Espera bulliciosa en la calle Feria

La hermandad sale con media hora de retraso de San Francisco debido a la amenaza de lluvia

La multitud, ante el Señor Amarrado a la Columna.
La multitud, ante el Señor Amarrado a la Columna.
Á. R.

25 de marzo 2013 - 01:00

IMPOSIBLE llegar al Compás de San Francisco. Si uno quiere ser testigo de la salida del Huerto de su parroquia, no puede dejarlo para el último momento. Imposible entonces avanzar entre la multitud que se apelotona en la calle Feria con ganas de Domingo de Ramos, trabajo arduo hacerse paso entre las familias que esperan bulliciosas, entre las pandillas que aprovechan los claros de la tarde para disfrutar de las primeras procesiones. En la calle Feria confluyen todos los perfiles de la Semana Santa: los turistas que se alojan en los hoteles de la zona; los clientes de los bares del entorno, con la consumición aún pendiente; los niños que suplican cera a los penitentes; los feligreses del barrio y quienes, por curiosidad, se dejan llevar por la muchedumbre o, quizás, llegan allí orientados por la música de alguna banda.

Hay ganas de Domingo de Ramos y por eso no importa esperar. Si acaso, algunos niños se impacientan, juegan y se distraen. Pero no queda otra por la amenaza de la lluvia, que obliga a la hermandad a salir con media hora de retraso. Así que al bullicio habitual se unen los nervios por los avatares del tiempo. La espera merece la pena y los claros permiten que el Huerto salga a la calle.

Las campanas de la parroquia anuncian que lleva el momento esperado, pero la multitud impaciente de la calle Feria aún tiene que esperar unos minutos. No falta quien reclama silencio cuando la cruz de guía atraviesa el arco del Compás de San Francisco camino de la carrera oficial. Pero el barullo no cesa, y entre la muchedumbre avanzan las dos hileras de nazarenos, apenas intuidos los capirotes de blanco bajo las nubes de la tarde. En la calle Feria confluyen la tarde del Domingo de Ramos y también la noche. La penumbra avanza conforme se desarrolla el desfile: las luces de los balcones se encienden y se encienden también las velas.

La imagen del Ángel se asoma a la calle Feria, y el barullo acalla cuando aparece el rostro ausente de Jesús orante en el monte de Getsemaní. Desde la distancia se intuye el esfuerzo de los costaleros. Las pisadas acompasadas, poco a poco, atraviesan el arco de piedra. El olivo se hace hueco entre los naranjos de la calle y suena la música de la banda de la Redención. Aplausos y fotos. Hay ganas de Domingo de Ramos y por eso no importa la espera, a veces con el paraguas en mano. Avanza el cortejo: el Amarrado a la Columna y María Santísima de la Candelaria también arrancan aplausos. Es Domingo de Ramos en la calle Feria, pese a las nubes y el agua.

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