Sporting de Gijón-Córdoba CF

Con los pies de barro (3-2)

  • El mejor Córdoba del curso a domicilio se estrella en El Molinón víctima de su alarmante fragilidad defensiva.

  • La permanencia queda a seis puntos y hoy podría irse hasta los ocho.

Alfaro protesta una jugada.

Alfaro protesta una jugada. / LOF

El Córdoba echó el cierre a la primera vuelta con la misma frustración con la que arrancó el torneo casi cinco meses antes. Sintiéndose merecedor de al menos un punto, el conjunto blanquiverde salió de vacío de El Molinón, donde brindó su actuación más solvente como visitante de la campaña, por culpa de una fragilidad defensiva ya mostrada en agosto y que aún hoy sigue sin tener remedio. Es evidente que sólo hay una vía más para intentar acabar con ese gravísimo problema y pasa por tirar de chequera antes del próximo día 31, siempre que la familia González tenga a bien dar luz verde al proceso de compra-venta iniciado en vísperas de la Navidad. Mientras tanto, el renacido equipo de Jorge Romero tendrá que aferrarse a su buen juego con balón y tener una pizca más de acierto para seguir en la pelea por una permanencia que ahora está a seis puntos y que hoy podría irse a ocho.

Porque de lo que no cabe duda es que el CCF del último mes es otro muy diferente al de semanas anteriores. Tiene una idea y sabe plasmarla sobre el verde, es capaz de dominar a sus enemigos en casa propia y ajena, y tiene arrestos para no descomponerse ante un puñado de adversidades que no hace mucho tiempo eran obstáculos imposibles de salvar. Ante el Sporting, el conjunto cordobesista fue mejor durante muchos minutos, tuvo casi un 60% de posesión y remató prácticamente el doble que los locales (18 por 10), si bien eso no le bastó siquiera para puntuar y romper así su trayectoria nefasta en los desplazamientos: un punto de los últimos 30, con apenas seis goles a favor y 24 en contra, para un total de 39 en las primeras 21 paradas del campeonato. ¿Quién puede sobrevivir a esta sangría? Parece difícil pensar que alguien pueda hacerlo. Sólo queda esperar un milagro, otro, como los que el cordobesismo ha sabido construir a lo largo de su historia, la pasada y la reciente.

Con la inercia positiva de la última victoria, Romero calcó el once y el plan. Daba igual estar fuera que en El Arcángel, pues la valentía del técnico, al que siguen a pies juntillas sus jugadores, dibuja un Córdoba atrevido, nada que ver con ese muñeco de trapo de las salidas de la fase final de Carrión ni mucho menos con ese esperpento temeroso que dibujó Merino. Sin prisa en la conducción, sin miedo a jugar desde atrás, los blanquiverdes pisaron ya área a los 90 segundos tras una combinación de lado a lado a la que le faltó el último pase de Jovanovic. Fue un primer esbozo de lo que luego se repetiría más de una vez por parte de un equipo trabajado que pasa del 4-1-4-1 ante el ataque rival a algo similar al 3-3-3-1 cuando mantiene la posesión. El Molinón veía a un rival muy distinto al que podía imaginarse viendo la tabla, que atenazaba a los suyos obligándoles a abusar del juego directo.

Aguza estrelló en el cuerpo de Mariño la más clara del Córdoba para firmar el empate

Sin embargo, un primer despiste por el flanco derecho de la retaguardia cordobesista, con colada de Santos y disparo a quemarropa de Rubén García que Pawel atajó en dos tiempos, fue el inicio de la derrota. Ese primer susto tuvo continuidad con una falta lateral de Carmona a la que siguió el 1-0, con origen, como no podía ser de otra forma, en ese agujero en el costado, esta vez con continuación en un despeje fallido de Joao Afonso. Quedaba por ver la respuesta del CCF, que fue buena. Sergi Guardiola y Caro asustaron antes de que Mariño sacara con una mano espectacular un zurdazo de Caballero. El empate se olía... y lo que llegó fue el segundo rojiblanco, pues de ese saque de esquina el meta sacó una contra letal que Santos, otra vez ganando la partida a Joao, mandó a la red.

En 20 minutos, todo el planteamiento visitante, pese a la buena puesta en escena, ya estaba por los suelos por culpa de un mal de difícil solución. Tanto que la goleada se palpó por momentos, con un penalti clarísimo de Fernández a Rubén García que el árbitro no quiso ver, un cabezazo de Santos que se fue por un pelo y otro testarazo del uruguayo que abortó Pawel y Barba no supo mandar a la red. El Sporting necesitaba muy poco para hacer daño a un equipo blandísimo en las tareas defensivas, lo que frustraba sus continuos intentos por llegar al arco contrario, por fuera con Jovanovic y, especialmente Galán, y por dentro con Guardiola y Aguza, cuyos intentos apenas si dieron trabajo a Mariño por una falta de puntería que contrastaba con la demostración de pegada asturiana.

Una tendencia que pareció cambiar en el segundo acto. Porque una buena acción de Jovanovic la mandó al fondo de la red Aguza. Alegría para dar continuidad al partido que, como suele ocurrir en casa del pobre, no fue completa por la lesión del serbio. Alfaro fue el elegido para ocupar el costado diestro, manteniendo el espíritu de remontada. Pues a pesar de que Rubén García estrelló un balón en el poste al recoger un balón suelto en el área, el partido pasó a ser dominado por completo por el Córdoba, ayudado por el repliegue intensivo de un Sporting conocedor de su capacidad para dañar con muy poco que, incluso, pasó a jugar con un único delantero. Pero no pudo salirle mejor el plan a Baraja, ya que otro desajuste atrás acabó con otra pelota al área que Santos cabeceó ante Joao Afonso y Caro para hacer el 3-1.

Con media hora por delante, el Córdoba tenía que volver a empezar. Menos mal que Guardiola no tardó mucho en reducir distancias, pero quedaba lo más complicado: confirmar la remontada. Con el carrusel de cambios, el encuentro se fue parando, algo a lo que ayudó también ese otro fútbol que los veteranos rojiblancos empezaron a poner sobre el verde. Jorge Romero se la jugó con todo, primero con Aguado para refrescar la medular y luego con Jona para apretar en el área. Pero en ese correcalles final en el que Pawel sacó una manopla ante Pablo Pérez, el que tuvo el empate fue Aguza tras un pase genial de Guardiola que no pudo hacer bueno al estrellar su zurdazo en el pecho de Mariño. Ahí acabaron las opciones de puntuar de un CCF fulminado por su fragilidad defensiva al que le queda media temporada para volver a ser de Segunda División.

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