De sobra es conocida la intermitente conexión que Miguel de Cervantes mantuvo con Córdoba capital y algunas zonas de la provincia durante algunos momentos de su vida. Y en varias de esas idas y venidas al famoso escritor sus compromisos laborales lo llevaron hasta Castro del Río, lo que hace de ésta una Villa Cervantina. El autor de El Quijote no siempre fue literato a tiempo completo sino que también se mantenía económicamente como avezado recaudador.

Al parecer recaló allí en el año de 1587 por orden de Valdivia, con el objetivo de efectuar una buena saca de trigo. Como algunos de los personajes de sus entretenidas novelas, una serie de truculentas comisiones, lo llevaron de cabeza a la cárcel, que por entonces estaba ubicada donde actualmente se erige el Ayuntamiento castreño. Cervantes embargó en Castro del Río 200 fanegas de trigo a un canónigo y 1.489 fanegas y media de trigo al Consejo, justicia y regimiento de la Villa, así como cereales de propiedad eclesiástica.

Y sería precisamente en dicha prisión donde, según el prestigioso cervantista Jean Canavaggio, el manco más famoso de las letras españolas comenzó a escribir su obra más universal. 

De hecho paso por la localidad y la grandiosidad de su obra hicieron que el Centro Cultural de la Villa, inaugurado en 2021, fuera bautizado como Teatro Cervantes. Está situado en en el popular Barrio de la Villa. Pero ese no es el único homenaje a Miguel de Cervantes, pues una escultura de acero a escala natural de Don Quijote y Sancho Panza corona el talud del Mirador del Llano de la Fuente, anexo a la muralla de Castro del Río.

El niño del Potro

No obstante, no sólo Castro del Río fue refugio de Cervantes. El trabajo como cirujano de su padre en el Hospital de la Caridad de Nuestro Señor Jesucristo-actuales Museo Julio Romero de Torres y Museo de Bellas Artes- llevó a Miguel de Cervantes a vivir buena parte de su niñez en Córdoba.

Tras su marcha, serían muchas las ocasiones en que el ilustre escritor volvería a visitar nuestra ciudad. Y tan hondo caló en él y su ingenio para las letras que la actual Plaza del Potro aparece en su novela más insigne, Don Quijote de La Mancha. 

Un azulejo instalado en la fachada del Museo de Bellas Artes en 1917 asegura: "El Príncipe de los Ingenios de España Miguel de Cervantes Saavedra, de abolengo cordobés, mencionó este lugar y barrio en la mejor novela del mundo. Varios cordobeses con amor de paisanos y con veneración de españoles dedican este humilde recuerdo al insuperable escritor".