El siluro, una estrella para Spielberg
Puerto del Calatraveño
Un informe de la UCO alerta de que la presencia de este dañino pez en el pantano de Iznájar puede acabar no sólo con la flora y fauna de la zona, sino que puede afectar a la calidad del agua almacenada
Steven Spielberg puede dormir tranquilo. Si se basó en un best seller de Peter Benchley para rodar allá por los años setenta la exitosa Tiburón, ahora puede encontrar un nuevo filón no ya en la literatura, sino en un informe de la Universidad de Córdoba (UCO) y en su Departamento de Zoología, que ha determinado que la presencia de esa especie llamada siluro en las aguas del embalse de Iznájar puede ser más peligrosa de lo que muchos creen.
No es que un servidor quiera banalizar sobre el asunto, pero coincidirán conmigo en que nos estamos acostumbrados en estas tierras de Córdoba a que nos digan que en nuestro pantano más emblemático se ha colado -de la mano del hombre, como casi siempre- un pez que puede llegar a pesar más de 100 kilogramos, que acaba con toda la fauna que tiene a su alrededor y que, además, tiene la capacidad de afectar a la calidad del agua, sobre todo teniendo en cuenta que son unas 205.000 personas de la zona centro y del Sur de Córdoba las que hacen uso a diario de ese agua.
Dicho de otra manera, que los expertos de la UCO han estudiado el caso y han llegado a la conclusión de que "el siluro también puede afectar a la calidad del agua en embalses a través de procesos de cascada trófica". Lo de cascada trófica no se sabe muy bien lo que es, pero en el guión de película de miedo al más puro estilo de Tiburón queda muy bien.
No obstante, citando el informe del Departamento de Zoología, eso de la cascada trófica quiere decir que si el siluro ataca a toda la fauna que se sitúa por debajo en la cadena alimentaria, ésta se fragmentaría y no habría un normal desarrollo de la cobertura vegetal que se desarrolla en el medio acuático, lo que al final incide negativamente en la calidad de las aguas. El siluro ataca igualmente a la fauna autóctona y hay un dato especialmente llamativo, no sólo fija sus presas entre los peces, sino que suele capturar aves y pequeños mamíferos en las riberas de los ríos y de los pantanos en los que se encuentra.
O sea, que como si del típico paseo turístico que te dan por los Estudios de Hollywood se tratara, en poco tiempo podríamos planear un paseo en barca por la playa de Valdearenas de Iznájar y ser testigos de como un siluro es capaz de devorar especies acuáticas, algún que otro pato y llevarse por delante hasta el remo de la barcaza. No me digan que no es de película, porque la base es buena para una historia de celuloide brillante.
Steven Spielberg contó para su Tiburón con Roy Scheider, Robert Shaw -uno de los grandes con mayúsculas- y Richard Dreyfuss, entre otros. La pena es que aquí no tenemos un elenco de esa categoría, pero sí quienes parecen dispuestos a frenar la siluro con las armas que sean precisas, como son el consejero de Medio Ambiente, José Juan Díaz Trillo, y su fiel delegado en Córdoba, José Ignacio Expósito, con ganas de encarnar el papel de protagonistas.
Por el momento, la Administración autonómica ha notificado a la Fiscalía de Delitos Ambientales del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) este hecho para que se investigue la "posible comisión de delito contra el Patrimonio Natural y la Biodiversidad". Como acción disuasoria y de control de la pesca intencionada de siluros, se ha prohibido también la pesca deportiva de grandes peces en la modalidad de carpfishing en el embalse de Iznájar y Medio Ambiente ha mantenido también reuniones con las organizaciones de pescadores de la zona para desarrollar "un trabajo conjunto". Estas medidas se han tomado para evitar que se produzca un efecto llamada de pescadores que suelen ir a capturar ejemplares de esta especie, como ha ocurrido en otras zonas de donde ha aparecido el siluro.
Todos estos detalles son nuevos ingredientes para mejorar un guión de cine que parece más estadounidense que cordobés, pero que podría dar un buen resultado en la pantalla grande. Siluro que sí, ¡perdón!, seguro que sí. La pena es que esta historia no es ficción, sino real, y que el aviso a navegantes de la UCO hay que tomárselo en serio. Que Iznájar es nuestro y, por fortuna, no es Hollywood. Mejor así.
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