Arqueología

La masacre de Serviliano en el Cerro de la Cruz de Almedinilla: así fue la destrucción del poblado íbero cordobés

  • El historiador Fernando Quesada sitúa el arrasamiento del oppidum cordobés en la campaña emprendida por Serviliano en el año 141 antes de Cristo en venganza a los leales a Viriato

  • Los arqueólogos han recuperado cuerpos con amputaciones y señales de haber sido torturados por los romanos

Esqueletos recuperados en Almedinilla, y una recreación pictórica de la escena.

Esqueletos recuperados en Almedinilla, y una recreación pictórica de la escena. / El Día

Las guerras, las masacres y los ataques deliberados a otros pueblos forman parte de la historia de la Humanidad desde el inicio de los tiempos. El siglo XXI no ha inventado nada. Ha introducido armas más potentes y destructivas, otros dioses, pero los argumentos son los mismos. La venganza. La dominación. El control del territorio y de los recursos. Un nuevo estudio firmado por el historiador Fernando Quesada, recién publicado en el boletín de la Asociación Española de Amigos de la Arqueología, arroja la luz definitiva al enigma sobre el arrasamiento del poblado íbero del Cerro de la Cruz, en la actual Almedinilla (Córdoba), en el contexto de conflictos a gran escala durante la conquista de Hispania. 

El experto analiza estudios de una punta de flecha romana, una nueva evidencia numismática y dataciones radiocarbónicas para deslizar la teoría definitiva: fue el procónsul Serviliano quien, en torno al año 142 antes de Cristo, y en el clima bélico de las guerras de Viriato, arrasó el antiguo oppidum, abandonando un gran número de cadáveres que nunca fueron cremados, lo que habría correspondido según el ritual funerario ibérico universal. 

Los expertos se refieren a la historia arqueológica del yacimiento como un “drama en tres partes”. Y esto porque sucesivamente se reconoce en este espacio un sistema de trincheras y fortificaciones de la Guerra Civil española, un pequeño poblado medieval de época emiral islámica -fechable entre mediados del siglo IX y principios del X y destruido en un incendio- y un importante conjunto de poblado y necrópolis ibérica de los siglos IV a II antes de Cristo. “Las tres fases de ocupación están separadas entre sí por un milenio, y las tres se caracterizan por contextos de violencia y guerra”, advierte Quesada. 

El Cerro de la Cruz ocupa un promontorio rocoso de forma triangular y constituye uno de los mejores ejemplos conocidos en la Península Ibérica de urbanismo, arquitectura y técnicas constructivas ibéricas gracias a la “espectacular” conservación de los restos, explica el experto. En la zona se acometieron cuatro campañas de excavación entre 2006 y 2009 que solventaron cualquier duda: “El incendio que destruyó el asentamiento fue intencionado y con voluntad de arrasarlo. Existe una destrucción completa, con densos paquetes de cenizas y muros abrasados. Se cocieron incluso los adobes y en muchas estancias se conserva una enorme densidad de material”, describe el experto. 

La fotografía, de haberla podido hacer en el momento, debió ser sobrecogedora. Sobre los suelos de las estancias aparece en muchas habitaciones un grueso nivel repleto de material completo, aplastado y triturado por los derrumbes de techos y muros. Hay decenas de vasos cerámicos enteros en cada habitación, a veces grandes ánforas o vajillas completas. Es posible identificar maquinaria para el trabajo de transformación de los alimentos, molinos rotatorios de piedra, adobes apilados preparados para la reforma de una casa, telares... 

Pero, sobre todo, la “prueba definitiva e indudable” del carácter intencionado y violento de la destrucción del asentamiento fue el hallazgo de restos humanos con muestras visibles de “salvajes golpes de arma blanca”, culmina el experto. Uno de los individuos recuperados recibió una puñalada en el cuello que le seccionó casi completamente el omóplato derecho; también presenta una mutilación parcial de la espina ciática, con los bordes lisos y limpios. Es decir, fue alcanzado por un instrumento cortante, probablemente cuando se encontraba de espaldas al agresor y ligeramente agachado. El corte, tajante, vino desde atrás y en oblicuo desde arriba. También hay restos de calor en falanges de los dedos resultado quizás de una tortura, teoriza el arqueólogo. 

