Provincia

Un político campechano

  • El todavía alcalde de Lucena es un hombre peculiar, ocurrente y cercano

El próximo lunes, festividad de San Antonio, José Luis Bergillos celebrará su 64 cumpleaños, un día que no será precisamente de los que recuerde con más cariño a tenor de lo duro que le ha resultado hacer pública su renuncia a ocupar el acta de concejal. Han sido 12 años como alcalde de la ciudad más poblada de la provincia -exceptuando la capital- y una de las referencias económicas de Andalucía por el imparable desarrollo económico que ha protagonizado, el mismo impulso que a raíz de la crisis ha ido cayendo en picado y ha colocado a la localidad en una situación muy complicada en cuanto al número de desempleados, una situación que le ha pasado factura.

La marcha de Bergillos y su repercusión mediática ha sido muy diferente a su llegada al PSOE. Así, fue en 1998 cuando se presentó a unas primarias en el seno de los socialistas lucentinos con el fin de tratar de ser el cabeza de lista del partido en las municipales del año siguiente. No lo tuvo fácil, puesto que no era el candidato oficial ni el que gustaba a la entonces dirección provincial de José Mellado. Aún así, ganó el apoyo de la militancia y ocupó el número uno del PSOE en los comicios de 1999.

Obtuvo algo más de 7.000 votos y ocho concejales pese a ser casi un desconocido para muchos y rubricó un pacto con Izquierda Unida que le alzó hasta la Alcaldía de Lucena, entonces en manos del PP. El cargo de regidor le catapultó en su carrera política y comenzó a realizar un trabajo de gestión muy en la calle, ganándose así el apelativo de campechano y cercano, pero siempre haciendo política.

Su popularidad y peso político en el PSOE cordobés creció casi en parejo al desarrollo económico que experimentaba Lucena y que se reflejó en la mayoría absoluta -12 concejales y 10.880 votos- cosechado en las municipales de 2003. Esos años fueron los mejores en su quehacer político e incluso acuñó algunas frases que definían la singularidad de su figura. Llegó a decir que "yo no hago 15 días de campaña electoral porque estoy permanentemente en campaña" o aquella otra de "hay que reforzar los servicios de transporte público y comunicaciones entre Córdoba y Lucena, para facilitar así a los cordobeses a que se desplacen a Lucena a trabajar". Su entorno presumía de que el alcalde de Lucena despachaba directamente con los consejeros, mientras que el propio Bergillos pedía en público a sus concejales que bajen más a la calle y que escuchen a los vecinos".

En 2007 volvió a refrendar en las urnas una mayoría absoluta que le ha permitido gobernar sin excesiva presión de la oposición en estos últimos cuatro años, pero con muchos más problemas que en otros mandatos. Al malestar general por las carencias sanitarias de la ciudad se unió el cierre de empresas y una tasa de paro disparada.

Aún así, Bergillos siempre ha ejercido como embajador de Lucena -Virgen de Araceli incluida- allá por donde ha ido y no hay acto oficial o social en su ciudad en la que no esté presente o deje constancia de su ingenio. Lo dicho, siempre político, pero campechano.

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