Entrevista a Alicia Córdoba, directora del Archivo Histórico Provincial

"En el Archivo Provincial falta espacio; no hay sitio para recibir la documentación"

  • Esta archivera está al frente de un equipo humano que se encarga de guardar y clasificar escritos que muestran la historia de la provincia y forman parte del patrimonio de los cordobeses

Alicia Córdoba observa documentos de una de las estanterías del depósito del Archivo Provincial.

Alicia Córdoba observa documentos de una de las estanterías del depósito del Archivo Provincial. / Jordi Vidal

Alicia Córdoba (Córdoba, 1961) lleva toda su vida profesional ligada al Archivo Histórico Provincial, del que es directora desde 2005. En 1990 recaló en este edificio tras estudiar Historia y especializarse en archivística. A través de la Universidad, entró en contacto con la entonces directora, Esther Cruces, y obtuvo una beca para trabajar en él, algo que “me entusiasmó”. Pasado un tiempo, sacó su plaza por oposición y entró como funcionaria en Jaén para luego pedir traslado a Córdoba, donde ha permanecido todos estos años. “El archivo es un ciclo vital”, sostiene.

El Histórico Provincial se creó en 1946 para recoger los protocolos notariales pero se amplió para guardar la documentación estatal en la provincia y, más tarde, de las delegaciones provinciales de la Junta. Está situado en dos inmuebles reconstruidos: por un lado, el depósito de documentos está ubicado en la antigua iglesia de Santo Domingo de Silos; mientras que el segundo edificio es una casa de estilo barroco andaluz situada en la calle Pompeyos.

–¿Qué trabajo se hace en el Archivo Histórico Provincial?

–Lo primero es asegurarnos de que la documentación esté bien conservada para que no se pierda. Lo segundo es la difusión para que esté disponible para cualquier persona que la quiera consultar. A veces son investigadores pero otras vienen ciudadanos que quieren saber la historia de su familia, de su casa, de la ciudad... Para que encuentren lo que buscan tenemos que organizarlo y describirlo correctamente. Una vez hecho esto, hay que servirlo para el que tenga interés. Luego hay otro nivel, el de las personas que ni siquiera saben que existe el Archivo.

–¿Hay mucha gente que lo desconoce?

–Pese al Día de los Archivos, a las visitas y actividades que hacemos para darnos a conocer, hay un desconocimiento total porque sólo estamos arañando a una mínima parte de la sociedad. ¿Qué hacemos para promocionarnos? Tenemos Facebook pero eso también llega sólo a un sector. Hacemos conferencias en el ciclo El archivo del tiempo, en colaboración con la Universidad; y todo lo que podamos inventarnos como exposiciones virtuales, poner los fondos para que sean accesibles en internet, visitas y talleres para alumnos de Secundaria... Cuando hay más afluencia es en la Fiesta de los Patios, porque abrimos el nuestro. Y, de paso, se les explica a los visitantes lo que es el Archivo y se les enseña la capilla. Incluso hay vecinos de este barrio que nos dicen que no sabían que esto estaba aquí. Lo que se guarda en el Archivo es patrimonio de los cordobeses. Son documentos únicos y si se pierden no los vamos a tener más. Son nuestra historia.

–¿A qué público queréis llegar?

–A todo. Procuramos dar difusión a nuestras actividades, para lo que nos ayudan mucho los medios de comunicación. Estamos abiertos a colaborar con cualquier actividad que se nos propone, siempre que ésta no sea de cobro.

"Lo que se guarda en el Archivo es patrimonio de todos los cordobeses. Son documentos únicos y si se pierden no los vamos a tener más"

–¿Qué utilidad tiene el Archivo para un ciudadano de a pie?

–Es verdad que es difícil acercarse porque los documentos son fuentes primarias. Es decir, el que viene aquí no se va a encontrar la información elaborada; tiene que hacer un trabajo de búsqueda. Nosotros le guiamos, e incluso hay quien tiene que empezar por otro archivo antes que por este. Por ejemplo, en el caso de una investigación genealógica, que es lo más típico. Ahí tendrían que ir primero al Registro Civil y a los registros parroquiales. Pero hay un segundo nivel: con los datos que consigan, pueden venir al Histórico Provincial y buscar en los protocolos notariales, donde está la información más jugosa, la que aporta más, sobre todo la antigua. Antes un notario se utilizaba para todo, desde relaciones matrimoniales, la dote, los compromisos, compra de esclavos, particiones de bienes, trueques e incluso la compraventa de una cesta con higos. Los más antiguos que tenemos son del siglo XV. Hay datos muy curiosos que sirven para dar vida a la persona porque las fechas de nacimiento y defunción no dicen mucho. Es verdad que no siempre se encuentran datos porque la gente muy pobre, la que no tenía medios, no iba al notario. El de protocolos notariales no es el único fondo que hay en el Archivo. También está el de Hacienda; sobre todo desde el siglo XIX, aunque hay un poco del XVIII, del Catastro de Ensenada. Otro fondo muy interesante es el judicial pero está más expurgado porque, cuando prescribían los delitos, se rompían los papeles. Estos documentos muestran las relaciones humanas de la época y la mentalidad que tenían: por qué se peleaban los vecinos, los crímenes, los juicios, cómo valoraban el honor y la palabra dada para el casamiento... Otro de los fondos es el de industria. Y deberíamos tener más, algunos que no hemos recibido por falta de espacio. Un problema de este archivo es que se ha quedado muy pequeño, el depósito está repleto. Necesitamos más espacio para recibir fondos de Educación, Obras Públicas, Carreteras... Seleccionamos lo más importante pero hay mucha que deberíamos estar asumiendo.

