Córdoba - Eibar · la crónica

Tierra contra el fuego (1-1)

  • El CCF se deja dos puntos ante un rival al que no supo rematar pese a adelantarse a los 10 segundos. El conjunto blanquiverde fue más efectista que efectivo, aunque pudo ganar.

Un gol a los diez segundos, un equipo entusiasta y un mayor dominio de la situación no fueron suficientes para que el Córdoba sumara su tercera victoria consecutiva en lo que va de año. Los blanquiverdes tuvieron opciones para matar el partido, pero no supieron hacer efectivo su juego más efectista, perdido en muchas ocasiones en florituras personales, y se vieron sorprendidos por un Eibar que hizo diana en su primera y casi única llegada clara en todo el encuentro. Ya con los dos equipos con diez por la rigurosidad arbitral, el conjunto de Djukic tardó en volver a controlar un duelo que en los compases finales le regaló un par de ocasiones para dejar el triunfo en casa, ambas abortadas por Irureta para desesperación de la hinchada local. 

Con dos de los equipos más en forma del campeonato frente a frente, dos equipos que hace sólo unos meses estaban en Segunda División y hoy se pasean con honor en la máxima categoría, el partido tuvo un arranque espectacular. Porque aun sacando de centro el Eibar, el Córdoba logró firmar el tanto más tempranero de lo que va de campaña. Fue una jugada marca de la casa, que aglutinaba todo lo que pide Djukic de sus hombres a estas alturas de la competición: presión, intensidad, trabajo y acierto. Entre Cartabia y Florin se lo guisaron y el rumano se lo comió, para hacer su segundo tanto en otros tantos partidos ligueros en El Arcángel. 

El tanto dibujaba el inicio soñado. Sobre todo porque de sobra es conocido el buen hacer del Eibar cuando sale de Ipurua. Garitano ha construido un bloque solidario que no rehuye del balón y se mueve bien sea cual sea el escenario. Pero ante el Córdoba le costó de lo lindo enterarse de qué iba la cosa. Porque los locales, con la ventaja en el marcador, reforzaron su apuesta. Se tiraron unos metros atrás, donde se sienten más cómodos, aunque no todo se basó a la contra. El equipo estaba tan cómodo defendiendo como con el balón. Todos la pedían, nadie se escondía en campo propio y, nada más que pasar de la medular... a correr. Ahí era la hora de Ghilas, Bebé y Cartabia, aunque el orden armero imposibilitaba esos espacios en los que los de Djukic se mueven a las mil maravillas. 

Con todo, la movilidad de Cartabia entre líneas, hizo trabajar a Irureta con un lanzamiento con la diestra desde la frontal. Pero no fueron muchas las llegadas. A pesar del festival de la grada, que se entusiasmaba con cualquier acción, todo quedó más en una tirada de fuegos de artificio que en otra cosa, aunque Fede Cartabia, con un libre directo lejano, y Rossi, con un testarazo cruzado que no encontró portería. El Córdoba dominaba y marcaba el paso del choque ante un rival perdido, desconocido, que se diluía cuando trataba de armarse cerca del portal de Juan Carlos. Sólo la estrategia, ese arma que sale al rescate cuando vienen mal dadas, permitía a la revelación de la temporada, dar muestras de que estaba verdaderamente en el verde. Eso sí, en todas las acciones, la zaga se mostró contundente, sin regalar nada, sabiendo que ese es el camino más corto hacia el éxito. 

Sin embargo, el panorama empezó a cambiar peligrosamente tras el paso por los vestuarios. A más de uno se le vino a la cabeza la imagen de Vallecas, pues todo pareció quedar a expensas de la defensa. El Eibar cada vez tenía más posesión, aunque le costaba un mundo llegar con peligro al portal de Juan Carlos. De hecho, las aproximaciones más claras seguían siendo locales. Florin, tan intenso como siempre, se fabricó una para plantarse ante Irureta, que salió airoso aguantando en el primer palo. 

Cada vez había más espacios para salir a la contra, pero las fuerzas empezaban a escasear. Y eso era un problema. Djukic tardó en mover el banquillo y el Eibar, que agilizó antes sus cambios tras quedar ambos equipos con diez, encontró una recompensa en la que pocos confiaban en su primera llegada, que nació de una acción aislada y tuvo continuidad en una mala defensa. Quedaban 20 minutos escasos y el partido enfrentaba ya a un equipo más que satisfecho con el empate y otro que buscaba el segundo para regalar la segunda victoria de la temporada a su afición. 

El Córdoba pasó por unos minutos de desconcierto, pero fue capaz de encontrar el camino correcto de cara al tramo decisivo del duelo. Una falta lateral de Abel Gómez la cabeceó excesivamente cruzada Borja García y ya en el tiempo de prolongación Crespo tuvo la más clara, tras ganar la espalda a Lillo, con un envío del centrocampista madrileño que cabeceó contra el cuerpo de Irureta. Hubiera sido quizás el justo premio al equipo que más buscó el tanto, el que más puso de su parte para ganar, pero también el que se perdió más en unos fuegos artificiales apagados de forma súbita por un cubetazo de tierra.

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