Brindis al sol
Alberto González Troyano
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Historia
Entre 1810 y 1940 existieron unos zoológicos humanos que solo rememoran a la palabra vergüenza y barbarie. Los zoos humanos, que tenían a animales del género Sapiens sapiens como pobladores, fueron un fenómeno occidental, aunque tuvo su punto álgido en Bélgica. Estos zoos usaban a figurantes africanos que servían como propaganda colonial paradójicamente, todo tipo de carteles y de materiales que sirvieron para reproducir estereotipos racistas: desde un compás para medir el cráneo de los congoleños, hasta un póster que compara el cuerpo de un africano con el de un gorila.
Durante más de un siglo este tipo de recintos fue visitado por 1,5 millones de personas. Este tipo de zoos se construyeron en un período en el que aún no existía la televisión, había un cine muy limitado, las fotos también eran inusuales, y a gente no viajaba ni a África ni a Asia. De esta manera, ésta era la única oportunidad de ver a gente africana y por ello se convertían en eventos extraordinarios de éxito masivo.
Los visitantes, que reforzado con cartelería, textos e imágenes, veían reforzado su opinión de los africanos como personas salvajes y rudimentarias. Así les tiraban plátanos y cacahuetes para burlarse de los figurantes, que eran reclutados desde las colonias y llegaban forzados a los zoológicos de Europa, donde vivían en malas condiciones, luchando contra el frío y las epidemias.
En los zoos se recreaban escenas de su vida cotidiana, o los obligaban a simular escenas de cómo los europeos creían que era la vida cotidiana en África: cocinar, bailar, cantar, navegar en barco por un río...
Aunque estos zoos parecen algo muy lejano, hace tan solo 22 años la localidad belga de Yvoir recreó con figurantes una aldea de una tribu pigmea para, supuestamente, difundir un proyecto humanitario en África.
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