Silencio roto por el rezo en San Lorenzo
ánimas
Con la luz del día iluminando el templo fernandino los fieles pudieron ver una estampa diferente
Con expectación máxima se esperaba en la plaza de San Lorenzo a la hermandad de Ánimas, que se reencontraba con la ciudad tras el regusto amargo del año pasado, en el que la lluvia impidió la estación de penitencia. El portón del templo fernandino se abrió y se hizo el silencio. Sólo el rezo del Santo Rosario se escuchaba entre una multitud que no se quería perder la dificultosa salida del Crucificado y la de Nuestra Señora Madre de Dios en sus Tristezas. Sin costaleros y sobre ruedas, las dos imágenes cruzaron el arco de San Lorenzo. Ya fuera, ante la mirada de la multitud presente en este barrio tan cofrade, que escuchaba atentamente como entonaba el coro el Miserere y el Stabat Mater tras los pasos, la hermandad avanzaba lentamente hacia la Catedral a plena luz del día, una imagen inédita y diferente a las anteriores estaciones de penitencia cuando salía de noche y en la oscuridad de San Lorenzo.
Con el duelo presente, la mirada del Crucificado mostró la crudeza de la muerte. Silencio y lágrimas, después, ante la magnitud de la talla -anónima del siglo XVII-. Tras el Señor fue su Madre, que estrenaba saya bordada. Bajo baldaquino, Nuestra Señora Madre de Dios en sus Tristezas avanzó con la mirada perdida.
De camino al primer templo de la diócesis, el paso de la hermandad de San Lorenzo -segunda tras la Entrada Triunfal que sale del templo fernandino- por San Pedro fue otra estampa para el recuerdo, como se pudo comprobar en el Vía Crucis Magno de 2013 con la imagen del Señor. Con el rezo siempre presente, los nazarenos enlutados se adentraron en la nueva carrera oficial, donde se pudo ver a la corporación de Ánimas atravesar la Puerta del Puente y adentrarse en la Catedral. En el recorrido de vuelta, con la luz de la luna llena, el duelo se hizo mayor. Silencio y rezo siguieron de la mano hasta llegar ya de madrugada a San Lorenzo. El luto fue mayor.
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