Rafaela Torres: "No hay pauta nutricional que funcione si tu diálogo interno es violento"
La nutricionista acaba de publicar su segundo libro, 'Cuando comer duele', basado en su propia experiencia
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La nutricionista Rafaela Torres acaba de publicar su segundo libro, Cuando comer duele. La suya es una historia novelada pero basada en su infancia y adolescencia. No es una biografía, ni un manual al uso sobre métodos de perdida de peso. Esta doctora en Nutrición con especialidad en Digestivo narra de primera mano cómo transitó del sobrepeso al bullying, la bulimia y múltiples problemas adicionales hasta llegar a ser quien es.
Pregunta.¿Qué le ha llevado a escribir este libro?
Respuesta.Lo que me ha llevado a escribir este libro no es solo lo que sé, sino todo lo que he vivido. Desde muy pequeña, aprendí lo que es sentir que no encajas, que tu cuerpo es un campo de batalla y que la comida puede ser tanto un refugio como una prisión. Viví la anorexia desde dentro, con el silencio, el miedo, y la presión constante de no ser suficiente. También viví el bullying, ese que no solo te hiere por fuera, sino que va minando poco a poco la percepción que tienes de ti misma.
P.Pero no se quedó ahí...
R. Me reconstruí. Y en ese camino me hice nutricionista, pero no una convencional. No creo en las dietas que solo cuentan calorías ni en los métodos que olvidan que detrás de cada cuerpo hay una historia. Creo en la escucha, en el respeto, en sanar la relación con la comida y, sobre todo, en volver a habitar el cuerpo sin miedo.Este libro es mi forma de tender la mano. De decirle a quien lo necesite: “Te entiendo. No estás sola. Hay salida”. Y si ayuda, aunque sea a una sola persona a encender su propia luz, ya habrá valido la pena.
P.¿Por qué ahora y no antes?
R.Porque ahora tengo la voz firme y el corazón en paz. Durante mucho tiempo, sentí que mi historia no era lo suficientemente válida para ser contada. Que aún me faltaba sanar, aprender, demostrar… como si tuviera que alcanzar una versión perfecta de mí misma para atreverme a hablar. Pero la verdad es que nunca hay un momento perfecto, y la perfección es solo otra forma de miedo disfrazado. Ahora lo hago porque he dejado de esconder mis cicatrices y he empezado a verlas como lo que realmente son: huellas de todo lo que he superado. He sentido que este es el momento de unir mi historia con mi profesión, de poner palabras a lo que tantas veces se calla y transformar el dolor en herramienta, en puente, en posibilidad. No antes porque antes todavía estaba recogiendo los pedazos. Ahora sí porque los he convertido en una fuerza imparable.
P.¿Le ha servido de catarsis?
R. Sí, absolutamente. Este libro ha sido una catarsis en toda regla. Escribirlo ha sido como abrir una ventana que llevaba años cerrada. Me ha obligado a mirar hacia adentro con una honestidad brutal, a revivir momentos que dolieron y a reconciliarme con versiones de mí misma que durante mucho tiempo quise olvidar. Pero también me ha permitido ver todo lo que he avanzado, todo lo que he construido desde ese lugar oscuro del que salí.
P.¿Escribirlo ha sido liberador?
R.Profundamente. Cada palabra escrita era como soltar una carga, como dejar en el papel aquello que ya no necesitaba seguir llevando en silencio. Ha sido llorar mientras escribía, pero también reír, abrazarme desde la compasión, y decir: "Lo lograste". Y lo más importante: me ha servido para transformar el dolor en algo útil, en algo que pueda llegar a otras personas. Porque al final, lo que no se expresa se enquista… y lo que se comparte, sana. Este libro no solo me ha sanado a mí. Espero que también abra caminos de sanación para quienes lo lean.
Me reconcilié con la comida cuando entendí que no tenía que merecerla
P.Si le pudiera dar un solo consejo a la niña y adolescente que fue y que padeció bullying, sobrepeso ¿Cual sería?
R.Le diría, mirándola a los ojos, con toda la ternura y la fuerza del mundo: "No tienes que cambiar para que te quieran. No eres el problema. Eres suficiente tal y como eres." Durante años creí que si era más delgada, más callada, más invisible, entonces todo dolería menos. Pero no. El problema nunca fue mi cuerpo, ni mi sensibilidad, ni mis silencios rotos por las lágrimas. El problema era un entorno que no supo ver la belleza de una niña distinta, intensa, sensible y con un corazón enorme. Le diría que no está rota, que no necesita encajar en moldes que no la representan. Que un día va a convertir todo ese dolor en propósito, en vocación, en amor hacia los demás y también hacia sí misma. Que su historia importa, que sus lágrimas no han sido en vano, y que el mundo necesita precisamente su mirada: valiente, auténtica, empática. Y, sobre todo, le susurraría algo que nadie le dijo en su momento: "Vas a ser feliz. No solo sobrevivir, sino realmente vivir. Y lo vas a hacer siendo tú".
P.¿Que impacto positivo ha tenido en su personalidad el haber transitado por esa problemática?
