Semana Santa 2024

Los judíos vuelven a inundar las calles de Baena: coliblancos y colinegros echan las cajas otro Miércoles Santo a pesar de la lluvia

Coliblancos y colinegros echan las cajas en la calle Coro de Baena, en la Almedina.

Coliblancos y colinegros echan las cajas en la calle Coro de Baena, en la Almedina. / Sara Núñez

Qué largas se hacen las horas en la madrugada del Miércoles Santo. El tiempo parece quedar paralizado para ese judío aferrao impaciente porque llegue la hora acordada para colgarse su caja y salir a la calle para ejercer un año más con esta querida y antiquísima tradición de echar las cajas. Este año, ni el viento, ni la intermitente lluvia, ni el frío, han impedido salir al judío a la calle.

Con el sol aún durmiendo, pero a la luz de las farolas, coliblancos y colinegros escrupulosamente vestidos con la habitual y singular indumentaria del judío de Baena, se han dirigido hacia la Almedina, hacia el Arco Oscuro o el Arco de la Consolación, o a la Placeta Marinalba, donde han iniciado su particular recorrido golpeando con ahínco su tambor y realizando, con mayor o menos maestría, el primero de los muchos redobles, si el tiempo lo permite, de esta Semana Santa.

No hay un orden procesional establecido en esta santa mañana. Las colas blancas y las negras han ido un año más entremezcladas y a la salida del tímido sol en esta ocasión y casi oculto tras las nubes, este contraste unido al de los plumeros y pañuelos de los más variopintos colores y al brillar de los cascos de coracero, han ofrecido por momentos una instantánea de extraordinaria belleza.

El vello se eriza al sentir desde cualquier punto de la ciudad cómo Baena retumba en su interior y como ese sonido se va haciendo más potente a medida que avanza la jornada hasta tornarse las calles un hervidero de judíos con caras satisfechas al poder cumplir un año más con esta ceremonia. Eso sí, este 2024 continúa la mañana…. mirando al cielo.

Un judío que se precie ha de ser elegante: su pantalón negro y camisa blanca deben ir siempre perfectos y primorosamente planchados y qué decir de las chaquetas rojas y bellamente bordadas rompiendo con esa monotonía monocromática. Los pañuelos asidos al cuello con un anillo le aportan personalidad, variando el color o estampado dependiendo del gusto del que lo lleva, al igual que ocurre con el tono de los plumeros. Las colas, blancas o negras, negras o blancas, variarán según la tradición familiar o la reunión de amigos.

Y entre toques de calle, de procesión o redobles, entre amigos y familia y sin distinción en el color de las colas, está transcurriendo la jornada con cientos de judíos copando las estrechas calles del casco antiguo al tiempo que se han compartido desayunos y comidas y el tambor se ha hecho convivencia. Los bares han sido refugio de judíos en esos momentos en los que las nubes han decidido aliviar su pesada carga.

Y así será hasta llegada la tarde y a la salida de Nuestro Padre Jesús del Huerto de la iglesia de San Francisco. A partir de este momento, los sayones montarán guardia en la Cruz de Jaspe y ningún colinegro podrá acceder al templo con el casco puesto, solo lo harán los judíos de la cola blanca. Por estas tradiciones, la Semana Santa de Baena es diferente y única. Ahora toca esperar si el tiempo permite que la Cofradía del Huerto pueda realizar o no su estación de Penitencia.

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