Semana Santa

Luz para el reencuentro cofrade en las calles

  • Todas las hermandades procesionan en una jornada completa después de tres días de precipitaciones La cofradía de la Buena Muerte tiene que refugiarse en la Catedral y esta tarde trasladará a sus titulares

DE Poniente a Jesús Nazareno. De San Cayetano al Alpargate. De San Francisco a San Pablo para acabar en San Hipólito y antes pasar por la Catedral. Es Jueves Santo. Después de una semana aciaga y constantes lamentos, el tiempo dio una tregua y todas las hermandades pudieron celebran su estación de penitencia, salvo el Cristo de la Buena Muerte, que tuvo que refugiarse en la Catedral en plena madrugada por la lluvia. Una jornada que, sin duda, colmó las expectativas de una Córdoba que tenía ganas de echarse a la calle y disfrutar de las hermandades. El Jueves Santo es, sin duda, la jornada en la que se registra una mayor concentración de público en las calles de la capital y estas alteraciones provocaron que se produjesen algunas aglomeraciones, en puntos como en la calle Diario de Córdoba, que, pese a su anchura, no fue capaz de contener a los que pretendían ver al Señor de la Caridad, a la legión y al resto de hermandades que con pocos minutos de diferencia pasan a escasos metros. Sin duda, una jornada positiva para el mundo cofrade y también para el sector hostelero, puesto que encontrar mesa en bares, tabernas y restaurantes fue casi misión imposible, sobre todo, en la zona centro.

La primera cofradía en tomar la calle fue la de La Sagrada Cena, desde el barrio de Poniente, que por primera salió con agrupación musical propia. Y qué diferente es la salida de una cofradía de un barrio de estas características, donde la amplitud de sus calles y avenidas hace que el paso se exhiba con elegancia, donde las estrecheces y los pisotones que se viven en otras zonas de la capital pasan a un segundo plano y donde el riesgo desaparece casi por completo. Cientos y cientos de personas se agolparon ante la parroquia de San Álvaro para ver salir el único paso, hasta la fecha, de esta joven hermandad, que este año ha cumplido sus primeros 28 años de vida. No en vano, a su regreso y tras pasar por carrera oficial, la cofradía se detuvo ante la parroquia de la Trinidad, donde se fundó en 1985 para conmemorar la fecha. La joven cofradía, además, espera poder sacar a corto plazo a su titular mariana, la Virgen del Valle.

Y tras La Cena, el gentío toma la estrecha y pequeña plaza del Padre Cristóbal, en pleno barrio de San Agustín; muchos llegan a este punto con hora y media de adelanto para no perder un sitio que no es de su propiedad, sino que se consigue a fuerza de estar de pie. En ella se dan cita vecinos, fieles y algún que otro turista despistado que callejea en una tarde fresca. El silencio es una de las principales señas de identidad de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima Nazarena y San Bartolomé. Un silencio que logra extender a las cientos de personas que esperan su salida y también a su desfile por este barrio tan castizo de la capital y que, además, refrendan los niños del colegio del mismo nombre, que con sus túnicas negras y saber estar ponen en evidencia que la vida de esta hermandad decana está más que garantizada.

Y es en este punto de la tarde del Jueves Santo donde los intereses se encuentran y es difícil saber elegir hacia dónde dirigir los pasos y no equivocarse. En poco más de una hora y media salen tres hermandades bien distantes y diferentes entre sí. No hay duda, hay que elegir sitio como sea y en el menor tiempo posible. Sin embargo, encontrarlo en un Jueves Santo como el de anteayer es bastante difícil, por no decir que imposible. La ciudad está tomada, el centro está tomado. Las calles están impracticables, no hay hueco por el que pasar, y no se puede dar un paso en falso. Por lo menos, la salida de Jesús Caído desde la cuesta de San Cayetano ofrece un respiro a los pies que comienzan a dar síntomas de cansancio. El Cristo de los toreros toma las calles y, tras él, Nuestra Señora del Mayo Dolor, que este año estrena la saya, bordada en los talleres de Antonio Villar. Y a su paso calla Santa Marina, que espera ansiosa su llegada, en una tarde de nubes y de aire que prologa una noche santa.

Una noche que encuentra en la calle, en el arroyo de San Rafael, al Esparraguero tras su salida de la parroquia de Trinitarios, donde también es difícil andar y del que tampoco es fácil saber hacia dónde dirigirse para encontrar a la Caridad. Esta hermandad arrastra no a cientos, sino a miles de personas hasta San Francisco para contemplar no sólo a su titular, sino también a los legionarios. No en vano, la cofradía del Señor de la Caridad hizo hermano de honor al Tercio Gran Capitán, Primero de la Legión, en 1951, y desde entonces la presencia de sus miembros con sus característico modo de desfilar convoca a multitud de personas en la tarde del Jueves Santo cordobés. Y anteayer también en todo su recorrido, que volvió a provocar escenas sobrecogedoras.

Y como es Jueves Santo, las hermandades a su llegada y paso por carrera oficial casi se solapan. No pasa el último penitente del Esparraguero por Capitulares y la verja de San Pablo abre sus puertas para que la calle reciba a Las Angustias. Esta hermandad no salió el año pasado a cuenta de las precipitaciones. Pero el Jueves Santo de 2013 volvió a ser testigo de la belleza de este grupo escultórico, uno de los más importantes de la imaginería barroca andaluza, compuesto por imágenes de la Virgen de las Angustias y del Cristo Yacente, obras de Juan de Mesa y Velasco. La última hermandad en salir fue la Buena Muerte, de la Real Colegiata de San Hipólito, que no lo hizo a su hora prevista, sino casi un cuarto de hora más tarde, lo que provocó el desconcierto de las cientos de personas que acudieron para ver la salida de la hermandad de la Buena Muerte y Nuestra Señora Reina de los Mártires. En plena madrugada, en la plaza de San Ignacio de Loyola era el momento del recuento de las procesiones vistas a la hora de la jornada, la hora también de los primeros bostezos en la cara de los más pequeños y de los mensajes en los móviles para comprobar si salía o no salía. Finalmente, el paso del Santísimo Cristo de la Buena Muerte tomó la plaza y llegó la primera de las saetas de la noche, al tiempo que los nazarenos de luto buscaban un hueco entre los fieles y el silencio ganaba terreno hasta la salida de Nuestra Señora Reina de los Mártires. A la hermandad de la Madrugada le sorprendió la lluvia a eso de las 03:00, justo antes de su salida del interior de la Catedral. Ante la inclemencia del tiempo, la hermandad decidió no proseguir con su estación de penitencia y será hoy, Sábado Santo, cuando traslade a sus titulares a partir de las 16:30.

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