Semana Santa

Angustia callada en San Pablo

  • La lluvia no da tregua a la hermandad, que este año se queda otra vez sin llegar hasta la Catedral en procesión

CRISTO expira en el Calvario mientras su madre, María Santísima del Silencio, se queda desconsolada a los pies de la cruz. Detrás, Nuestra Señora del Rosario llora de dolor por la muerte de su hijo. Es una de las imágenes más sobrecogedoras del Viernes Santo que ayer, por tercer año consecutivo, no se pudo ver por las calles de Córdoba. La hermandad de la Expiración era la última que tenía prevista su salida en la jornada de ayer y pocas esperanzas había en que saliera en procesión, como había pasado con el resto. La llovizna seguía siendo protagonista y, con semejante pronóstico, lo más lógico era suspender el cortejo. Esa era la intención desde el principio, pero no fue hasta las 19:20 -diez minutos antes de la hora de la salida- cuando la cofradía confirmó que no habría procesión.

El cielo negro y las nubes descargando agua de forma muy lenta y molesta no impidieron que decenas de fieles se concentraran en Capitulares para ver a los titulares de la Expiración. "No pueden salir así, hay mucho en juego, a nivel artístico y humano", se oía en los alrededores de la iglesia. "Es una pena, está todo vacío, triste", comentaba otra familia, refiriéndose a la estampa que presentaban algunos de los bares de la zona, los grandes beneficiados de la Semana Santa, pero que este año tampoco están teniendo suerte. Dentro, los hermanos rezaban el Rosario en un ambiente íntimo y respetuoso, como suele hacer las cosas esta hermandad, y preparan a sus titulares para recibir la visita de los fieles.

Y sólo un paso separaba el ambiente gris, frío y lluvioso que había en la calle del silencio y la oración en el interior del templo. Los fieles iban pasando por grupos en una peregrinación callada, sólo rota por la música de capilla que sonaba de fondo. Los hermanos se abrazaban entre ellos mientras otros recogían los capirotes y las túnicas resignados, porque esta vez tampoco pudo ser. Unos permanecían cabizbajos, otros preferían quedarse en la iglesia para continuar rezando y algunos se encargaban de organizar la entrada de los fieles para que todo fuera de manera ordenada. La cola para entrar en la iglesia se iniciaba en Capitulares, frente al Ayuntamiento, y giraba hasta San Pablo, rodeando prácticamente todo el templo. El otro goteo que no cesó fue el de las personas que durante la tarde-noche visitaron al Cristo de la Espiración y Nuestra Señora del Rosario. "Nos tenemos que conformar con esto", lamentaban los fieles que, pese a la lluvia, se habían acercado hasta el centro de la ciudad. "Es una de las imágenes que más me impactan, la veo todos los años porque tengo familia que sale de nazareno, pero ya van tres que se queda en casa", comentaba otro. Al menos en esta ocasión se tiene la certeza de que la decisión fue la correcta, pues no cabía otra opción. Al fin y al cabo, la vida de una hermandad va más allá de las horas que dura la procesión.

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