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El Gran Teatro de Córdoba presenta este viernes, 9 de febrero, Las guerras de nuestros antepasados, adaptación escénica de Eduardo Galán de la novela homónima de Miguel Delibes. Dirigido por Claudio Tolcachir, el montaje cuenta con Carmelo Gómez y Miguel Hermoso como protagonistas de una historia que alerta del peligro de las violencias heredadas.
Publicada en 1975, la obra del autor vallisoletano se desarrolla en un lejano 1961 en el Sanatorio Penitenciario de Navafría. Allí Pacífico Pérez -personaje encarnado por Carmelo Gómez-, enfermo de tuberculosis y acusado de asesinato, mantiene varias entrevistas con el psiquiatra del penal, el doctor Burgueño -interpretado por Miguel Hermoso-, que con el fin de ayudarle le convence para que le hable de su vida y sus circunstancias. Desde el nombre del protagonista hasta el final terrible de la obra, Delibes defiende a lo largo de sus páginas la paz frente a la guerra y la no violencia como camino de vida.
Los peculiares comportamientos del padre, el abuelo y el bisabuelo de Pacífico marcan los recuerdos de la infancia del protagonista con la obsesión de las guerras que ellos vivieron -la Guerra Civil, la de Marruecos y la última de las contiendas carlistas- y de la próxima que, a su juicio, llegará y deberá afrontar el joven. Sin embargo, su ingenuidad y extrema sensibilidad choca con el ardor guerrero de sus parientes, aunque su carácter aparentemente pacífico se interrumpirá de forma inesperada, repentina y sin sentido, lo que lo llevará al sanatorio penitenciario en el que transcurre el diálogo entre los dos personajes, conversación que logra un suspense casi de novela negra.
La función ha tenido una extraordinaria acogida del público y de la crítica, que destaca el trabajo interpretativo de Carmelo Gómez -"verdaderamente estratosférico"- y de Miguel Hermoso, así como de Claudio Tolcachir como "el director de una fiesta trágica sobre un acongojante texto de Delibes".
También se elogia la labor de Eduardo Galán como adaptador, quien, explica, ha querido "destacar el carácter complejo de Pacífico Pérez, su sumisión a los poderosos, su resignación casi franciscana ante un destino grabado en su memoria desde la cuna con las historias de las guerras que le contaban el Abue, el Bisa y Padre". Galán resalta así mismo el protagonismo del mejor lenguaje rural castellano, que Delibes utilizó con gran acierto en muchos de sus textos.
Por su parte, Carmelo Gómez plantea la contradicción del ser humano que refleja la obra: "Tenemos la guerra en nuestros genes porque somos cien por cien competitivos, pero también tenemos capacidad de razonar y niveles éticos que tienen que ver con la convivencia, con la sociabilidad. Deberíamos poner la racionalidad al servicio del orden, pero no parece que sea así".
Por el contrario, el actor señala que a pesar de haber sido educados en buenos colegios "los chavales se matan por la calle por cuatro chorradas, el sexo nunca ha sido más brutal, las mujeres nunca han estado tan cosificadas ¿Qué pasa aquí? ¿Para qué nos ha servido ir a colegios buenos? Son las herencias", concluye.
Su compañero de reparto, Miguel Hermoso, considera que Delibes, como los grandes clásicos, consigue, a través de la peripecia de un personaje, hablarnos de muchos de los grandes temas que nos inquietan a todos: la bondad, el amor, la injusticia, la guerra y la violencia. "Lo digo con profunda tristeza -añade-, pero a día de hoy, la violencia sigue siendo la fórmula más práctica para alcanzar objetivos. Hoy un niño le ha quitado el balón a otro en el patio a base de puñetazos. A día de hoy Rusia se ha apropiado de parte de Ucrania a base de misiles, drones y tanques", advierte el actor.
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