Sd ponferradina - córdoba fc

Cortejo en la oscuridad (1-3)

  • Aunque con algunas dudas defensivas sin factura por el ínfimo nivel del adversario, el Córdoba suma su primera victoria de la segunda vuelta para recuperar el paso en la lucha por el ascenso.

Poco a poco y casi sin darse cuenta, había dado pasos hacia el abismo. Hacia un callejón con difícil salida. Una vía que parecía sin retorno y que sólo hallaba complicidad en una luz, tenue, al final del angosto camino. Había casi que imaginársela porque los focos que venían acompañando la ruta se fueron apagando al ritmo de las zancadas. Pero en esas se paró a pensar, dibujó todo el imaginario que había engullido tiempo atrás, cuando encontró la felicidad, y se dispuso a calcarlo. No fue como antes, ni mucho menos, pero sirvió al menos para alcanzar la meta con una sonrisa tras un mes largo de sinsabores que habían ido minando su confianza, un arma clave para sentirse de nuevo fuerte. Es por eso que en ocasiones da igual el cómo, la forma, porque sólo importa el fondo. Y eso se traduce en un triunfo que es el primero de la segunda vuelta, tres puntos que mantienen al equipo tercero y con el paso recuperado para luchar por el ascenso. Parece poco, pero es mucho, tal y como se estaba poniendo el decorado. 

Esa lectura, asida al pragmatismo más absoluto, la conoce a la perfección José Luis Oltra, que tildó el partido de El Toralín como una final. Y cuando se trata de un partido decisivo, lo principal es no fallar. Por eso el técnico apostó por blindar el centro del campo con tres mediocentros -hasta ahora sólo había hecho de inicio en Leganés (3-1)-, si bien Sasa Markovic se descolgaba para auxiliar a Xisco desde esa zona de nadie en la que tan bien se mueve. La idea estaba clara: estar juntitos y esperar atrás un fallo de una Ponferradina agobiada que huele de lejos a Segunda B. Lo primero era superar el miedo que podían trasladar los últimos resultados y para eso había que empezar trasladando una imagen de equipo sólido. No lo hizo el Córdoba porque en defensa mantiene aún dudas que sólo las victorias y su posterior reflejo en la clasificación pueden ir disipando. Así, antes del minuto 5, ya Adán y Caiado habían dado dos sustos importantes que, sobre todo en el caso del segundo, sacaron a la luz las deficiencias de los bercianos para competir por la permanencia. Poca sangre y escasa maldad que agradecieron Razak y sus compañeros. 

Sobre un terreno de juego que tampoco ayudaba demasiado, las posesiones duraban suspiros. Nadie controlaba la situación, si bien la Deportiva parecía de salida más animosa a buscar el portal rival. El Córdoba no tenía prisas, confiando en esa pegada que lució la mayor parte del campeonato. Avisó con una primera acción a pelota parada, un córner de Fidel que Stankevicius cabeceó para el lucimiento de Dinu. Pero no se le veía cómodo en un partido que transmitía miedo a perder a la legua, una presión con la que hasta ahora no habían jugado los blanquiverdes y que les hacía estar a disgusto, al menos más sobre el papel que su enemigo. Tocaba esperar, tranquilos, a que el nivel más bajo de los locales provocara un error. Y llegó al paso por el ecuador del segundo periodo. Casado quiso montar una contra y provocó un desaguisado por su costado que la contra-contra rubricó en gol. Era el guión escrito, una lectura perfecta ante un rival con más de 500 minutos sin ver portería y dos meses y medio sin ganar. Ahora sólo faltaba rematar la faena. 

Sin embargo, maniatado por esa inseguridad que la oscuridad del juego y los marcadores recientes le habían causado, el Córdoba prefirió mantener la posición de salida. Y eso le hizo regalar algún remate franco que volvió a sacar las carencias de la Deportiva. En unos minutos de asedio, un error de Víctor en la salida provocó una contra cuatro para dos sin remate final, una acción individual de Jebor que ni siquiera probó a Razak, un cruce providencial de Domingo Cisma ante la llegada de Djordjevic y un cabezazo de Andy con todo a favor también desviado. Mucha ventaja ante cualquier otro rival, pero que no se tradujeron en nada ante los bercianos, a los que el cuadro blanquiverde asestó ya un golpe mortal al filo del descanso en una jugada que arrancó embarullada y que la calidad del frente ofensivo de Oltra convirtió en un gol a puerta vacía del capitán. Un tanto de esos que recuerdan a los que uno marcaba de niño en el colegio y que puso el 0-2 al filo del intermedio. 

La entrada de Aguza metió una marcha más a la Ponferradina con su desequilibrio entre líneas. Todo lo contrario que la de Rafa Gálvez por un tocado Eddy, que hizo que el Córdoba se hundiera en la medular, facilitando las llegadas bercianas. Y así, como viene sucediendo, a falta de seis más el alargue, Caiado encontró un resquicio y su buena maniobra recortó distancias. ¿Otra vez tocaba sufrir en el tramo final? Menos mal que una genialidad de Raúl de Tomás y la definición de Markovic, ahora sí, evitaron que el susto se alargara demasiado. El Córdoba vuelve a andar camino de la luz, todavía con inseguridad, pero al menos ya da pasos hacia adelante. Es lo mínimo que se le pedía. Ahora ya habrá tiempo de volver a ser sólido y brillante, algo que con el sostén de un triunfo siempre se antoja más fácil..

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