Alto Guadiato

Los arqueólogos hallan por primera vez restos del incendio que pudo destruir el poblado íbero de Sierra Boyera en Belmez

  • La Universidad de Granada y el Ayuntamiento desarrollan nuevos trabajos en el oppidum aprovechando el bajo nivel del pantano

  • Los historiadores documentan una capa de cenizas correspondiente a un gran fuego que habría arrasado parte del oppidum

Trabajos arqueológicos en el oppidum de Sierra Boyera.

Trabajos arqueológicos en el oppidum de Sierra Boyera. / Facebook / Belmez desde su Origen

Los trabajos que desarrolla un equipo de arqueólogos bajo la dirección de Pablo González Zambrano en el poblado íbero de Sierra Boyera, habitualmente sumergido bajo las aguas del pantano homónimo, en Belmez, han permitido encontrar las primeras huellas que apuntan al abandono del sitio. Así, en algunas de las estructuras que centran estas nuevas excavaciones se han visto por primera vez "niveles de destrucción por acumulación de ceniza", lo que apunta, "como mínimo, a un incendio importante", como expone González Zambrano a El Día. 

Aún es pronto para saber a qué pudo deberse este fuego y si se trató de una incursión violenta, una teoría que los expertos descartan, por el momento, al no haberse encontrado restos óseos de los antiguos habitantes que apunten a un final trágico, como sí ocurrió en el Cerro de la Cruz de Almedinilla

El oppidum o poblado íbero de Sierra Boyera es un yacimiento singularísimo que quedó inundado en el momento de construcción de la presa de Sierra Boyera. En época de sequía como la actual, cuando las aguas bajan de nivel, afloran las estructuras milenarias. Aprovechando esta situación, el Ayuntamiento de Belmez y la Universidad de Granada desarrollan la tercera excavación arqueológica en el sitio tras las efectuadas en 2018 y 2020.

La actual abarca una superficie de unos 600 metros cuadrados que conectará las estructuras ya estudiadas, lo que permitirá tener un conocimiento mucho más completo de un yacimiento del que solo se ve el 25% de su superficie, como explica González Zambrano. El 75% está perdido bajo los sedimentos del embalse y otra parte quedó arrasada durante la construcción de una carretera.

Los trabajos arrancaron en la primera semana de agosto y se prolongarán hasta el 20 de septiembre. Los historiadores ya han desenterrado varias estancias, en las que han recuperado "una cantidad ingente de material cerámico". Los muros pertenecen a distintas épocas y en los próximos días intentarán concretar a qué edificios corresponden porque, como dice el director de los trabajos, "Sierra Boyera es una caja de sorpresas".

El oppidum "representa un hito" en la investigación de la Protohistoria en el Norte de Córdoba y del conjunto de Andalucía y está sirviendo para arrojar luz sobre el periodo de transición entre la Prehistoria y la Historia Antigua, pues se podría considerar "la primera excavación" con técnicas modernas de este periodo que se ha efectuado en la región. Y ello con la particularidad de un yacimiento que está a merced de las aguas.

Su posición estratégica, en una de las vías de comunicación naturales principales del valle del Guadalquivir con la Meseta castellana, lleva a pensar que el vacío arqueológico de la zona, que ya empieza a corregirse, "se debe más a la carencia de investigación que a las posibilidades reales que puede ofrecer en el conocimiento de las sociedades pretéritas allí situadas". De hecho, esta región está llamada a ser una de las principales rutas de intercambios comerciales y culturales entre el Guadalquivir y el Guadiana hasta el siglo II antes de Cristo, y lo será más tarde durante el periodo romano, ya que por aquí pasa la vía que unía las ciudades de Corduba y Emerita Augusta. 

Familia de arqueólogos en el yacimiento de Sierra Boyera. Familia de arqueólogos en el yacimiento de Sierra Boyera.

Familia de arqueólogos en el yacimiento de Sierra Boyera. / Facebook / Belmez desde su Origen

¿Qué se ha llegado a conocer como resultado de los trabajos anteriores? Entre todas las zonas constructivas documentadas, algunas de ellas a base de piedras de pequeño tamaño y otras con muros de tierra compactada, los arqueólogos destacan una estancia donde hallaron un molino rotatorio de encaje en una peana que apareció decorada por piedras, una de ellas con un motivo zoomorfo y la otra por líneas geométricas. También se ha desenterrado un posible horno de pan con un diámetro de unos tres metros, muy similar a los encontrados en los yacimientos del Chaparral, en Badajoz.

Y, quizás lo más representativo por la comarca donde se ubica, un horno dedicado a "algún tipo de producción metalúrgica". Se trata de una estructura de adobe de forma circular irregular de dos metros de diámetro, que en su centro contaba con un pilar central siguiendo la tradición púnico-fenicia y en cuyo interior se han recuperado hasta siete kilos de escorias metalúrgicas y adobes escorificados. Los investigadores lo describen como una "masa compacta gris", formada principalmente por cenizas apelmazadas y algunos fallos de cocción. Se encuentra aún en fase de estudio debido a su complejidad, pero los investigadores se aventuran a decir que esto evidencia que hubo "algún tipo de producción metalúrgica".

Los resultados obtenidos llevan a los arqueólogos a confirmar que el asentamiento estuvo habitado al menos desde los siglos VI-V al II antes de Cristo. Por otro lado, la documentación de estructuras productivas, como hornos de diferentes usos, indicios de manufactura metalúrgica, así como molinos rotatorios o barquiformes, permiten concluir que dentro del poblado existió una zona de manufactura claramente delimitada.

"No debemos olvidar toda la producción minera y metalúrgica de la zona, que parecen ser los factores que articulan el paisaje de toda esta región desde el Calcolítico hasta la llegada de Roma", reflexionan los investigadores, que también apuntan a la vega que ahora se esconde bajo las aguas del pantano. Fue "el pan del pueblo", concluyen.

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