Getafe CF · Córdoba CF

Ya está bien la broma (2-0)

  • Sólo el 'average' mantiene fuera del descenso a un Córdoba que perdió ante un rival que no necesitó apretar el acelerador. Ante la falta de gol, Carrión optó ¡por salir sin delantero!

En las oficinas de El Arcángel llevan tiempo fraguando una broma de muy mal gusto. Los González, antes Carlos y ahora Alejandro, que para el caso es lo mismo, siguen demostrando que el futuro del Córdoba les importa un bledo mientras su cartera sigue rebosando billetes. El sentimiento, ese que va implícito cuando uno compra un club, no tienen ni idea de lo que es. Sólo así se explica la inacción en la que hace tiempo vive una entidad que cada semana que pasa está más cerca de dar con sus huesos en Segunda B. Ahora mismo sólo lo salva el average con otros tres equipos, cuando apenas faltan cinco capítulos para vivir un desenlace que nadie imaginaba hace sólo unos meses. Pero es real, y merecido. Porque sus gestores prefirieron llenar sus alforjas antes que reforzar el vestuario. Lo hicieron en verano, lo repitieron en enero, y por medio también en noviembre, cuando eligieron como sustituto de un Oltra que ahora hasta se echa de menos al entrenador del filial. El mismo que para acabar con los problemas de gol planteó ayer el partido sin delantero, con un hombre sin minutos en los tres últimos partidos fuera de su sitio habitual como solución a la sequía. No es un chiste, aunque lo parezca. Y claro, si a eso se le suman regalos en el área propia, la habitual candidez en la defensa, falta de cohesión en la medular y una nula contundencia en ataque, pues el resultado sólo podía ser el que fue: una derrota más a domicilio, la octava en nueve partidos de visitante en lo que va de año, con un empate y gracias de por medio, que hunde un poco más en el fango a los blanquiverdes.

Como dijo Deivid nada más concluir el choque en el Coliseum, "bastante palabrerío ha habido ya, hay que actuar". Pero, ¿quién actúa? El máximo accionista anda preocupado en cuándo lo llamarán de alguna emisora de fuera de Córdoba para decir cuatro pamplinas sin fundamento; el presidente estará mirando su agenda para ver si el sábado ante el Reus le toca o no estar en El Arcángel; y el nuevo director deportivo estará tirando de valentía para confeccionar una plantilla de campanillas para el futuro... aunque no se sepa aún ni dónde va a estar el equipo. Vamos, que el Córdoba es lo último en todo esto. Y así van las cosas. Mientras sigue desangrándose, nadie parece dispuesto a tomar decisiones que ayuden al menos a reconducir la situación. Quizás es que no sepan aún -o no quieran saber, que sería peor- lo que se juega el club en estas últimas cinco jornadas. No son sólo los derechos de televisión, los abonos y la posibilidad de otro reparto de dividendos, es la vida de una entidad que, de momento, el sábado tiene una final con mayúsculas ante un Reus medio salvado que querrá cerrar la permanencia ante un CCF que se ha complicado en exceso ese mismo objetivo.

Carrión se ve fuerte para seguir, pero sus planteamientos crean cada vez más dudas

Lo hizo al caer con claridad en Getafe. Era lo esperado, ninguna sorpresa. Y fue así porque el guion maligno de cada salida se repitió en exceso ante un enemigo que ni siquiera necesitó de su mejor versión para ganar y seguir en su pelea por el ascenso. Dos errores, dos golazos, y a otra cosa. Es cierto que Carrión ayudó con un planteamiento que alimenta las dudas sobre su figura, aunque ya se sabe que tiene crédito ilimitado por los que mandan y, claro, él se muestra con fuerzas para salvar al equipo de la quema. Pero el Córdoba necesita más que fuerzas para escapar de este drama en el que se ha metido con un papel protagonista. Necesita saber competir mejor, reforzar su juego en las dos áreas, donde es tremendamente débil, y sobre todo, ganar. Ganar a quien sea y como sea, pero ganar. Tres partidos más, más de la mitad de los que restan. Es el reto, lo contrario es morir o rezar.

Ante el Getafe, con ese dibujo sin un nuevo puro en el campo, la idea pasó por defender bien y dar el golpe a la contra. Y la puesta en escena no fue mala del todo, aunque duró lo justo. Esos minutos de tanteo iniciales ya dejaron ver que el cuadro madrileño tenía una velocidad más cuando miraba de cerca el área, y mucha calidad en esos metros finales. Tardó en avisar, pero cuando lo hizo fue para hacer daño de verdad. Primero Damián se topó con Aguza tras recrearse, luego Jorge Molina mandó arriba un tiro ante Pawel tras un pase genial de Sergio Mora, y a la tercera Faurlín puso en la escuadra un libre directo desde la esquina del área.

1-0 antes de la media hora de juego y vendaval azulón, lo peor para una defensa excesivamente blanda, un centro del campo inconsistente y un ataque perdido. Y eso que a partir de verse por detrás, el Córdoba dio un estirón y empezó a mirar el arco contrario. Lo hizo por fuera, colgando numerosos balones sumamente fáciles para la zaga local... porque casi no había rival por allí con sangre. Markovic se encontró con un balón y tardó tanto en bajarlo que se quedó sin remate, lo que tiene de sobra un Jorge Molina que respondió con un latigazo desde la frontal antes de la más clara de los blanquiverdes en todo el partido: Galán alcanzó la cal y Ríos empaló en el segundo palo una volea que Cata Díaz tuvo que sacar bajo palos con Alberto García ya batido.

Esa acción al filo del descanso dibujó luego un segundo periodo más equilibrado, aunque con esa sensación de que el Getafe dejaba hacer. Sólo se soltaba arriba, con un Chuli incisivo que probó de nuevo a Pawel antes de que Javi Galán tuviera otra gran ocasión que mandó a las nubes, sin dar el más mínimo trabajo al meta azulón. Carrión refrescó su parcela ofensiva con Juli para seguir sin referencia, algo que cambió en el minuto 66 con la entrada de Rodri.

Pero sin tiempo para ver si el movimiento servía de algo, otra serie de errores por falta de contundencia en la frontal del área propia la resolvió Chuli con el definitivo 2-0. Ahí acabó el partido, aunque quedaran 20 minutos. La entrada de Piovaccari exigió algo más a los defensores locales, pero sin la fuerza necesaria para temer por el triunfo. Porque la única oportunidad clara llegó ya en el alargue, con un libre directo de Javi Lara que repelió Alberto García. Fue el final de otra pesadilla que por rutinaria no elimina el miedo. La Segunda B está a un paso. Y eso no es ninguna broma.

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