Campiña

¿Se reutilizaron los ladrillos de los desaparecidos arcos de Montilla para construir unas escaleras?

Escaleras de ladrillo de la Cruz de Arbón, en Montilla.

Escaleras de ladrillo de la Cruz de Arbón, en Montilla. / El Día

Sus fotografías adornan multitud de comercios, bares y restaurantes y, aunque omnipresentes en el imaginario colectivo local, son ya varias las generaciones de ciudadanos de Montilla que han crecido sin tener la posibilidad de ver un monumento cuyo final -la demolición- sigue envuelto en multitud de leyendas y habladurías. De estilo neomudéjar a la moda de la época, los arcos de la Puerta de Aguilar se construyeron en el siglo XIX para embellecer la entrada a la ciudad.

Las obras comenzaron en noviembre de 1888 y concluyeron en mayo de 1889, con el empleo de unos 45.000 ladrillos artesanales en dos colores. Se convirtieron de inmediato en un símbolo que décadas más tarde, debido al rápido desarrollo que vivía la localidad, se consideró un estorbo.

Y es que el tráfico rodado cada vez más frecuente y los camiones que repartían mercancías y suministros tenían dificultades para acceder al casco urbano, que en aquellos momentos vivía un verdadero boom del ladrillo. Así, en una sesión extraordinaria el 16 de mayo de 1962, se reunieron en el Ayuntamiento bajo la presidencia del alcalde Antonio Baena Panadero los miembros de la corporación para tratar la necesidad de suprimir los arcos, toda vez, según se explicó en su momento, que suponían "un evidente peligro y obstáculo para la circulación" y teniendo en cuenta que carecían de la antigüedad suficiente para que fueran considerados monumentos históricos.

Desmontaje de los arcos de Montilla, el 19 de mayo de 1962. Desmontaje de los arcos de Montilla, el 19 de mayo de 1962.

Desmontaje de los arcos de Montilla, el 19 de mayo de 1962.

El derribo se acordó por unanimidad y lo ejecutó el personal municipal tres días más tarde, el 19, con el compromiso de que el arquitecto municipal presentara proyecto de monumento en el inicio de la avenida de las Mercedes. Hay varias fotos que retratan el momento de la demolición, manual, con operarios subidos en la estructura desmontando piedra a piedra para, en teoría, poder reutilizar el material. Y es que una de las mayores incógnitas que aún pervive en la localidad es precisamente qué ocurrió con los ladrillos, para qué se emplearon.

La arquitecta Mara Portero, autora del proyecto de reconstrucción de los arcos, es una de las mayores conocedoras del monumento y, basándose en fuentes orales consultadas para sus estudios, expone a El Día que la teoría más factible es que el material se pudo emplear en las escaleras de la calle Cruz de Arbón, que comunican el paseo de Cervantes con la avenida de Granada. Y, efectivamente, a simple vista es fácil distinguir ladrillos de dos tonalidades en los peldaños, que llevarían todas estas décadas soportando el paso de los montillanos, quizás, encerrando un gran secreto. 

Las claves de la reconstrucción

La vuelta ciclista pasa bajo los arcos. La vuelta ciclista pasa bajo los arcos.

La vuelta ciclista pasa bajo los arcos. / Rúquel

Han transcurrido seis décadas pero 2023 será, previsiblemente, el año en que los arcos vuelvan a levantarse. De esto se habla desde hace lustros y, de hecho, siendo alcalde Antonio Carpio (IU) planteó ubicarlos en el paseo de las Mercedes -en el lugar que ahora ocupa la fuente-monumento a San Francisco Solano-, aunque aquella idea no prosperó y quedó en el cajón.  

Ya en 2019 se produjo un punto y aparte definitivo: la iniciativa emprendida dentro del programa Social Hub por el montillano Francisco Varo, autónomo del sector audiovisual de 34 años, quien planteó una iniciativa de crowdfunding denominada Un ladrillo para la historia que tuvo gran repercusión entre los vecinos. El alcalde, Rafael Llamas (PSOE), asumió la iniciativa, que se encuentra a la espera de financiación para materializarse definitivamente. Su intención es que los arcos sean una realidad antes del fin del mandato, es decir, en primavera.

¿Cómo se hará esta reconstrucción? Las personas implicadas buscan un resultado lo más realista posible, huyendo del cartón piedra. Para ello, aplicarán las técnicas constructivas actuales y emplearán un revestimiento de ladrillo artesanal lo más parecido posible al original, que solo se conoce por fotografías -y la mayoría son en blanco y negro-. La arquitecta Mara Portero, para realizar el proyecto, empleó precisamente estas imágenes antiguas para "contar ladrillo a ladrillo".

Con las medidas actuales de la calle Puerta de Aguilar, y teniendo en cuenta cómo ha cambiado esta vía principal de acceso al casco histórico con los acerados y las nuevas construcciones, realizó una planimetría y reconstruyó los arcos en 3D. Frente a los aproximadamente 42.000 ladrillos que se calcula tenían los originales, plantea una solución constructiva más económica y viable con un núcleo de encofrado revestido de unos 12.000 ladrillos en dos colores, rojizo y blanco, como los originales. Tendrán que ser artesanales, como los antiguos, aunque contarán nuevas historias.

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