La noche del Lunes Santo en Priego de Córdoba se vive de manera muy especial en el Calvario, aunque la lluvia ha causado en esta ocasión una ola de desilusión difícil de describir.

Y es que el Cristo de la Buena Muerte y María Santísima de los Dolores, que suelen ir acompañados por un numeroso cortejo de penitentes, se han quedado en casa al suspenderse la estación de penitencia hacia la parroquia de la Asunción.

El Cristo, escoltado por cuatro grandes antorchas, costituye una de las imágenes más singulares de la Pasión prieguense, aunque habrá que esperar a 2025 para revivir esas sensaciones.

Se trata de una hermandad antiquísima. En junio de 1689, el abad de Alcalá, Pedro de Toledo, aprobó su constitución en el desaparecido templo de Santiago.

A partir de aquí, se pierden las referencias hasta 1928, en que ya, en la ermita del Calvario, deciden reorganizarla un grupo de hermanos. En 1931, el Obispo de Córdoba aprueba el reglamento, si bien sufre una tercera reorganización en 1969, que es cuando comienza su máximo esplendor.

Cristo de la Buena Muerte y Virgen de los Dolores.