Luis Miguel López, que durante 25 años fue la voz del balonmano en TVE, le bautizó como Don David, y ayer, sentado en el palco como director general del Ciudad Real, tuvo que sufrirlo en sus propias carnes. Así es Barrufet, un trozo de la historia de este deporte y que ayer, con 39 años, volvió a ser decisivo, como tantas otras noches a lo largo de su carrera. Sus dos paradas en el último minuto de la prórroga decidieron la Copa Asobal a favor del Barcelona, acabando con la imbatibilidad de un Ciudad Real que había ganado los 21 partidos oficiales que había jugado… desde que en septiembre perdió la Supercopa ante el propio Barça. Si los manchegos son el mejor equipo del mundo, sólo otro del mismo tamaño como el Barcelona puede batirle, aunque para ello haga falta un encuentro de dimensiones épicas como el que durante 70 minutos disputaron ayer los dos gigantes del balonmano español.

Sólo había que echar un vistazo a la grada para entender que se iba a jugar un partido grande, probablemente el mejor choque que se puede ver en Europa. Entre dos equipos que se conocen de memoria y entre los que sólo los pequeños detalles marcan las diferencias, el Barcelona atacó primero amparado en su tremenda defensa 6-0 (en ocasiones rayando la violencia) y la claridad ofensiva de Rutenka.

Sterbik no cazaba ni una bajo la portería del Ciudad Real, y sólo los goles de Abalo sostenían a los manchegos en un arranque de marcado color azulgrana. Dujshebaev tuvo que ordenar una mixta con Davis sobre Rutenka, consciente de la capacidad desequilibrante del que hasta el pasado verano fue uno de sus pilares. Esta vez Pascual no se había guardado nada, y salvo la decisión de dejar fuera de la lista a Juanín García, había puesto todas sus armas sobre la cancha. Ese arsenal fue suficiente para manejar ventajas que llegaron a una máxima de cuatro goles en el minuto 22 (9-5) y hacerse con el control del encuentro ante un Ciudad Real que no se sentía cómodo ante el enorme desafío físico que le había planteado el Barça.

Hombrados sustituyó a un Sterbik negado y el Ciudad Real ganó eficacia en la portería, pero su falta de acierto en las numerosas superioridades de las que gozó le impidió completar la remontada. El Barça asumió el riesgo de una defensa permanentemente al borde de la legalidad, y la apuesta le salió bien, aunque los manchegos nivelaron el encuentro hasta llegar al descanso con una mínima desventaja de un tanto (14-13) que, visto lo visto, parecía un mal menor.

Dos goles de Peter Metlicic terminaron por darle la vuelta al marcador en los primeros segundos de la reanudación, y en el minuto 36 el Ciudad Real tomó su primera ventaja de todo el partido (15-16). El tanto sirvió para cambiar la dinámica del encuentro, porque si hasta ese momento la iniciativa había correspondido al Barcelona, ahora era el Ciudad Real el que tenía la sartén por el mango.

El choque entró en una fase de brutal intercambio de golpes. A cada gol del Barcelona, los manchegos respondían con la misma contundencia en los mejores momentos de Julen Aguinegalde. Bastó que el Ciudad Real perdiera la cadencia goleadora por unos momentos para que el marcador pasara del 19-20 al 22-20 (min. 45) que devolvía al Barcelona el control que había perdido en el inicio de la segunda parte.

El equipo de Dujshebaev seguía fallando en las superioridades y el Barça lo aprovechó para marcar unas distancias que, por momentos, parecían definitivas (25-22, min. 50), porque ahora sí se estaba jugando a lo que quería el equipo de Xavi Pascual.

Entonces el Ciudad Real tiró de casta, algo que no le puede fallar a un equipo que por calidad es el mejor del mundo. Los gestos de Viran Morros hacia su afición pidiendo intensidad desde la grada tuvieron su reflejo en la pista, y con Entrerríos tomando el mando de las operaciones, el actual campeón de Europa firmó un parcial 0-4 que le dio de nuevo la vuelta al marcador (25-26, min. 53).

Parecía que el destino tenía escrito que el choque de trenes tenía que ir a la prórroga. Empatados a cinco títulos en la Copa Asobal, con un triunfo para cada uno en sus enfrentamientos directos esta misma temporada… Los últimos minutos sólo sirvieron para confirmar que un espectáculo de tal calibre necesitaba diez minutos más para proclamar al nuevo campeón (29-29 al término de los 60 minutos).

Aunque la iniciativa era castellana, el Barça respondía a cada golpe de su rival, de tal forma que el primer acto del tiempo extra sólo sirvió para dejarlo todo por decidir en los cinco minutos finales (32-32).

Sólo un detalle podía romper la igualdad. Y ese detalle tenía nombre propio: David Barrufet. El eterno portero de la selección española apareció en los minutos finales de la segunda parte sustituyendo a Saric y ya dejó algún detalle antes de la prórroga, pero en el último minuto escribió una nueva página de su leyenda. Suya fue la parada que permitió al Barça entrar con ventaja en los segundos finales (34-33) y también suya fue la jugada que a la postre decidió el encuentro. Con dos hombres menos por las exclusiones de Jermenyr y Nagy, el Ciudad Real tuvo 35 segundos y la última bola para empatar el partido, pero el gran Barrufet detuvo el lanzamiento de Abalo para dar el título al Barcelona.

barcelona: Saric; Garabaya (1), Sarmiento (4), Ugalde (5), Tomás (6), Rutenka (8, 1p) e Igropulo (7, 2p) -siete inicial-, Barrufet, Iker Romero, Nagy, Boldsen, Jermenyr y Oneto (1). ciudad real: Sterbik; Kallman (5), Abalo (9), Metlicic (4), Chema Rodríguez, Morros (1) y Dinart -siete inicial-, Hombrados, Aguinegalde (6), Davis (1), Fernández (1), Evdokimov, García Parrondo (3, 2p) y Entrerríos (3, 2p). Árbitros: Martín y Monroy. Excluyeron por dos minutos a Iker Romero, Nagy, Jermenyr (3), Boldsen, Hansen, Oneto, Igropulo y Garabaya (3) por parte del Barcelona; y a Kallman, Aguinegalde, Metlicic y Morros por el Ciudad Real. Parciales: 3-2, 6-4, 9-6, 11-7, 12-11 y 14-13 (descanso), 15-15, 18-19, 22-20, 25-22, 26-26 y 29-29 (prórroga), 32-32 y 34-33. Incidencias: Final de la vigésima edición de la Copa Asobal disputada en Vista Alegre ante unos 2.500 espectadores.