La Santa Faz

Cruce de generaciones en la Trinidad

  • La hermandad es una de las que cuenta con mayor número de niños debido a la vinculación de la orden trinitaria con la educación.

LA estampa en la puerta lateral de la Iglesia de la Trinidad, en la calle Lope de Hoces, se caracteriza por el cruce de generaciones que cada año acompañan a los titulares de la Hermandad de la Santa Faz. Por un lado, destaca la alegría y entusiasmo de los niños que hacen estación de penitencia con el Señor de la Santa Faz y Nuestra Señora de la Trinidad, muchos de ellos pertenecientes a los colegios de la orden trinitaria.

Por otro, la serenidad de los mayores de la residencia que la orden tiene en esa misma calle y que, sentados junto a la salida, observan cada movimiento de nazarenos, el barullo que se forma a su alrededor, las caras de ilusión de los más pequeños. En definitiva, miran desde la experiencia que dan los años en lo que se ha convertido la Semana Santa, una fiesta que en nada se parece a lo que ellos vivieron en su juventud. Rostros cansados, agrietados por la edad, ojos que lo han visto (casi) todo, bocas que tienen mucho que contar, recuerdos que a veces se desvanecen mientras la mirada se pierde entre el gentío.

Los demás -cofrades, turistas y curiosos que se aglutinan en torno a la Iglesia de San Juan y Todos los Santos-, sólo esperan el deleite de la salida de Jesús Nazareno en su encuentro con la Santa Mujer Verónica y de María Santísima de la Trinidad. Los que están en el sol lo hacen con más ansia ya que las gotas de sudor empiezan a chorrear por la frente y espalda abajo. Ven cómo poco a poco la sombra se acerca y para cuando ha salido el primer paso, ya respiran aliviados.

Al aparecer los ciriales por el arco de la puerta se hace el silencio. Los costaleros arrastran el paso por la cuesta, suenan sus cuerpos rozando el suelo, lo sacan al exterior y, tras montar la cruz que porta el Señor de la Santa Faz, hacen la primera levantá, dedicada en esta ocasión a "los que lo necesitan".

Tras esto, el nazareno, seguido por la Agrupación Musical Virgen de las Lágrimas de San Fernando, se encamina hasta la Catedral, abandonando una plaza de la Trinidad abarrotada. Será el primero que entre en el primer templo de Córdoba en el Martes Santo.

Luego llega la Virgen de la Trinidad, acompañada por la Banda de Música Tubamirum de Cañete de las Torres, luciéndose por la que es su casa, ante la atenta mirada de sus vecinos, que se asoman con devoción a los balcones para despedir a la Señora Trinitaria. Al regreso la estarán esperando, como siempre, para recibirla tras su paseo por Córdoba.

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