El silencio de la lluvia en la Compañía
Cientos de personas aguardan bajo los paraguas la apertura de la iglesia, que invitó a los cofrades a un momento de reflexión
LA hermandad de la iglesia de La Compañía también se vio obligada por la meteorología a suspender su estación de penitencia. La decisión fue rápida, de modo que la junta de gobierno ni siquiera llegó a solicitar a la Agrupación de Cofradías la media hora habitual de tregua de estas ocasiones, pues la previsión meteorológica advertía de que esta prórroga sería insuficiente para que pasara la tormenta. "Ha sido una decisión difícil porque es el tercer año consecutivo que no salimos, pero al mismo tiempo fácil porque la previsión era de inestabilidad toda la tarde", explicó el hermano mayor, Enrique León. Y lo cierto es que la borrasca se quedó sobre la ciudad, ensombrecida por las nubes.
La parroquia del Salvador y Santo Domingo de Silos permaneció cerrada hasta casi las 21:00 mientras los devotos, poco a poco, hacían cola en la plaza de la Compañía bajo los paraguas. Los hermanos, mientras tanto, protagonizaron en el interior del templo un "pequeño acto devocional", con el rezo de un vía crucis. Cuando los portones de la iglesia se abrieron, se contaban por cientos los cofrades que, bajo los nubarrones negros y ya de noche, aguardaban para reencontrarse con el Señor del Sepulcro y con Nuestra Señora del Desconsuelo en su Soledad. Cordobeses y turistas asimilaban entonces que el Viernes Santo rozaba a su fin, porque el cielo no dio esperanzas.
Dentro de la Compañía, sólo alumbrada por la llama de los cirios, las voces se acallan. Ante el altar oscuro, descansan los dos titulares de la hermandad: Cristo yacente en el sepulcro y su madre, con mirada de desconsuelo. Invitan al recogimiento la oscuridad quebrada por la luz amarillenta de la cera, los altares barrocos en penumbras tras la nube blanquecina del incienso, el silencio interrumpido por la música que interpretaron el grupo Cantabile y un trío de capilla con instrumentistas del coro de Fernando de los Infantes. La cantidad de fieles que acudió al sepelio de Cristo fue innumerable hasta entrada la noche, en lo que fue para muchos un momento para la reflexión y el recogimiento. La hermandad estrenaba este año 14 piezas de candelería obras del orfebre cordobés Antonio Cuadrado y ropa de los servidores, diseñada por Javier Artiñano y confeccionada por María Santiago y María Soler.
Fuera, la inquietud por la tardanza en abrir la puerta se mezclaba con el sentimiento de otra tarde de procesiones truncadas por el mal tiempo: "Parece que empieza a ser un castigo. El año pasado ocurrió lo mismo, confiamos en que la próxima Semana Santa sea mucho mejor", dijo esperanzada una joven cofrade a las puertas del templo durante la larga espera para su apertura. "Pero, claro, esto depende de la primavera...", responde su acompañante. "La previsión meteorológica no ha sido muy acertada. Nunca pensé que hiciera tan mal tiempo", lamentó otro cofrade. Jóvenes con costal, penitentes con los hábitos de otras hermandades, familias de paseo vespertino y turistas con cámara en mano acudieron a la Compañía a despedirse de Cristo. Fue el punto y seguido a una Semana de Pasión de imprevistos meteorológicos que, si el tiempo lo permite esta vez, tendrá su epílogo feliz mañana domingo con la Resurrección en Santa Marina.
También te puede interesar