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Y se formó la gozadera (1-1)

  • El Córdoba, no sin sufrimiento, suma el punto que necesitaba y entra en el 'play off'. El Girona, con el factor campo en contra, rival en la semifinal que se jugará jueves y domingo.

Ni lo confirmó Miami, ni lo regaló Puerto Rico. Pero sí repicó Dominicana, desde donde es parte de la sangre de Raúl de Tomás, el héroe del primer gran día de fiesta de los cinco que espera vivir el cordobesismo en las próximos dos semanas. Porque un gol del delantero clasificó al Córdoba para la disputa del play off de ascenso a Primera División, la primera y obligada parada para conseguir el objetivo. Quedan cuatro más, aunque para llegar a las dos últimas hay que pasar sí o sí el examen de las dos primeras, con el Girona como enemigo y el factor campo en contra. La serie arrancará el jueves (20:00) en El Arcángel y se cerrará el domingo (19:00) en Montilivi. Toca empezar de cero, ya nada importa. Ni inercias ni sensaciones ni juego. Es una doble batalla cara a cara con el premio final de un billete hacia la élite que ayer amarró el Leganés para acompañar por la puerta grande al campeón Alavés. Un pasaporte que el conjunto blanquiverde selló, no sin sufimiento, ante un Almería que se jugaba la vida y terminó agarrando también la permanencia con el reparto de puntos. Un equipo, el albirrojo, mejor once contra once que dio por bueno el empate al quedarse con diez, por lo que ese fue el marcador firmado a partir del 1-1 en mitad de una algarabía que debe no debe terminar aquí. 

Con el respeto por bandera, con dos equipos sin locuras en su juego, pendientes más de defender su portería que de buscar la contraria, el Almería demostró de inicio un puntito más de ambición. Y eso le sirvió para controlar mejor la situación. Con su área bien resguardada ante un rival conformista a más no poder que jugaba con el marcador a favor, sus rápidos escarceos ofensivos ponían el alma en un puño al cordobesismo. Michel Macedo, verdugo ya la pasada campaña en Primera, fue el primero en avisar con una volea a la salida de un córner que adivinó los problemas de cobertura de los blanquiverdes por el perfil izquierdo, donde la inclusión de Abel Moreno quebró la seguridad defensiva que Domingo Cisma venía dando en las semanas precedentes. 

Sólo los marcadores llegados desde otros escenarios advertían un panorama favorable, sobre todo porque beneficiaban al Almería en su carrera por la permanencia. Sin embargo, aislados de todo eso, los futbolistas albirrojos seguían apretando cuando tenían la mínima posibilidad de hacer daño. Así, un primer envío a la espalda de Abel casi lo aprovecha otra vez Michel, aunque el recurso del tacón encontró respuesta en Falcón. El Córdoba no daba señal de peligro, ni con el control ni con ataques elaborados ni con transiciones rápidas, esas que tanto bien le han hecho últimamente. Así fue hasta que Ríos, el único que transmitía sensación de estar centrado en lo suyo, lanzó una contra con Fidel y luego no alcanzó el remate en el punto de penalti por un pelo. Fue la única llegada local hasta el filo del intermedio, eso sí, ambas sin remate entre los tres palos. 

Con ese paupérrimo balance para un equipo que tanto se jugaba, el Almería siguió a lo suyo. Sin arriesgar lo más mínimo, los visitantes asustaron con otro balón a la espalda de la zaga, esta vez por el perfil de Stankevicius, que sólo la generosidad de Dubarbier al querer ceder el gol a Quique evitó que el 0-1 subiera al marcador. Poco después fue Deivid el que evitó que el balón llegara al delantero en otro envío del cordobesista. El ambiente no era el más propicio, y menos que pasó a serlo cuando un error defensivo de Abel Moreno a la hora de controlar un balón que perdió de vista y la nula reacción de Falcón permitieron que el disparo de Quique besara la red. 

Tocaba ver ahora la reacción de un equipo que en toda esta fase de mejoría nunca se había visto con el marcador en contra (salvo en los dos partidos que perdió, en Oviedo y Palamós). Y de inicio, el equipo acusó el golpe hasta el punto de que Michel y Lolo Reyes acariciaran el segundo. Todo pintaba muy mal, hasta que el mediocentro cedido por el Betis hizo un flaco favor a los suyos al sacar el brazo en una discusión con Pedro Ríos, que le sacó la roja. Al filo del intermedio, el panorama se aliviaba algo, aunque faltaba el paso al frente del CCF... o un favor en campo ajeno. 

Como quiera que eso segundo estaba fuera de control, Oltra exigió a los suyos coger el camino más corto, el de hacer los deberes propios. Ante un enemigo en inferioridad numérica que, de momento, cumplía con creces con su objetivo, el Córdoba empezó a jugar en campo contrario, mucho más decidido que en todo el primer acto. Las llegadas, sobre todo por los costados, empezaban a aflorar, aunque no así las ocasiones de gol. Faltaba un punto más de chispa, de ideas, de calidad para superar el entramado defensivo de un equipo que ya tenía claro que sólo le correspondía defender su arco. De hecho, Kalu Uche cogió un balón franco en medio campo tras una pifia de Rodas y, pareciendo correr para atrás, dio tiempo a Stankevicius para subsanar el error y evitar hasta el remate. 

Ni siquiera esa salida alivió a los visitantes, que siguieron sufriendo el acoso y derribo de un CCF que buscó la ansiada transformación con la entrada de Pineda por un desaparecido Markovic. Con la afición enganchada, consciente de que un gol en Ponferrada en esos momentos sacaba al equipo de la promoción, una primera caída del chileno al costado derecho del área originó un primer aviso a lo que poco después supuso el tanto del empate en una combinación con Raúl de Tomás. Sí, los dos delanteros desaparecidos durante gran parte del año se conjuntaron para acercar el objetivo con el primer tiro entre los tres palos de los locales en todo el encuentro. Y ya había pasado la hora de juego. 

Tras los muchos minutos de sufrimiento, tocaba serenar. El banquillo pidió calma a partir de entonces, pues el empate valía para conseguir el play off y, en ese momento, otorgaba hasta el factor campo. Viendo que al Almería tampoco le disgustaba, pues con diez no podía irse hacia arriba y seguía sobreviviendo, esos 20 minutos largos finales se fueron consumiendo entre pases horizontales. Sin rúbrica, fue un pacto de no agresión clarísimo que terminó dando paso a la fiesta con el tanto del Girona en El Toralín que aseguraba la permanencia almeriense, lo que quitaba cualquier temor a un último arreón visitante. Aunque ese marcador dejó finalmente al Córdoba quinto, y con el factor campo en contra con los catalanes, eso era lo de menos. Jugar por el ascenso ya está garantizado. Y ahora, a pelear por la Primera División, para lo que hace falta consumir cuatro capítulos más.

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