El Perdón

A la noble sombra de la Catedral

  • La calle Cardenal Herrero es el punto donde confluyen quienes gozan del día

La Hermandad del Perdón es del barrio de la Judería y lo lleva a gala. La ubicación de su sede canónica en la iglesia de San Roque, uno de los rincones menos contaminados por el merchandising turístico de esta zona de la ciudad, es un punto tan íntimo para la salida de esta cofradía que al mismo sólo pueden acceder los escogidos por la suerte de encontrar un sitio en la calle Buen Pastor. Quien llega tarde no tiene más remedio que acudir a las inmediaciones de la Mezquita-Catedral, donde sus generosas aceras dan cabida a todos, sin distinción. Desde el turista recién duchado del Hotel Maimónides hasta las familias que buscan un sitio cómodo o las pandillas que van y vienen de procesión en procesión disfrutando del Miércoles Santo.

La calle Cardenal Herrero es un lugar de encuentro. El cortejo del Perdón, junto al muro norte del primer templo de la Diócesis, es un remanso en una intensa jornada cofrade, un lugar de paso obligado en la jornada central de la Semana Santa. Así se lo toma el ex concejal José Antonio Cabanillas y su esposa, la periodista Gemma Nierga, que también tienen previsto ver a la Hermandad de la Pasión por la Puerta del Puente y Nacho, Lola, Baldomero y Javi, que vienen de San Basilio y van camino de ver la Paz y el Calvario en otros puntos de la ciudad.

Muchos pasan por la Catedral. Y se paran ante ella, junto al cortejo de nazarenos blancos y negros, mientras el sol que declina hace brillar la caoba del paso del Señor del Perdón en el olvido de los desagradables chaparrones que a traición cayeron sobre esta hermandad hace unos años en este mismo lugar. Algunas de las figuras secundarias estrenaron ayer nueva vestimenta en sustitución de la que se deterioró como consecuencia de aquella lluvia.

El sol de la tarde dora la noble piedra del monumento, un marco de lujo que todos buscan como fondo para unas fotografías que se disparan sin cesar. Todos enfocan con el conveciomiento de obtener la imagen del siglo: nazarenos, incienso, un paso vistoso y, al fondo, la torre de la Catedral. Algo inédito.

Indiferente a todo el trasiego que hay a su alrededor, el Señor del Perdón avanza camino del altar de la Virgen de los Faroles a la vez que la agrupación musical Nuestro Padre Jesús de la Redención interpreta ¡Oh, bendita Estrella!, una marcha que lleva el sello de la casa y que llena con sus sones las ganas que todos tienen de disfrutar de la tarde.

El cortejo avanza hacia Magistral González Francés a la vez que se escucha un aplausa en la otra punta de la calle. Las cabezas se giran y todos ven el paso de la Virgen del Rocío y Lágrimas avanzando al son de los compases finales de la marcha de Manuel Ruiz Vidriet que lleva por nombre el de su advocación.

La tarde va discurriendo, lo mismo que el cortejo de nazarenos, al igual que hacen las centenares de personas que han encontrado en este punto la mejor parada para disfrutar de una cofradía que tiene el lujo de tener a la Judería cordobesa como su propia casa.

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