3el calvario

Camino al Gólgota desde San Lorenzo

LAS bolas de cera de los niños no están aún demasiado llenas y ya es Martes Santo. Y más de un nazareno del Calvario no se resistía ayer a la petición inocente de los pequeños que no sentían reparo alguno en aprovechar cada parada del cortejo procesional para pedir cera. Es la del Calvario una de esas procesiones que sobrecoge y que evoca el Gólgota, el nombre dado a la colina de las afueras de Jerusalén donde tuvo lugar la crucifixión de Jesús. Un nombre que, según se cuenta, proviene de la forma de calavera que tenían las rocas de una de sus laderas.

A media tarde, el sol se proyecta sobre la fachada del templo fernandino de San Lorenzo. En una especie comunión entre los elementos, al tiempo que el sol se aleja, los costaleros ponen en la calle el paso dorado de Nuestro Padre Jesús del Calvario; casi al mismo ritmo. La cruz de guía ya está en Santa María de Gracia y el Cristo avanza poco a poco de la iglesia. Cientos de vecinos de un barrio más que cofrade por excelencia aplauden al Señor del Calvario. A su paso, una señora grita una de las frases clásicas de estos días: "¡Esos costaleros buenos de San Lorenzo, que ya está el Señor en la calle!". A su lado, una joven se pregunta cuánto pesará el paso del Calvario y también se asombra de "la inmensa fe que deben tener para hacer un esfuerzo así".

Entre comentarios, entre pipas, anhelos y preguntas, el Calvario avanza rápido y tras él varios nazarenos de túnica, capa y cubrerrostro morado. En medio del bullicio estremece un singular sonido, el de las cadenas que arrastra uno de ellos. Máximo respeto para el que entiende así su fe. Poco a poco, la hermandad del Calvario va llegando y haciendo su particular camino al Gólgota; es la antesala de la Pasión, los días más grandes de la Semana Santa, que deja atrás por fin la lluvia.

El Señor ha salido, pero todavía no su Madre, la Virgen del Mayor Dolor que llega a la entrada de San Lorenzo con todas las velas encendidas. Una cera que acentúa el dramatismo del rostro de esta dolorosa. Las largas filas de nazarenos morados siguen llenando las calles de San Lorenzo, el Realejo, San Pablo hasta alcanzar la carrera oficial en un Miércoles Santo pleno. Atrás queda ahora San Lorenzo. La Santa Iglesia Catedral es el próximo destino del Calvario, un camino que hace en compañía de Córdoba, en una noche espléndida para disfrutar de una gran Semana Santa. Es en el la Catedral cuando los nazarenos de San Lorenzo empiezan ya a comprender que el cortejo comienza su marcha atrás, que la procesión se acaba y empieza a pensar en su regreso al barrio. Un San Lorenzo que si a media tarde estaba al completo y bullía de esperanza ante la salida de la tercera de sus hermandades de la Semana de Pasión, volvió a acompañar al Calvario en su regreso al templo de partida.

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