Liga 1|2|3 · Córdoba-Albacete

Un grito de liberación (1-0)

  • Sin brillo, sufriendo y tras fallar un penalti, el Córdoba tumba al Albacete con un gol de Guardiola a la contra para abrir un nuevo escenario

  • La permanencia se queda a 7 puntos

Los jugadores del Córdoba festejan el triunfo.

Los jugadores del Córdoba festejan el triunfo. / Álex Gallegos

Que nadie lo dé por muerto porque aún tiene mucho que decir. Con sus limitaciones, que las tendrá mientras el mercado no se abra de par en par; con sus virtudes, que lucen menos de lo necesario, y con un ejército de valientes que desde la grada están dispuestos a morir por la causa, el Córdoba está ahora en un escenario muy distinto al de hace sólo unos días. La llegada al club de Jesús León y la salida de la familia González han reactivado al cordobesismo, que deambulaba moribundo y ya va camino de la planta con una sonrisa imborrable. Hoy volvió a sufrir más de hora y media, pero fue un sufrimiento distinto, nada que ver con el calvario de semanas atrás. Y no sólo por el triunfo, que acerca la permanencia a 7 puntos –y ahí se quedará pase lo que pase al cierre de la jornada porque el Almería ya perdió–, sino por la sensación de ver a El Arcángel brotando ilusión, arropando a los suyos ante la dificultad y abrazado orgulloso tras el pitido final. Es lo que toca hasta junio, pero va a valer la pena. Seguro.

Ante un Albacete lanzado, que se presentó tras ganar por primera vez a domicilio en su último viaje a Barcelona, el CCF sobrevivió con un boceto diferente. No tuvo tanto el balón, jugó menos en el campo contrario, pero ganó con un contragolpe de libro culminado por el pichichi Sergi Guardiola, que acto seguido marró un penalti que podía haber bañado de tranquilidad el resto del partido. Eso y el cero en la portería, un factor clave en las cinco victorias logradas en lo que va de temporada. Esta vez no hay que encumbrar a ningún héroe, sino refrendar la capacidad de sufrimiento del bloque, capaz de contrarrestar las numerosas llegadas de un rival que mostró muy buena cara en todo menos en la finalización. Pero eso es lo que importa, porque al final lo que cuenta es ganar, como sea, y si la brillantez hay que enterrarla, que se haga bien pronto y para que no vuelva a aparecer en el verde.

Bajo la atenta mirada desde el palco de León y su hombre fuerte en la parcela deportiva, Luis Oliver, el Córdoba salió con muchas ganas, motivadísimo desde la caseta por culminar el cambio institucional también en el terreno de juego. Pero pronto se vio desnudo por el buen hacer del cuadro manchego que, con una presión alta, dificultó mucho el juego combinativo de los blanquiverdes. La velocidad y descaro de Jovanovic fue el único argumento ofensivo local, pero apenas en el arranque porque luego poco a poco el control –no el dominio de la pelota– pasó a ser de los visitantes.

Tirado a la izquierda, donde es mucho menos peligroso, para hacer hueco a Alfaro en la derecha, Jovanovic protagonizó las primeras llegadas de un CCF que pronto vivió el primer susto con una carrera de Zozulya que frenó bien Joao Afonso, que volvía al once. El serbio encontró más de un pasillo entre el descarado Nili Perdomo y Chus Herrero, pero en las dos primeras aproximaciones al área visitante le faltó elegir bien la continuidad con Guardiola, incapacitado para el remate; en la tercera optó por jugársela con el disparo, pero su zurdazo fue blando a las manos de Tomeu Nadal.

El Córdoba exponía demasiado para el poco rédito que acababa obteniendo, pues al buen juego por dentro le faltaba siempre ese último pase que rompiera la última línea de resistencia de un Albacete que fue ganando confianza y metros para inquietar con sus transiciones rápidas. La salida por fuera de Nili y el ex cordobesista Bíttolo era la mejor ayuda para Bela y Zozulya, lanzados casi siempre por el buen trabajo de enlace de Dani Rodríguez y De la Hoz.

Sin hacer ruido, el equipo de Enrique Martín se hizo con el control desde el ecuador del primer acto, y amenazó con una volea de Nili sin dirección y una dejada de cabeza de Zozulya que Caballero abortó cuando Bela ya estaba listo para matar. El CCF llegó a estar perdido, desdibujado, agobiado por un puñado de pérdidas que eran una invitación al peligro rival, entre otras cosas por la dificultad para cuadrar bien el balance defensivo, lo que dejaba en una delicada situación a los centrales. Joao evitó un susto mayor ante Zozulya antes del descanso, aunque nada que ver con lo que depararía el arranque del segundo periodo.Porque con esa inercia de sentirse superior, el Albacete salió con la intención de decidir pronto. En apenas un par de minutos, Pawel tuvo que aparecer dos veces para despejar un disparo cómodo de Dani Rodríguez desde la frontal y una chilena de Zozulya en el área pequeña. El miedo empezaba a sobrevolar El Arcángel, pero entonces llegó el 1-0 casi de la nada, con una transición en tres toques lanzada por Alfaro, continuada por Jovanovic tras el error de Gaffoor al corte y culminada por Guardiola con un toque de crack. El estadio estalló, el equipo respiró y Oliver, fuera de la primera línea del palco, explotó de júbilo sabiendo como pocos el valor de ese gol.

Quedaba ver ahora cómo manejaba el Córdoba la ventaja, obtenida cuando peor lo estaba pasando. Y de salida fue de dulce, pues otro balón a la espalda permitió a Jovanovic sacar un penalti a Bíttolo; Javi Lara lo pidió, pero fue Guardiola el que acabó lanzando... y estrellando el balón en el poste tras engañar a Tomeu Nadal. El cuerpo se le cortó a más de uno, sobre todo porque ese error no hizo más que empujar hacia adelante al Albacete. Era el momento de sufrir con todo, de dejarse hasta la última gota de energía por mantener infranqueable el portal de Pawel.

Bela, el más activo de los manchegos, se ganó la amarilla ante Caro al dejarse caer en el área. Pero lejos de quedar marcado, se creció y acto seguido se inventó una jugada individual que se fue fuera por un pelo. Los visitantes apretaban con todo y casi obtienen recompensa, pero el árbitro anuló, bien, un gol a De la Hoz por falta previa de Gálvez. El CCF, sin balón, sufría cada vez más cerca de su arco, pidiendo un aire que sólo le daban las escapadas a la carrera de Jovanovic, más cómodo y peligroso en su perfil natural que encerrado en la jaula que Jorge Romero lo metió en el primer acto, y la movilidad de Guardiola.

Pero el partido estaba ya más en la otra área, algo que evidenciaba el hecho de que Loureiro y Fernández ya no pasaban de medio campo. Zozulya ganó la espalda un par de veces a Caro para poner un nudo en la garganta a más de uno antes de que el carrusel de cambios multiplicara estos mismos efectos. Romero se la jugó con Waldo –Aguado había entrado al intermedio por un errático Caballero y Markovic lo hizo sobre la bocina– y Martín cambió su frente ofensivo, ya con Susaeta en el verde, para apurar sus opciones. Aridane la tuvo con la testa y Bíttolo lo intentó desde la frontal antes de que Acuña, ya en el alargue, mandara un cabezazo al poste... en fuera de juego. Fue la última, anulada, de un partido que debe suponer un grito para la esperanza del cordobesismo en la carrera por la permanencia en la que está metido. La ilusión que ha traído León de momento se mantiene intacta, lo que da mucha vida a este Córdoba.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios