alto guadiato

Endesa restaura sus antiguas minas y crea 96 hectáreas de humedales

  • La compañía eléctrica recupera para el medio ambiente sus explotaciones en Peñarroya, Fuente Obejuna, Belmez y Espiel

  • Identificadas 90 especies en la corta Ballesta

La restauración de 835 hectáreas de superficie y la creación de 96 hectáreas de humedales son algunos de los datos resultantes del proyecto de recuperación para el medio natural de las antiguas explotaciones mineras de Endesa en la comarca del Alto Guadiato, según la publicación Cuatro actuaciones ambientales en centros mineros que la compañía presentó ayer en su sede central de Madrid. En total, la eléctrica ha rehabilitado 5.000 hectáreas en As Pontes (A Coruña), Andorra (Teruel), Puertollano (Ciudad Real) y Peñarroya-Pueblonuevo, con una inversión de más de 100 millones de euros.

El consejero delegado de la compañía, José Bogas, destacó durante la presentación del proyecto que "los terrenos que un día entregaron su riqueza en forma de mineral de carbón, hoy la recuperan a través de superficies fértiles para el cultivo y ecosistemas naturales habitados por especies autóctonas e incluso otras nuevas que, en sus procesos migratorios o de manera permanente, se han incorporado a ellos". La extracción minera de carbón que se desarrolló durante más de 40 años, entre 1972 y 2015, produjo 353 millones de toneladas de carbón. En el caso del Alto Guadiato, la plantilla máxima fue de 1.224 personas, en el año 1984, con una producción de 995.000 toneladas en 1986, según los datos aportados por el director general de Generación, Manuel Morán, quien anunció que el cierre administrativo en el Valle del Guadiato se producirá a lo largo de 2018.

Desde el siglo XIX, no se había realizado ningún trabajo de restitución en la zona

Para garantizar los procesos de restauración sostenible, el método de explotación aplicado ha sido el de minería de transferencia, lo que permite simultanear los trabajos de explotación y restauración. De esta manera, no hay que esperar a la finalización del proyecto minero para comenzar a ejecutar los trabajos de restauración de toda la superficie afectada. Durante este proceso, tanto la escombrera exterior como la interior se van conformando para darles formas onduladas parecidas a las del relieve del entorno. Posteriormente, se cubren con tierra vegetal y, después, se hacen un abonado y una siembra con vegetación autóctonas. La fase final del proyecto de restauración es la recuperación del hueco final de la mina, generalmente a través del almacenamiento de agua.

En el caso concreto del centro minero de Peñarroya, ha estado en explotación durante el periodo 1961-2010, con una producción de 27,3 millones de toneladas de carbón. La actividad se desarrolló en 13 instalaciones de interior y siete a cielo abierto, repartidas en los términos municipales de Fuente Obejuna, Peñarroya-Pueblonuevo, Belmez y Espiel, donde ahora se han desarrollado los proyectos de restauración ambiental. El libro relata que cuando Endesa entró en el accionariado de Encasur en 1983 se encontró con los vestigios de una actividad que se desarrollaba desde el siglo XIX, aunque hasta ese momento "no se había realizado ningún trabajo de restitución ante la ausencia de legislación". El panorama, por tanto, era "bastante desolador": existían "numerosas escombreras y terrenos colindantes bastante deteriorados a los que necesariamente habrían de unirse las huellas de la recién iniciada minería a cielo abierto".

El proceso restaurador arrancó en San Ricardo-Cervantes en 1984 y posteriormente se extendió al resto de explotaciones a cielo abierto: Cabeza de Vaca, Candelaria, Ballesta Oeste, Cervantes Oeste y Ballesta Este, hasta completar 835 hectáreas.

El doctor en Biología Vittorio Pedrocchi detalló ayer los estudios de observación desarrollados durante 2015 y 2016 para comprobar cómo el terreno se ha ido recuperando. En la corta Cervantes, por ejemplo, se observaron 84 especies de vertebrados como resultado de 909 contactos. El experto llamó la atención sobre el hecho de que la escombrera se contabilizaron 11 ejemplares de cernícalo primilla que se alimentan en los herbazales de la mina, donde no se utilizan fitosanitarios. En la corta Ballesta, por su parte, se detectaron 91 especies de vertebrados como resultado de 525 contactos, entre ellos ejemplares de buitre negro, catalogado como especie vulnerable en el Libro Rojo. El 70% las especies, además, se encuentran protegidas, la mayoría de ellas, aves.

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