada, que se extrapola a las demás, y un fenómeno de redes sociales y una persona, el doctor Candel. Cuando ha habido esa respuesta es porque seguro que hay algo que no se ha hecho bien o todo lo bien que se debería. A raíz de esto, los ciudadanos han salido a la calle para defender una sanidad pública y de calidad. ¿Tienen recorrido las mareas? Pues depende, porque aquí no tenemos una marea, no hemos visto esas grandes manifestaciones, y hay los mismos problemas. Las mareas están basadas en sentimientos personales pero que no se hacen colectivos, hace falta algo más para unir a la marea. Es verdad que también ha habido intenciones políticas de ponerse al frente. El recorrido de las mareas en Andalucía lo veo desigual y relativo, salvo que el ciudadano se haga más consciente de que hay ciertas cosas que no deberían pasar, como esperar un año para una operación o siete meses para la consulta de un neurólogo. Lo que pasa es que las mareas tienen que tener liderazgo, alguien tiene que ponerse a la cabeza, una persona o colectivo organizado que tendría que llevar una gran bandera blanca que pusiera "Sanidad pública".

-¿Cómo está la situación respecto a los hospitales privados?

-Los problemas de la sanidad privada se pueden enfocar desde dos puntos de vista. Por una parte, desde los médicos que trabajan en la sanidad privada y sus quejas sobre cómo son tratados por las compañías que gestionan los seguros. Después está el hecho del ejercicio privado macro. En Córdoba tenemos unas clínicas que están haciendo un esfuerzo importante como San Juan de Dios y Cruz Roja, que también lo hizo en su momento. Pero está faltando ese gran hospital privado de Córdoba que reivindicamos desde hace mucho y que daría la posibilidad de que muchos compañeros pudieran entrar en ese ámbito de desarrollo, algunos de los talentos que se forman en el programa MIR se pudieran quedar aquí y además podríamos desarrollar otra serie de actividad para atraer a cierto turismo sanitario. Vemos que hay catas y proyectos, pero uno ya ha vivido eso hace años como presidente del Colegio de Médicos, en 2009. Estamos en 2017 y siguen haciendo catas y proyectos. También hay que destacar los esfuerzos de clínicas más pequeñas, sobre todo las oftalmológicas, que son reconocidas y atraen a gente de fuera para operarse.

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