Las cinco plazas más emblemáticas de Córdoba
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En Córdoba sobran los rincones icónicos, llenos de personalidad e historia, testigos mudos del paso de los diferentes estilos arquitectónicos a lo largo de los siglos, así como de los usos y costumbres de la ciudad. ¡No te prives de recorrer estas cinco fuentes que conforman la fisonomía de Córdoba!
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Miles de personas transitan cada día por la Plaza de las Tendillas, una de las plazas -si no es la más- famosas de Córdoba sin conocer el origen real de su nombre. Para ello hay que remontarse al siglo XIV. En esa época las casas y las pequeñas tiendas (o tendillas) de los comendadores de la Orden de la Calatrava estaban ubicadas en dicho emplazamiento, espacio con el que se les recompensó por su ayuda en la Conquista (o Reconquista de Córdoba).
Así pues, pronto la zona comenzó a ser conocida como las Tendillas de Calatrava. Si bien las casas de Calatrava fueron derruidas en 1860 para posibilitar la construcción del desaparecido Hotel Suizo, con unas unas dimensiones de 2.000 metros cuadrados y 75 habitaciones de lujo, y regentado por los hermanos Puzzini. La Plaza está presidida por la escultura del Gran Capitán (1923), realizada por Mateo Inurria.
La imagen multicolor y bulliciosa de la única plaza cuadrangular de Andalucía no falta en el reportaje fotográfico de cualquier visitante que venga a Córdoba. Sin embargo, La Corredera -que se cree levantada sobre el antiguo Circo Romano de la ciudad- es mucho más que un lugar de encuentro de cordobeses y turistas que atestan los veladores de los numerosos establecimientos ubicados en sus soportales.
La actual construcción porticada data del siglo XVII (1683). Concretamente es un diseño del arquitecto Antonio Ramos Valdés -a instancias del corregidor Francisco Ronquillo Briceño- pero hay evidencias de que en el siglo XIV fue una plaza irregular.
El nombre le viene dado por otro de sus usos pretéritos, ya que acogió corridas de toros. También fue uno de los lugares destinados en Córdoba durante la Inquisición a los temidos autos de fe y ejecuciones. Según los datos existentes, la última ejecución llevada a cabo tuvo lugar en 1838. Un poco más tardía se celebró la última corrida de toros (1846). A partir de entonces la Fiesta Nacional se desplazó a la Plaza de Toros de Los Tejares.
La fuente que preside la plaza se levantó durante el reinado de Felipe II. Por orden del Corregidor Garcí Suárez de Carvajal, se construyó con el objetivo de mejorar el abastecimiento de agua de la zona. Al principio estuvo ubicada donde hoy se encuentra el monumento a San Rafael al final de la calle en dirección al río. Pero la trasladaron al otro extremo de la plaza hacia 1847.
En cuanto al origen del nombre de la Plaza del Potro hay un par de teorías. Situada en el barrio de la Ajerquía, hay quien apunta a que debe su nombre a la fuente renacentista que la preside, cuya figura protagonista es un potro.
Aunque tampoco es descabellado pensar que su nomenclatura se deba a que en la plaza -tradicionalmente lugar de compra-venta de ganado y de actividades artesanales- hubo un mesón "donde se vendían potros y mulas", en palabras del historiador Ramírez de las Casas Deza. Además, en uno de los laterales está ubicada la famosa Posada que comparte apellido con la fuente.
La popular plaza de Capuchinos es una de las más fotografiadas de la ciudad. Destaca por la sobriedad de su diseño, un cuadrilátero de paredes encaladas sólo interrumpidas por las portadas en piedra del convento Santo Ángel.
La Plaza está presidida por una de las imágenes más singulares de Córdoba: El Cristo de los Faroles. Visualmente destaca el contraste entre la oscuridad del Crucificado y la estructura en que se sustenta y la blancura de los muros que lo rodean. Precisamente son los faroles de hierro que lo custodian los que dan nombre al conjunto escultórico.
La Plaza del Conde de Priego está presidida por un conjunto escultórico dedicado al torero Manolete, Manuel Laureano Rodríguez Sánchez. Este artístico homenaje no podía estar en otro barrio que no fuera el más torero de la ciudad, Santa Marina. Es obra de obra del artista Manuel Álvarez Laviada y fue inaugurado el 8 de mayo de 1956, nueve años después del fallecimiento de El Monstruo tras la mortal cogida de Islero.
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