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Un final para poder empezar

Esto -y creo que no hace falta que les diga a qué me refiero- se parece cada vez más a uno de esos programas matutinos o vespertinos, que lo mismo da que da lo mismo, de cierto canal de televisión que opera en el sur de España. El personal se recuesta en cómodos sofás para debatir sobre temas de actualidad con apariencia de seriedad, dando a entender que tiene las claves para desentrañar cualquier cuestión: sabe por qué suceden las cosas y pronostica su desenlace sin el más mínimo pudor. Lo que se dice una feria de sabiondos. Pero por muy grave que sea el asunto en cuestión, en un momento dado y sin previo aviso, salta uno como impulsado por un resorte al tiempo que despliega un desasosegante arsenal de muecas antes de soltar a gritos la frase definitiva: "¡Entra un compadre en el bar...". Nunca subestimes el poder de un chiste. El público se relaja. Los tertulianos sonríen aliviados. Todos entran en una nueva dimensión y, por unos instantes, dimiten de la realidad y olvidan el problema. Pero cuando terminan los hipidos y las risas se sofocan, el problema sigue allí.

Lo del traspaso de poderes en el Córdoba no es un asunto para reírse, aunque no faltan malévolos personajes que se frotan las manos pensando que la operación podría no cuajar para darse el sádico placer de poder decir: "Eso ya lo sabía yo". El caso es que la última semana ha resultado frenética. Desde que José Miguel Salinas, presidente del CCF, confirmara que la identidad del comprador se correspondía con el nombre que circulaba entre los medios y el propio Alessandro Gaucci, cabeza visible del grupo empresarial italiano interesado, desvelara sus primeros planes a este periódico, los acontecimientos se han precipitado. El tema saltó a los medios nacionales y a Italia, donde la familia Gaucci tiene gran peso en el mundo del fútbol. El oscurantismo de las semanas precedentes ha dado paso a una sobreinformación sobre el caso, desatándose filtraciones y confidencias por parte de quienes tendrán que rendir cuentas -y para eso necesitan quien les defienda- cuando todo esto concluya. Ya se conoce que el enlace español de la operación es José Enrique Rodríguez Zarza, abogado de Augusta Business Capital, la empresa que se convertirá en accionista mayoritaria del Córdoba. El abogado ha realizado declaraciones en varios medios -recalcando en todos ellos que no tiene "ni idea" de fútbol- a propósito de los famosos flecos de la venta, entre los que se encuentra la determinación del grupo italiano de adquirir la totalidad del paquete accionarial de Prasa y no un ochenta por ciento, dejando una mínima representación a José Romero. Si éste vende, será todo. O nada. Porque a día de hoy no se ha firmado el acuerdo definitivo. Mientras el entorno hierve con nuevos nombres que añadir al potaje informativo, los medios del club y los del grupo de empresas Prasa mantienen un silencio absoluto -no es exactamente así, pero queda bonito pensarlo- a la espera de que alguien les dé la orden de oficializar el fin de la operación.

Los italianos están en Córdoba y a mediados de esta semana se decidirá todo. Será antes de Nochebuena. Ésa es la intención de los negociadores del Córdoba, que comienzan a dar evidentes síntomas de desgaste. El dueño de las acciones, José Romero, permanece en la sombra. Lo que no quiere decir que esté parado. Por cierto, ¿se imaginan que al final el paquete se vende a otro grupo distinto al de Gaucci? Es difícil, pero puede ocurrir.

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