El cuerpo apareció trabado con las extremidades de otro individuo, “como si en la agonía se hubieran unido”. Un golpe de arma blanca casi le seccionó la pierna a la altura del tobillo, y le cortó por completo el peroné y casi le amputó la tibia; los expertos, incluso, aprecian "el punto en el que el filo del arma quedó embotado contra el maléolo”. Recibió al menos otro golpe cortante violento en el muslo casi a la altura de la rodilla. Por si fuera poco, entre los huesos hallados en las proximidades hay un fragmento de una de sus extremidades superiores. “Se aprecian pues amputaciones en piernas y brazos, que recuerdan las heridas producidas en los prisioneros torturados y ejecutados. La postura de los cadáveres, con las piernas y los brazos entrelazados, indica agonía sobre el suelo. Y la ausencia de broches y otros elementos de adorno personal lleva a concluir que quizás estuvieran desnudos”, aporta el historiador. 

¿Qué pudo ocurrir? 

Poblado íbero del Cerro de la Cruz, ahora reconstruido. Poblado íbero del Cerro de la Cruz, ahora reconstruido.

Poblado íbero del Cerro de la Cruz, ahora reconstruido. / El Día

¿Qué ocurrió para que el floreciente poblado del Cerro de la Cruz acabara de esta manera? ¿Quién lo arrasó? Son los enigmas sobre los que el estudio firmado por Fernando Quesada aporta luz analizando tres nuevos elementos para la datación. El primero de ellos es una punta de flecha similar a las recuperadas en los campamentos romanos del asedio de Numancia, hacia el año 133 antes de Cristo. El segundo, una moneda acuñada por el magistrado Cornelio Blasio, que habría que situar en la horquilla temporal entre el 169 y el 158 antes de Cristo. Y, por último, las dataciones radiocarbónicas de las semillas encontradas en grandes cantidades en las ánforas del poblado. Los habitantes guardaban cebada, algo de trigo común duro, escansa, habas, guisantes y lentejas.  El nuevo sistema de datación apunta a una fecha bastante concreta: el año 140 antes de Cristo. 

Así pues, la destrucción del poblado tuvo lugar entre los años 150 y 125 antes de Cristo. ¿Cuál es la teoría más certera? “Lo más probable –teoriza el experto- es que la violenta destrucción del poblado ibérico y la matanza de al menos parte de sus habitantes se produjera por una acción militar romana en el contexto de las guerras Lusitanas en el tercer cuarto del siglo II antes de Cristo”. Y apunta más. Tras abandonar Viriano –apodado “el terror de Roma”- su base de Itucci, volvió a Lusitania en el año 141. El gobernador y cónsul Quinto Fabio Máximo Serviliano “desarrolló entonces una actividad frenética” de venganza sobre los rebeldes, con hasta seis acciones diferentes en lugares distintos.

De acuerdo a los escritos históricos de Apiano, al final de la campaña, próxima ya la invernada, realizó un escarmiento: capturó primero tres ciudades que tenían guarniciones de Viriato o le eran leales, y luego arrasó otras poblaciones y vendió o masacró a sus habitantes. 

“En este marco de referencia geográfica, el Cerro de la Cruz está en medio de la zona en que Serviliano realizó su escarmiento. Saqueó ciudades y las sometió a un castigo ejemplar en forma de decapitaciones masivas y venta de casi 10.000 prisioneros, cifra que implica el despoblamiento de aldeas, poblados y oppida enteros, cuyo número de habitantes rara vez superaría los 3.000 individuos”, concluye el experto. “El marco cronológico de estas acciones encaja perfectamente con lo que la arqueología nos aporta, y la devastación sistemática y brutal que documentamos que exactamente el tipo de reflejo arqueológico de una acción del estilo de la descrita por Apiano”, finaliza Quesada. 

*Fuente: El contexto cronológico e histórico de la destrucción del asentamiento ibérico en el Cerro de la Cruz (Almedinilla, Córdoba). Nuevos datos en un marco de conflictos a gran escala durante la conquistaromana de Hispania, Fernando Quesada Sanz (Universidad Autónoma de Madrid). Publicado en el Boletín de la Asociación de Amigos de la Arqueología.

**Ilustración superior: Dibujo de Sandra Delgado para Desperta Ferro Ediciones.

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