Rute promoverá una Indicación Geográfica Protegida para su anís
En la localidad cordobesa operan cuatro destilerías que aún emplean técnicas tradicionales: Altamirano, Arruza, Machaquito y Raza
Rute se consolida como ‘Corazón de la Navidad’ con el objetivo de superar los 100.000 visitantes en esta campaña
La localidad de Rute está ya inmersa en su campaña de Navidad. Hasta el día de Reyes, se espera que más de 100.000 personas pasen por sus destilerías, visiten el Belén de Chocolate, prueben sus chacinas tradicionales y se surtan de los típicos mantecados. El pueblo de la Subbética cordobesa cuenta desde junio de 2020 con la etiqueta de Municipio Turístico de Andalucía y confía en lograr otra distinción en fechas próximas: la Indicación Geográfica Protegida (IGP) para su popular anís.
Así lo ha avanzado a El Día de Córdoba el alcalde ruteño, David Ruiz, quien ha destacado la buena salud de la que gozan las cuatro fábricas que siguen produciendo este destilado en la localidad. Se trata de Machaquito (creada en 1876), Raza (1876), Duende (1908) y Altamirano (1909). Todos emplean técnicas artesanales en su elaboración, que se desarrolla en el propio municipio con la matalahúga como ingrediente principal.
Una Indicación Geográfica Protegida (IGP) es una etiqueta que protege el nombre de un producto agroalimentario, una bebida o una artesanía que tiene una cualidad o reputación específica derivada de su origen geográfico. Para obtener esta denominación, el producto debe tener al menos una de sus etapas de producción, transformación o elaboración en una zona geográfica delimitada de la que toma su nombre, como sería el caso del anís de Rute.
En marzo de 2012, la Comisión Europea ya aconsejó proteger con una indicación geográfica una serie de bebidas espirituosas anisadas de gran tradición en España para evitar intromisiones desde el mercado exterior. En este listado se encontraba el anís de Rute, así como los que se elaboran en Ojén (Málaga), Cazalla de la Sierra (Sevilla) y Chinchón (Madrid).
Hasta el momento, no obstante, los únicos anisados españoles que cuentan con una IGP son el anís paloma, que se produce en la localidad alicantina de Monforte del Cid , y el anís de Chinchón, de la Comunidad de Madrid. El primero se elabora por destilación de anís verde (Pimpinella Anissum l.) y badiana (Illicium Verum) en alcohol neutro de origen agrícola. Se caracteriza por ser de sabor suave y fino, a diferencia de otros anises secos destilados, en los que destaca más el sabor a las plantas o frutos empleados en su elaboración. En cuanto al Chinchón, se produce a partir de un destilado en alambiques de cobre, de macerados de anís verde en mezcla hidroalcohólica de alcoholes naturales de origen agrícola, y presenta cuatro variedades: dulce, seco, seco especial y extraseco.
El anís de Rute, tradición desde el siglo XVII
En el caso de Rute, los documentos históricos del Archivo Municipal y la iglesia de Santa Catalina sitúan el origen de la producción de anís en la localidad entre los años 1630 y 1655. Como el de Monforte del Cid, se caracteriza por su elaboración aromatizada mediante semilla verde de anís, conocida como matalaúva o matalahúga, procedente de los campos de la vecina provincia de Málaga, y la preparación se realiza mediante destilación hidroalcohólica en alambiques. El resultado final es de alta graduación (entre 45 y 55 grados), si bien existen varios procesos para conseguir una mayor pureza del anís final, resultando en la característica distinción entre extra seco, seco y dulce.
A raíz del retroceso que la producción de vino sufrió en Rute durante los siglos XVIII y XIX por la plaga de filoxera, el anís experimentó un gran auge, llegando a contar a lo largo de su historia reciente con unas 120 destilerías. A principios del siglo XX, época dorada del anís ruteño, se calcula que llegó a haber en el pueblo más de 65 en funcionamiento al mismo tiempo.
Históricamente, las fábricas de anís se han situado en el Paseo del Fresno y sus alrededores, en el llamado Barribarto (Barrio Alto), por la menor afectación de la producción industrial al estar ubicado en la zona más alta de la localidad y por tratarse del barrio donde residían las familias de clase obrera, muchos de cuyos miembros se empleaban en las grandes fábricas de aguardiente. El Paseo del Fresno es, precisamente, el epicentro de las miles de visitas que durante estas fechas empiezan a llegar al municipio de la Subbética cordobesa para disfrutar de su gastronomía típica.
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