tribuna

Ángel B. Gómez Puerto

Decálogo para la ciudad de Córdoba

EN os últimos meses he visitado las ciudades de Málaga, Sevilla y Barcelona. La sensación que tengo cuando vuelvo a Córdoba es que hacen falta elementos que nos posibilitarían tener mejores niveles de desarrollo y creación de empleo. Como una aportación de un ciudadano que desea que su ciudad mejore y sea más interesante tanto para los que vivimos en ella como para quienes tiene la amabilidad de visitarnos, propongo con carácter general una serie de ideas y propuestas, agrupadas en este decálogo: Unidad interior: ciudadanía, partidos políticos, Administraciones, Universidad, medios de comunicación, colegios profesionales. Es hora de abandonar estrategias de enfrentamiento, es hora de compartir soluciones. Es una cuestión de confianza colectiva de Córdoba, de generar un espíritu de búsqueda de posibilidades, de remover obstáculos, de mirar hacia el futuro y al bien común. Es posible.

Definamos estrategias conjuntas, convoquemos a toda la sociedad civil a un amplio debate sobre el modelo de desarrollo de futuro. El Ayuntamiento de Córdoba sería el principal impulsor de esta estrategia de generación de ideas y propuestas. Sería la generación de un nuevo proyecto de Ciudad. Lógicamente la fuerza política que gobierna la Ciudad de Córdoba tiene la legitimidad democrática para iniciar los proyectos de ciudad que estime más convenientes, pero considero que sería de mucho interés intentar implicar a la sociedad civil en esta nueva etapa.

Mirar al exterior: estudiemos otras ciudades, otros modelos de desarrollo que estén funcionando, con independencia de los partidos que gobiernen. Se trata de importar las propuestas posibles para nuestra ciudad.

Aprovechar nuestra ubicación estratégica en la red de transportes nacional: Córdoba como ciudad de encuentros y eventos (negocios, deportes, seminarios, etc). Es una de las potencialidades más relevantes que tiene la Ciudad de Córdoba, y a su vez, una oportunidad para ser ciudad y espacio para el encuentro y para la inversión.

Alianza con la provincia de Córdoba: definición de un modelo provincial compartido de la capital y los municipios cordobeses. La capital no debe caminar sola, sino en acción conjunta con la red de municipios cordobeses.

Alianza con Sevilla y Málaga. Nuestras provincias vecinas constituyen polos de desarrollo con las que nos interesa tener acciones conjuntas, y además estamos comunicadas con tren de alta velocidad con sus dos capitales. El futuro está en las estrategias conjuntas con las zonas limítrofes de desarrollo, no debemos pensar nuestro modelo de desarrollo al margen de nuestras provincias más cercanas, que además son focos de desarrollo y creación de empleo.

Alianza con Granada: eje turístico Alhambra-Mezquita. Aprovechar el gran impacto de estos dos extraordinarios elementos patrimoniales. Posibilidad de una entrada única bonificada para que atraer a Córdoba la inmensa cantidad de visitantes que tienen los Palacios Nazaríes.

Contactar con grandes empresas de producción industrial. Córdoba ha de venderse en el exterior para atraer esas importantes inversiones industriales que generen valor añadido y empleos relacionados.

Potenciar el contenido cultural de la Ciudad, más oferta a los que nos visitan. Desarrollar aún más el concepto estratégico de ciudad cultural para Córdoba, con independencia de posibles eventos de dimensión europea o nacional. En este punto, sería interesante implicar al Conservatorio Profesional de Danza, al de Arte Dramático y al de Música en la generación de nuevas actividades culturales en diferentes espacios de la ciudad (Puente Romano, Ribera, Plaza de la Corredera, Vial Norte, etc).

Conectar la ciudad con nuestra Sierra a través de un sistema de transporte público: potencialidad turística importante. Se trata de completar el concepto de ciudad cultural con otro muy importante, Córdoba como ciudad medioambiental.

En definitiva, la mejora de una ciudad no sólo depende de las personas que nos gobiernan, también la ciudadanía tenemos nuestra propia responsabilidad. Empecemos por pensar qué tipo de ciudad queremos, y conjuntamente, repensemos nuestro modelo de desarrollo. Desde la sociedad civil podemos, y creo que debemos, colaborar para generar posibles soluciones. Un concepto amplio de democracia implica no desentenderse del bien común entre convocatoria y convocatoria electoral. Este es el propósito de esta breve propuesta.

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