¿Hay que apretar el botón del pánico?
Puerto del Calatraveño
En cuatro días, Montilla ha confirmado su salida de Epremasa, Puente Genil paraliza la negociación con esta misma empresa y Palma del Río se desvincula de Emproacsa, tres reveses para la Diputación
EL denominado botón del pánico no es un elemento de seguridad nuevo, ni mucho menos, ya que lleva instalado en entidades bancarias, por ejemplo, más de 40 años. Se trata de ese dispositivo que uno pulsa cuando las circunstancias lo requieren para alertar de una situación de peligro sin que nadie se dé cuenta, sólo las fuerzas de seguridad. Pues bien, el símil viene que ni pintado para lo ocurrido en estos últimos días en torno a algunas de las empresas dependientes de la Diputación de Córdoba. Habrá quien defienda que se trata de situaciones aisladas que pasan casi inadvertidas, pero que si se analizan en su conjunto invitan a una reflexión sobre cómo abordar el presente y el futuro de estas entidades públicas. Así, la tozuda realidad nos ha dejado en apenas cuatro días que, primero, el Ayuntamiento de Montilla ha sacado a concurso el servicio de recogida de basura, algo ya sabido que tenía que suceder, pero que escenifica que la empresa provincial Epremasa pierde uno de sus clientes de siempre y de importancia por el número de habitantes de esta localidad de la Campiña.
Segundo. El Ayuntamiento de Puente Genil da por rotas las negociaciones también con Epremasa para que la empresa dependiente de la Diputación asuma el servicio de basura, toda vez que parece que el entendimiento entre las dos partes se ha visto afectado por la presión de los trabajadores de la firma municipal Egemasa, que se oponen al acuerdo abiertamente e incluso "celebran" que se haya aparcado el diálogo entre las partes.
Tercero. El Ayuntamiento de Palma del Río ha decidido prescindir de los servicios de la empresa provincial de aguas Emproacsa, también dependiente de la Diputación, con lo que el alcalde de la ciudad, José Antonio Ruiz Almenara, tiene ya en marcha el proceso para que lo antes posible puedan gestionar directamente la depuradora del municipio.
Lógicamente, cada una de esas acciones, que casualmente -o no- ha coincidido en el tiempo, tiene su lectura política, de manera que en el caso de Montilla se trata de una iniciativa que partió del PSOE, que luego apoyo IU y que finalmente suscribió el PP y el alcalde de la ciudad, Federico Cabello de Alba, unas decisiones que no han gustado en instancias provinciales de populares y socialistas, dicho sea de paso.
En Puente Genil, todo apunta a que nada es definitivo, como también señalan esas mismas instancias de PSOE y PP, que se agarran -aunque no desesperadamente- al comunicado del regidor pontanés, Esteban Morales, en el que se deja claro que desisten "por el momento" en el empeño de pactar con Epremasa, lo que deja la puerta algo más que entreabierta a seguir negociando.
En Palma del Río, también con cierto disgusto y recelo por algunos dirigentes socialistas, en apenas tres años Ruiz Almenara se ha quitado de un plumazo tanto a Epremasa como a Emproacsa, que visto lo visto, tienen poco que hacer allí.
Con este panorama, ¿hay que apretar el botón del pánico en las empresas públicas de la Diputación? A lo mejor no hay que llegar a tanto, pero sí puede que sea el momento de no sólo decir que estas entidades tienen que ser competitivas, sino de demostrarlo. Mientras los votos no digan lo contrario, parece que PSOE y PP se disputarán en las urnas el gobierno de la Diputación, así que bien podrían empezar ambos partidos por un acuerdo de mínimos para que la gestión y la imagen de estas empresas mejore y no se utilicen como estrategia política.
Entre las entidades públicas provinciales está también el Consorcio de Bomberos, gestionado, digo bien, gestionado por la Diputación. Pero de eso, mejor ni hablamos.
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