Semana Santa

Un derrumbe en San Pablo obliga a la modificación de dos cortejos

  • La Borriquita y La Esperanza llegan a carrera oficial desde la calle Hermanos López Diéguez

Dos hermandades tuvieron que modificar ayer su recorrido, el mismo que llevan haciendo desde hace muchos años. La culpa no fueron las obras, como sí ha ocurrido en alguna que otra ocasión. Y es que, esta vez, la culpa fue del artesonado del número 24 de la calle San Pablo, que se vino abajo, sobre las 12:40, minutos antes de que la Hermandad de La Borriquita pasara de recogida de camino a la parroquia de San Lorenzo.

Ante el temor de que alguna que otra teja cayera al exterior durante el paso de las cofradías de La Borriquita y la Esperanza, tanto el Ayuntamiento como la Agrupación de Cofradías decidieron que éstas cambiaran su itinerario habitual. Más que nada, por seguridad.

El primero en llegar al número 24 de la calle San Pablo fue el edil de Seguridad y Movilidad, José Joaquín Cuadra. Según contó, fue él quien decidió que La Borriquita cambiase de rumbo hacia la calle Alfaros. "La cruz de guía estaba ya casi en la esquina con Capitulares y les he tenido que indicar que girasen", reconoció. El que también se desplazó hasta el lugar de los hechos fue el presidente de la Agrupación de Cofradías, Juan Villalba, quien de manera inmediata se puso en contacto con los responsables de cada hermandad para proponer el itinerario alternativo.

Para comprobar el estado en el que se encontraba la casa, hasta ella se desplazaron efectivos del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento (Seis), quienes intentaron desde las 15:00 apuntalar la casa, con dos autoescalas, para evitar tener que modificar las procesiones de las cofradías vespertinas. Sin embargo, el esfuerzo no dio el resultado esperado y La Esperanza tuvo que alcanzar la carrera oficial a través de las calles Hermanos López Diéguez, Juan Rufo y Alfaros. No obstante, a última hora de la tarde los bomberos retiraron el cordón de seguridad y el tránsito fue abierto para los peatones que llenaban la zona.

La situación provocó que numerosas personas se concentraran en el enclave, que estuvo acordonado hasta bien entrada la tarde, para comprobar qué pasaba, al tiempo que los vecinos del número 22 reconocieron que "que la casa llevaba más de 15 años deshabitada". Una de las residentesexplicó a El Día que "se ha escuchado mucho ruido cuando se han hundido las tejas" de la vivienda en el proceso de derrumbe.

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