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Cuatro años, un cambio y una vuelta al origen

El miércoles se cumplieron cuatro años del desembarco de Carlos González en el Córdoba, aunque no fue hasta cinco días más tarde cuando presentó su primer proyecto bajo el lema "La ilusión, ni tocarla". La llegada del empresario tinerfeño, afincado en Madrid, alejó al club blanquiverde de los objetivos medianos de la permanencia y lo convirtió en un aspirante al ascenso a Primera División, algo que finalmente logró la pasada campaña. Con el gran lunar de no haber sido capaz de formar un grupo que lograse asentarse en la máxima categoría, la entidad inicia ahora una nueva aventura en la que recupera la ambición mostrada entonces para volver a pelear por dar el salto a la élite. "Construyendo ilusión" es el mensaje lanzado para una reconstrucción que afectará a todas las esferas de un CCF marcado por la constante confrontación del mandatario y que tiene en la ciudad deportiva su gran objetivo a corto y medio plazo.

Hay varias cosas que nadie puede discutir a González. Entre ellas, el cambio de mentalidad que su llegada provocó en el cordobesismo. Atrás quedaron las temporadas en las que el primer reto era amarrar la permanencia, sin más ambición. Ahora, el Córdoba sale desde el inicio en el grupo de aspirantes al ascenso a Primera. Jugó el play off en la primera campaña bajo el manto del actual presidente, fracasó en la segunda y volvió a pelear por llegar a la élite la temporada pasada, alcanzando el éxito en aquel mágico 22 de junio en el Gran Canaria de Las Palmas. Lo que pasó en el curso recién finalizado no debe caer en el olvido. Y no lo hará, provocando de inicio un cambio total en el organigrama deportivo del club que conlleva la recuperación del espíritu de 2011.

De hecho, el conjunto blanquiverde vuelve a aparecer en escena con el único reto posible de volver a Primera División. Y lo hace con la intención de construir de nuevo la ilusión perdida durante los últimos -y duros- meses. La primera piedra ha sido la contratación de Emilio Vega como director deportivo, encargado desde ya en el fichaje de un entrenador valiente que apueste por ganar y seducir, al estilo de lo que quiere Rafa Benítez para su nuevo Real Madrid. Ambos serán luego los encargados de dar forma a una plantilla con hambre en la que habrá muchas caras nuevas. Algo, por cierto, que no es nuevo, pues viene siendo la seña de identidad cada verano desde el cambio de propiedad.

Sin embargo, lo que de verdad debe cambiar es el espíritu de confrontación que siempre acompaña a Carlos González y que le hace flaco favor. Es uno de los puntos por los que siendo el presidente que devolvió al club cordobesista a la élite tras cuatro décadas en el ostracismo hay muchos sectores de la ciudad que le continúan dando la espalda a su gestión. Los éxitos, algunos palpables como el inicio de las obras de la ciudad deportiva que tanto tiempo venía demandando la entidad, quedan ensombrecidos por sus gestos y desplantes al tan manido entorno. Principalmente a una afición -también esa relación amor-odio con el alcalde José Antonio Nieto, sus disputas con el anterior consejo de administración y su tira y afloja con los medios de comunicación- que como viene demostrando ya en este inicio de campaña siempre estará al lado de los suyos, siendo su principal sustento en los buenos y, sobre todo, en los malos momentos.

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