R.Hoy soy una referente en el mundo de la nutrición con una trayectoria internacional, llevando mi mensaje de esperanza y reconciliación con la alimentación y tu físico y abrazar tu sistema metabólico como parte de un proceso duro pero gratificante cuando cuentas con las respuestas correctas. Enseño el camino para llevar a una nutrición consciente de que lo mas importante es tu bienestar emocional y luego vendrá lo físico. Donde la microbiota juega un papel importante en el equilibro de mente y corazon. Verme como una mujer madura con un físico adecuado y una salud buena no ha salido de la nada, sino del esfuerzo, la constancia y la superación.
P.¿Qué importancia tiene la relación con la comida en la vida de cualquier persona?
R. La relación con la comida lo es todo. Porque no se trata solo de lo que comemos, sino de cómo lo hacemos, por qué lo hacemos y desde qué lugar emocional nos estamos alimentando. Comer es un acto cotidiano, pero también profundamente simbólico. Está ligado al placer, al consuelo, al autocuidado, a la cultura, a la identidad, a la culpa… Y cuando esa relación se vuelve tensa, obsesiva o desconectada, muchas veces refleja heridas más profundas que nada tienen que ver con la comida en sí. Una relación sana con la comida es un pilar clave para una vida equilibrada. No se trata de perfección ni de rigidez, sino de reconciliación. De volver a comer con presencia, sin miedo, sin culpa. De entender que nutrirnos va mucho más allá de lo físico: es también un acto de respeto, de libertad y de amor propio. Cuando sanamos esa relación, no solo mejora nuestra salud. Mejoramos nosotras. Porque dejamos de vivir en guerra con el cuerpo, y empezamos a habitarnos con paz. Y esa paz… se nota en todo.
P.¿Cuando fue el momento en que se reconcilió con la comida y como lo conseguió?
R.No hubo un solo momento. Fue un proceso largo, a veces sutil, otras veces brutal. Pero si tengo que señalar un punto de inflexión, diría que fue el día en que dejé de tenerle miedo al hambre. Durante años el hambre fue mi enemiga: la controlaba, la callaba, la ignoraba… porque creía que si tenía hambre, era débil, fallaba, me desbordaba. Pero hubo un día en que, después de tanto castigo y tanta lucha, me pregunté: "¿Y si en vez de pelear contra mi cuerpo, empiezo a escucharlo?" Ese fue el primer paso de mi reconciliación. Dejar de ver la comida como una amenaza y empezar a verla como una aliada, como algo que podía cuidarme, sostenerme, reconectarme con la vida. No hay pauta nutricional que funcione si tu diálogo interno sigue siendo violento. Me reconcilié con la comida cuando entendí que no tenía que merecerla.
A los niños hay que enseñarles que su valor no está en el número de la báscula, sino en lo que son, sienten y construyen
P.¿Llevar una vida saludable es mucho más que comer sano?
R.Totalmente. Llevar una vida saludable es muchísimo más que comer sano, y esa es una de las grandes confusiones que veo cada día, incluso en el ámbito profesional. Comer sano es importante, claro. La nutrición es una herramienta poderosa para tener energía, prevenir enfermedades y vivir con más bienestar. Pero si esa "alimentación saludable" se convierte en una obsesión, en una fuente de ansiedad o en una forma de control, deja de ser saludable. Una vida verdaderamente saludable abarca cómo te hablas, cómo duermes, cómo te mueves, con quién te rodeas, cómo manejas el estrés, cuánto espacio te das para sentir, descansar y disfrutar. Es equilibrio. Vivir saludablemente es elegirte cada día con actos pequeños pero significativos. Comer sano es solo una parte del puzle. La salud real es integradora, compasiva y profundamente humana. Y eso es lo que intento transmitir en todo lo que hago.
P.¿Cree que nuestros niños y adolescentes cuentan con herramientas suficientes para tener una relación sana con la comida?
R.No cuentan con las herramientas suficientes, y eso me preocupa profundamente. Vivimos en una sociedad que les habla de calorías, de cuerpos ideales, de restricciones, de culpa… pero que apenas les enseña a escucharse, a entender su hambre emocional, a identificar lo que sienten, a respetar su cuerpo en todas sus etapas. Necesitan espacios donde puedan hablar de lo que les pasa sin ser juzgados. Necesitan referentes reales, no ideales inalcanzables. No basta con darles pautas. Hay que acompañarlos, escucharles, y enseñarles que su valor no está en el número de la báscula, sino en lo que son, sienten y construyen.
Si este libro ayuda aunque sea a una sola persona a encender su propia luz, ya habrá valido la pena
P.¿A qué asociación irán destinados parte de los beneficios conseguidos con la venta de este libro?
R.Parte de los beneficios de este libro irán destinados a una asociación que trabaja con jóvenes y adolescentes que padecen trastornos de la conducta y discapacidad intelectual la Asociación Cordobesa de Discapacidad Intelectual (ASCDI) especialmente en contextos de vulnerabilidad emocional, social o económica. He elegido esta causa porque yo estuve ahí y tengo hijos con limitaciones. Quiero que este libro no solo inspire, sino que también sostenga, que deje huella más allá de sus páginas. Porque si mi historia puede transformar la de otra chica o chico que hoy se siente perdido, entonces todo este camino cobra aún más sentido.
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