Semana Santa

Otra tarde triste en el Campo de la Verdad

TAMPOCO fue ayer una tarde de celebración en el Campo de la Verdad. Y van ya tres años consecutivos que la hermandad del Descendimiento se queda en casa, tantos como José Enrique Domenech ocupa el cargo de hermano mayor. "Nunca había pasado esto en la historia de la cofradía", se justificaba minutos pasadas las 18:00, cabizbajo, ante los 300 penitentes que alumbran al Santísimo Cristo del Descendimiento y a Nuestra Señora del Buen Fin. "Está claro que no es culpa del hermano mayor", respondía instantes después el consiliario de la hermandad, Pedro Soldado, ante el mismo auditorio.

Hay niños que en el Descendimiento han agotado su edad como esclavinas sin poder desfilar, y costaleros que ven pasar los años sin ponerse bajo los pasos. "Son los designios del Señor", animaba Soldado, mientras que el hermano mayor habló de hacer un "trabajo psicológico" para todos estos damnificados. Lo cierto es que los estrenos se acumulan sin salir: hay estandartes que no han pisado la calle desde que se realizaron hace tres años. Y la túnica de María Magdalena, confeccionada en los propios talleres de la cofradía y que se estrenaba ayer, tendrá que esperar para otro viernes mejor.

No pilló por sorpresa en la parroquia de San José y Espíritu Santo la cancelación de la estación de penitencia, sobre todo teniendo en cuenta que los Dolores y la Soledad ya habían suspendido. "Es imposible en estas condiciones. Tenemos un patrimonio artístico muy importante, y sobre todo hay que cuidar del patrimonio humano, que es lo mejor que tenemos", dijo Domenech a los hermanos. Más que lágrimas y lloros causados por una decisión sorprendente, la decisión de la junta de gobierno se vivió entre los cofrades del Campo de la Verdad con resignación. "Era previsible, desde aquí no se ve ni la Catedral", decía un penitente desde lo alto de la escalinata de la parroquia. "No nos podemos arriesgar tanto", zanjó.

El anexo a la parroquia donde se guardan los pasos abrió a las 18:30 y permaneció de par en par hasta las 22:30; los hermanos que quisieron alumbrar a sus titulares tuvieron la oportunidad de hacerlo gracias al turno de vela que se organizó. Pero, antes, hubo momento para la reflexión y la penitencia porque, como dijo el consiliario, no salir es "más estación de penitencia". "Como todos los viernes santos, estamos en Viernes Santo", reflexionó Soldado, quien animó a "dar un ejemplo de serenidad y tranquilidad". "La ventaja es que tendremos agua en los pantanos para más tiempo", bromeó el párroco. Las mantillas no tuvieron más remedio que lucir sus vestidos de luto bajo los paraguas, al igual que los nazarenos, los costaleros y los músicos de la banda. Otra tarde de Viernes Santo también en blanco en la orilla sur del Guadalquivir.

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