San Pedro gana más de noche que por el día

Misericordia

Con la retirada de los últimos rayos de sol la cofradía ganó en sobriedad

San Pedro gana más de noche que por el día
Rafael C. Mendoza

09 de abril 2009 - 05:00

A las 20:15, la hora en la que salió ayer la hermandad de la Misericordia, era todavía de día. El rosetón de la basílica de San Pedro aún recibía algunos rayos solares y en la plaza homónima sobre la que se encuentra erigido este templo podían verse algunas gafas de sol y hasta manos colocadas como visera para evitar deslumbrarse. Algo muy poco habitual. El murmullo y el ruido –de naturaleza muy diferente– se adueñaban además de este céntrico enclave. El chasquido de las pipas al abrirlas, las conversaciones de numerosos grupos que se congregaron allí y el jaleo propio de los bares y tabernas situados frente a esta plaza eran algunas de las molestias al cortejo procesional. La cofradía de la Misericordia, por historia y por su propia estética, pide noche y silencio y ayer no pudo conseguirlos en su plenitud.

La salida diurna, incluso más que los ruidos y el murmullo que protagonizaron el arranque de la estación de penitencia de la Misericordia, se había convertido en el gran tema de conversación de quienes presumen de no faltar a esta cita cada Miércoles Santo, los incondicionales de la Misericordia. Unos criticaban la decisión tomada por parte de la Agrupación de Hermandades y Cofradías al adelantar la hora de entrada en carrera oficial y otros se afanaban en justificar esta circunstancia por el hecho de desarrollarse la Semana Santa en abril en lugar de hacerlo en marzo como el pasado año.

En cuanto al murmullo y el ruido sólo los músicos de la Banda de Cornetas y Tambores de la Coronación de Espinas y los de la Banda de María Santísima de la Esperanza, que acompañaron a sus imágenes titulares, pudieron solaparlos gracias al sonido de sus instrumentos al interpretar las marchas procesionales.

Tampoco esta cofradía se ganó el respeto de uno de los bares de la plaza. En su interior había aficionados al fútbol que no se perdieron un solo detalle del partido de Liga de Campeones disputado ayer entre el Barcelona y el Bayern de Munich mientras el crucificado y la Virgen de las Lágrimas estaban ya en la calle. Tampoco gustó este detalle a algunos de los asistentes.

No cabe duda de que esta cofradía gana cuando luce la luz de luna y también cuando el silencio domina en sus puntos de paso. Y así fue a partir de las 23:00, tras salir de la carrera oficial y casi tres horas después de que saliera la cruz de guía. Desde entonces resplandeció –como suelen hacerlo cada Miércoles Santo– los dorados de la cruz de guía, los ciriales, el paso de misterio y la orfebrería del de palio y brillaron los capirotes blancos, que se podían ver perfectamente en la lejanía y reconocer que se trataba de la Misericordia.

En apenas diez minutos la plaza de San Pedro se había quedado prácticamente vacía. Sólo la abundancia de cáscaras de pipas y alguna que otra mancha de cera sobre el suelo empedrado dejaban constancia de que por allí había pasado la estación de penitencia de esta corporación. Los bares y las tabernas de este enclave de la ciudad volvieron a quedar nuevamente abarrotadas, unos para terminar de ver el partido del Barça y otros para avituallarse y lograr ese extra de fuerza que permitiera seguir de procesiones durante toda la noche.

La mejor muestra de que la Misercordia es una hermandad claramente de noche es que el mejor momento de su procesión llegó pasada la medianoche, cuando el cortejo salió de la plaza Conde de Cárdenas para llegar a La Corredera. Aquí nuevamente se produjo la llegada masiva de cofrades procedentes de otros puntos. Hubo quienes optaron por hacerse con un sitio de privilegio en el entorno de la basílica y quienes trataron de seguir –siempre con dificultad– el camino de la procesión a San Pedro.

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