Semana Santa

Las flores del Alcázar Viejo

  • Los vecinos de San Basilio lanzan una lluvia de pétalos desde el Arco de Caballerizas a los titulares de la Pasión

SAN Basilio a punto de florecer y en la puerta de la parroquia de Nuestra Señora de la Paz bulle la esperanza con la salida de sus titulares. Estas calles que en mayo rebosan alegría, color y en las que se escuchan mil y un idiomas, ayer silenciadas casi por completo. Un silencio sólo roto por las órdenes de los capataces de los pasos de Nuestro Padre Jesús de la Pasión y de María Santísima del Amor y San Juan Evangelista en su salida del templo. Un silencio roto por los aplausos y la admiración de todo un barrio. Un silencio roto también ante la llegada de la Agrupación Musical Santo Tomás de Villanueva (Ciudad Real) y sus característicos uniformes. El Alcázar Viejo deja paso ya al azahar que nace en los naranjos, un aroma que se extiende por todas sus calles, al igual que el incienso cofrade, que ayer inundó cada uno de los rincones de este barrio.

Sin casi espacio en la calle principal del barrio por excelencia de los patios de Córdoba, muchos son los que optan por no bajar y asomarse desde sus privilegiados y envidiados balcones como el que disfrutan tres pequeños en el primer piso del número 26. Privilegiados en altura que, sin embargo, se pierden el fervor de la calle y el calor que desprende el sentir cofrade en la piedra. "Señores, id haciendo sitio que tiene que pasar la banda", pide a voces un servidor de la hermandad para que la banda manchega pueda hacer su entrada. Y el gentío se abre a su paso sin pesar. Silencio, que la Cruz de Guía de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Pasión, María Santísima del Amor y San Juan Evangelista ya está en la calle. Comienza la estación de penitencia para una cofradía que recorre puntos y enclaves singulares de Córdoba, como el arco de Caballerizas Reales, un lugar simbólico que representa su salida de un barrio tan castizo como el de San Basilio. El Cristo de la Pasión en su paso de caoba emerge ya del templo y sorprende a la bulla que descubre un lazo con los colores de la bandera de Bélgica -negro, amarillo y rojo- en el frontal en apoyo a las víctimas del cruel atentado del pasado Martes Santo. Tras la Marcha Real, el director de la agrupación musical exclama: "Tocad La Saeta, sólo La Saeta". Y suena con maestría la composición musical que creó Joan Manuel Serrat. Nadie pierde la vista del paso -ni siquiera la alcaldesa, Isabel Ambrosio-, que sale a buen paso tras las directrices que marca el capataz. Ya está en la calle el Señor de San Basilio.

El silencio regresa a este enclave de la capital en apenas unos segundo. Mientras los nazarenos de túnica blanca, cubrerrostro morado y cíngulo blanco y morado siguen su camino hacia la carrera oficial, el gentío se reordena para ver salir a María Santísima del Amor y San Juan Evangelista y otros aprovechan la espera para intentar llegar al Arco de Caballerizas Reales para contemplar la belleza de su paso. Es un tiempo que sirve también para que el aire dé un respiro en la plaza de San Basilio, un espacio que bulle en sentimiento y lágrimas. "¡Papá, papá, que ya sale!", anuncia un pequeño, al tiempo que el incienso avanza que la Señora de San Basilio sale ya a la calle para disfrute de todo un barrio entregado y toda una ciudad.

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