Lucena vive con fervor el día grande de las Fiestas Aracelitanas

Subbética

Miles de personas reciben en la calle a la patrona, que ha procesionado en un trono con un impresionante exorno floral de color blanco inmaculado

Las mejores imágenes del día grande de las Fiestas Aracelitanas en Lucena

La Virgen de Araceli sale de San Mateo. / Jesús Cañete

Con una ciudad enardecida por la primavera y con los campos en floración, Lucena ha vivido este domingo el día grande de sus Fiestas Aracelitanas, que han llegado a su cénit a las 20:00, cuando las puertas de San Mateo se han abierto para la salida de la patrona entre repiques de campanas y tronar de cohetes. La madre de los lucentinos, en su día, ha sido recibida en un abrazo multitudinario, como en estos días de gloria, de balcones engalanados y calles embellecidas, la ciudad siempre dedica a su Virgen.

Vestía su manto verde, el más antiguo de su ajuar, confeccionado hacia 1890 en el taller valenciano de Mariano Garín. De estilo romántico, en él destacan dos jarrones de azucenas, como si se hubieran traspasado de un patio o de los campos cercanos, que por algo la Virgen de Araceli es la patrona del campo andaluz.

El exorno floral, blanco inmaculado como clamando paz, ha contado con lilium oriental doble, rosas, delphinium, phalaenopsis, hoja skeleton con pan de oro y esparraguera plumosa. La banda sonora del cortejo la ha puesto la Sociedad Didáctico Musical de Lucena, que en esta fecha tan especial ha estrenado la marcha Aracelitana.

La Virgen de Araceli, en su paso. / Jesús Cañete

Miles de hermanas y hermanos han acompañado la procesión con sus velas, así como mujeres ataviadas con la típica mantilla, representaciones cofrades lucentinas, hermandades filiales, la Corte Aracelitana, autoridades civiles, fuerzas de seguridad y representación de todo el clero local.

En la Plaza Nueva han sonado Esperanza de Triana coronada, Coronación de la Macarena y Pureza marinera, reservándose el himno aracelitano como colofón de una jornada que ha arrancado a mediodía con una solemne función religiosa presidida por el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández. En el templo, completamente lleno, la Coral Lucentina y la orquesta del conservatorio Maestro Chicano Muñoz han interpretado la Misa del campo andaluz, de Antonio Villa Álvarez de Sotomayor, bajo la dirección de Víctor Nájera.

Felicitación a todas las madres

El alcalde lucentino, Aurelio Fernández, ha aprovechado la fecha para "felicitar a todas las madres que celebran su día el primer domingo de mayo y a las mujeres que llevan ese bendito nombre de Araceli". "Os invito a disfrutar de nuestra tradición y devoción declarada de Interés Turístico Nacional, con respeto y convivencia, con el deseo de que la Virgen de Araceli cubra con su manto de protección a todos los lucentinos y a los que nos visitan", ha deseado el primer edil.

El regidor, asimismo, ha tenido palabras de agradecimiento para "todas las personas que hacen posible que estas fiestas en honor a la Virgen se desarrollen con brillantez", en particular la Delegación de Fiestas y la Real Archicofradía de la Virgen de Araceli. "Ellos son los verdaderos artífices del éxito de esta celebración", ha destacado. También ha tenido palabras para "todos los colectivos y personas que con su trabajo hacen que todos podamos disfrutar durante estos días de júbilo", como la Policía Local, Protección Civil, Policía Nacional, Guardia Civil, Cruz Roja, feriantes o caseteros.

Este lunes, Día del Niño en las atracciones

Las Fiestas Aracelitanas quedaron inauguradas el viernes con el encendido del alumbrado extraordinario, que este año luce ocho pórticos y 94 arcos decorativos con 170.000 puntos LED. Esa misma jornada, en el Ayuntamiento tuvo lugar la recepción oficial a la Aracelitana Mayor, Laura María Gutiérrez Ramírez, y su Corte de Honor, formada por Gloria Isabel Domínguez Osuna, María Dolores Fernández Torralbo, Elena Gómez González, María Montes Jurado, Sandra Vázquez Sánchez y María de los Ángeles Villa Sánchez.

Una mujer con mantilla, en la procesión. / Jesús Cañete

La noche culminó con el solemne pregón de las Glorias de María Santísima de Araceli, pronunciado por Rafael Ramírez Ponferrada y presentado por su hija, Clara Ramírez Baum.

Este lunes, jornada festiva local, tiene lugar el inicio de la novena con las predicaciones de las Grandezas de María Santísima de Araceli. En el recinto ferial, como novedad, durante todo el día las atracciones aplicarán precios especiales con motivo del Día del Niño.

Una devoción del siglo XVI

La tradición data en 1562 la llegada de la Virgen a Lucena por la devoción que don Luis Fernández de Córdoba, segundo Marqués de Comares, sintió en Roma al encontrarse con la imagen de Santa María in Aracœli que allí se venera. Encomendó una copia a dos escultores que durante varios días se mantuvieron encerrados en una habitación sin comunicación alguna con el exterior. Transcurridas varias fechas sin que los jóve­nes salieran, se decidió violentar la puerta y ante los ojos atónitos del marqués y de sus acompañantes apareció la bellísima ima­gen de María Santísima de Araceli. Según la tradición popular, la esculpieron los ángeles.

Embalada como inapreciable reliquia, la trajo el marqués a España bajo su vigilancia directa. En Alicante desembarcó y hacia Lucena llegó por Granada. Cuando de Rute a Lucena se dirigía, al pasar por la Sierra de Aras se desencadenó una tormenta que espantó a las caballerías, y en el sitio conocido por el Humilladero quedó la imagen y, bajo Ella, la caballería donde era transportada. Fueron inútiles los esfuerzos realiza­dos para levantar a la bestia, viendo en ello don Luis Fernández de Córdoba señales inequívocas de que María Santísima de Araceli quería ser allí venerada y por eso allí mismo se construyó su primera y provisio­nal ermita. Corría el 25 de abril de 1562.

Informados en Lucena de cuanto ocurría, se organizó el día 27 la primera peregrinación o romería en honor de María Santísima de Araceli, al frente de la cual iban las autoridades. Aquella tarde, en­traba por primera vez a la ciudad triunfal y procesionalmente la imagen de la patrona, que fue colocada en el altar mayor de la Iglesia de Santiago.

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