Bulerías, tientos, malagueñas y abandolaos, soleá, cantiñas, tarantas, seguirillas, bulerías y tonás. Sólo flamenco hay y Sólo flamenco se llama el primer disco de José Valencia (nacido en Barcelona en 1975, pero lebrijano de oficio), una voz imprescindible y en los escenarios desde los cincos años a la que, por fin, le ha llegado su hora.

Tantas veces presente en la historia de la Bienal, ésta es diferente y no sólo porque ya ha ha dado buena prueba de sus dotes esta edición -cantó a los mares que surcó Joaquín Grilo y enamoró por su interpretación de don Perlimplín junto a Rosario Toledo- sino porque toma la alternativa en solitario con los temas de su primer disco, un repertorio que resulta del trabajo de "investigación y estudio" que lleva haciendo "toda la vida". Cantes del Cojo de Málaga -"gran descubridor de los cantes de Levante"-, de Antonio Mairena - "el gran referente que movilizó todo el panorama musical"- y composiciones de Lebrija dan la talla de lo que mueve artísticamente a este cantaor tocado por la gracia. "Yo tengo mis inquietudes y no me guio por nadie, no soy de los que graba un tanguito porque es comercial... Eso no manda en este disco. El flamenco tiene mucho de pegadizo, pero no tiene nada de fácil", resume un intérprete que además de presumir de decisión -"yo canto flamenco, no canto otra cosa"- lo hace de los amigos que le acompañan en el claustro de Santa Clara (si el tiempo se porta; si la lluvia hace presencia la actuación se traslada al vecino Teatro Alameda) con todo vendido. Porque Valencia prefiere hablar de amigos y no de "colaboraciones especiales o artistas invitados", porque amigo es, "casi un hermano", Joaquín Grilo, que bailará una bulería de Leyenda personal; Juan Requena, "un guitarrista que está sorprendiendo esta Bienal y no tiene el reconocimiento que merece"; Manuel y Juan Diego Valencia, la familia que aquí está a las palmas y Bobote, ese hombre orquesta que esta noche hará doblete: de los Arrabales del Lope de Vega a arropar a Valencia, un intérprete para el que "cantar no es un trabajo". "El trabajo es viajar, madrugar, las pruebas de sonido... Cantar es pura transmisión y es lo mejor que te puede pasar en el flamenco".