La araña es uno de los pescados blancos más codiciados en los bares y tabernas cordobesas, pues son muy pocos los que se decantan por esta delicia. Normalmente se sirve frita y acompañada de un poco de mahonesa o alioli, pues aunque su carne es jugosa y sabrosa también es más firme que la de otros pescados. 

Los hermanos José Luis y Pedro Salcedo, en la recién abierta Taberna Salcedo,  (Nuestro Padre Jesús Caído, 3)la elaboran siguiendo escrupulosamente la receta familiar. Ellos le ponen un aliño especial -absolutamente inédito hasta la fecha. La clave de su éxito está en la limpieza del mismo pues lo que no muchos saben es que la araña cuenta con púas venenosas, cuyo veneno se inactiva con el calor. No obstante, el cliente puede estar bien tranquilo porque la parte con que se trabaja son los lomos una vez limpios tras quitarle la cabeza y la piel. 

No demasiado lejos de allí está La Bodeguilla (Maestro Priego López, 12), donde llevan cocinándola décadas. El secreto, al margen de la temperatura correcta del aceite de oliva en que lo sumergen, radica en el tipo de harina que emplean: harina tradicional de trigo molida a la piedra. 

También salen raciones de araña frita por doquier en El Rincón de Paco (calle de la Radio, 6), un templo de la cocina tradicional, en pleno Vial cordobés. Este recoleto bar está especializado en pescados y mariscos y su técnica de fritura se lleva -sin paños calientes- la matrícula de honor. Eso sí, quien quiera probar su araña en versión light, puede optar por pedirla a la plancha con un aderezo de ajito y perejil. 

Bien vale el paseo hasta Vistalegre para deleitarse con el buen hacer de Bar Vicente (Escritora Rosa Chacel, 9) donde sumergen la araña en una suerte de adobo a base de perejil, ajo y limón. 

Al margen de versiones, diferentes y todas deliciosas, una buena copa de vino blanco joven o de fino de la tierra son las mejores opciones para maridar con este bocado cuyo delicado sabor recuerda sutilmente al del marisco.