–¿Cuándo se considera que un documento es histórico?

–Aquí llegan los que tienen más de 30 años pero no todo el que tiene más de 30 años se tiene que conservar; hay documentación que es para romper y esa decisión no la tomamos nosotros sino una comisión que está en otro nivel. Ejemplos de ello son declaraciones de la Renta, de las que sólo se guarda una muestra representativa, o papeles relacionados con oposiciones.

Alicia Córdoba, con uno de los documentos históricos que se guardan en el Archivo. Alicia Córdoba, con uno de los documentos históricos que se guardan en el Archivo.

Alicia Córdoba, con uno de los documentos históricos que se guardan en el Archivo. / Jordi Vidal

–¿Cuántos documentos hay en las instalaciones del Histórico Provincial?

–Hay que hablar en metros lineales de estantería porque es imposible contar los documentos. En nuestras instalaciones no llegamos a los 5.000 metros de estantería. Tenemos un depósito provisional en otra parte, hasta que tengamos un nuevo edificio, que nos da unos 1.200 metros más. Los archivos actuales se están haciendo de 25.000 metros. Puede que en unos años cambie la tendencia porque estamos en un tránsito de pasar a los procedimientos electrónicos. Eso genera una documentación que en cuanto a espacio no da tanto problema pero tiene otras dificultades, como que se quede obsoleto el formato donde se guarda la información y ésta ya no se pueda leer. La documentación en formato digital obliga a una constante migración. También está el peligro de pérdida; hay que tener copia de seguridad de todo.

–¿Qué parte de vuestro archivo está digitalizada?

–Seguimos los criterios de trabajar en lo más requerido por el público, lo más antiguo y lo que esté en peores condiciones o que pueda estropearse más. Empezamos por los protocolos notariales más antiguos y lo estamos haciendo de forma progresiva. Con el Catastro de Ensenada ya se hizo. Estamos terminando de digitalizar todos los planos y vamos a convertir todas las fotografías, que es lo que más sufre al servirse para las consultas.

"La documentación en formato digital obliga a una constante migración y a hacer copia de seguridad de todo"

–¿Qué tesoros hay en sus instalaciones?

–El más antiguo es un pequeño pergamino de en torno a 1260, poco después de la conquista de Córdoba. Estaba en el convento de Santa Clara y es una compraventa con letra gótica cursiva muy curiosa. Por su decoración y lo que significa, hay un privilegio, que en realidad es una compraventa, por la que Carlos V le vende a un señor, Bernuy –que era de ascendencia judía pero llegó a lo más alto–, el señorío de Benamejí. Era cuando Carlos V intentaba reunir dinero para sus empresas en Europa o sus guerras. Ese documento vino del fondo de Rute. Hace poco restauramos el testamento del Inca Garcilaso y hay bastantes documentos gongorinos. Ahora se nos ha transferido el fondo de La Rambla y creo que viene un documento firmado por Cervantes.

–¿El espacio es la principal necesidad que tiene ahora mismo el Archivo?

–Sí, el espacio es la principal. Nos han dotado de un buen sistema de seguridad antincendios. No es que tengamos todo del último modelo, pero poco a poco nos van dotando de lo que necesitamos. Todo esto con las limitaciones que da el presupuesto que tiene Cultura, que no es como el que tienen otras delegaciones. Lo peor es la falta de espacio; no tenemos sitio para recibir la documentación. Y también falta un poquito de personal. No nos podemos quejar, pero queremos hacer muchas cosas. Tengo mucha suerte con el grupo de personas que hay trabajando en el Archivo porque todos son muy colaboradores.

–¿Qué pasa con el proyecto del nuevo edificio para el Histórico Provincial?

–Hace años, antes de que yo entrara como directora, estuvo presupuestado en los Presupuestos Generales del Estado. Luego desapareció. Aquello se paró totalmente en la época de la crisis. Sabemos que estamos pendientes y que el Ministerio, más pronto o más tarde, tendrá que dotarnos de un nuevo centro porque no podemos recibir la documentación.

"Sabemos que el Ministerio, más pronto que tarde, tendrá que dotarnos de un nuevo centro"

–¿Es el de archivero un trabajo solitario?

–Tiene fama de serlo pero no lo es. Yo a veces necesito un tiempo de soledad para trabajar y no lo encuentro. Tenemos mucha relación entre trabajadores y todo el contacto que hay con el público. Quizá es un trabajo tranquilo en el sentido de que no tienes ajetreo. Sin embargo, cuando estamos montando una exposición también nos ponemos frenéticos. Salvo en esa situación, no tenemos plazos de entrega fijos porque la documentación la describimos poco a poco y a medida que la vamos haciendo. Aquí hay trabajo para siempre. Hay quien dice que la figura del archivero desaparecerá porque va a ser sustituido por los sistemas electrónicos, pero aquí hay trabajo para generaciones porque los documentos siempre se pueden describir mejor.

–¿Ahora mismo está todo clasificado?

–Está, pero en un nivel para encontrar las cosas, pero no detallado. Los tomos de protocolos notariales superan los 16.000 y con los de La Rambla que acabamos de recibir llegaremos a los 17.000. Para tenerlo perfecto, habría que leer cada tomo, que está escrito en una letra antigua que no se lee de corrido, y detallar cada una de las escrituras que hay en él, que a lo mejor pueden ser 100 o 200. Habría que leerlas, hacer un resumen y sacar los datos. No nos da tiempo, por lo que hacemos una descripción de lo que hay, la fecha y quién es el notario. La investigación la tiene que hacer el usuario.

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