Ruta Regina-Realejo: Plaza de las Tazas 11

El paraíso de Cristina Bendala formó parte desde finales del XIX de una casa de vecinos, de la que la propia Cristina ha recuperado la memoria histórica, algo de lo que queda constancia a modo exposición de fotos de antiguos inquilinos en su zaguán, antesala de un pequeño que da la bienvenida al enchinado cordobés.

A finales del siglo XIX, lo que antaño fue un antiguo picadero de caballos en La Magdalena pasó a ser una casa de vecinos, convirtiéndose las cuadras en habitaciones encaladas y preparadas para acoger a familias completas en cada una de ellas; en total eran casi una veintena de habitaciones, por lo que en el inmueble llegaron a habitar casi un centenar de personas a la vez.

Este gran y sin igual patio –en realidad parecen varios patios en uno– es, como su propia dueña defiende, “un paraíso que ha iluminado las vidas de los hombres y mujeres que lo han habitado”. No suelen faltar año tras año en el recinto, el único con bambú chino, buganvillas y rosales, plantas trepadoras y tropicales o la morera, conjunto que configura un auténtico bosque exquisito, sin olvidar amarilis, hortensias, los típicos geranios y gitanillas, cintas…