Los Pedroches

Las Olimpiadas Rurales devuelven a Añora sus juegos tradicionales, la fiesta y el espíritu competitivo

Sábado en las Olimpiadas Rurales de Añora.

Sábado en las Olimpiadas Rurales de Añora. / Sánchez Ruiz

Ganas, ganas, muchas ganas de Olimpiadas Rurales hay este fin de semana en Añora. Una sensación que se extiende a todos Los Pedroches, de donde provienen el grueso de participantes de estas pruebas tan singulares, aunque el espíritu olímpico también ha calado en distintos puntos de la geografía española, de donde llegan algunos equipos.

El fenómeno de las Olimpiadas Rurales de Los Pedroches es difícil de explicar. Existe una combinación perfecta de componentes casi de alto riesgo como es el calor seco de julio, pruebas olímpicas basadas en juegos tradicionales que la mayoría de los participantes no han practicado en su infancia, equipos multigeneracionales con edades desde los 16 a los 99, en un estadio olímpico que se limita a Añora y con pruebas en los lugares más singulares de la localidad: desde la plaza de toros hasta el patio del colegio, y multitud de personas que semanas antes entrenan para darlo todo en estos tres días de sana competición.

Porque si algo queda claro en estas olimpiadas, es que la competición es sana, divertida, compartida y las marcas y récords son celebrados por todos. Un fenómeno que tras dos años de parón ha resurgido con el ímpetu esperado y las ganas de siempre, las ganas de pasarlo bien, de vivir unos días de deporte, cultura y tradición.

Tras la noche inaugural, en la que se vivió con emoción los recuerdos de las primeras ediciones y de participantes que ya no están, se pasó a las primeras pruebas deportivas: el salto a piola, el garrote (prueba de fuerza) y la cucaña. La noche fue larga, pero en estos tres días no hay ocasión para el descanso, la energía se genera gracias a la adrenalina por jugar a estas pruebas en las que no hay más truco que las habilidades de cada uno, porque no hay entrenamiento que asegure que la prueba salga a la perfección.

La mañana del sábado arrancó con la prueba de los mizos y los cromos, seguida por las tiraeras, el lanzamiento de adoquín y la carrera de sacos. Un descanso a mediodía para continuar con un tarde donde se concentran la mayoría de las pruebas, con los zancos, la comba, la soga y la sillita de la reina.

Fuerza, puntería y estrategia durante la mañana, para continuar con la habilidad de sostenerse en los zancos, la fuerza para la soga, la templanza para las cintas en bici, la carretilla, el compás de la jota y la diversión asegurada en la prueba de la sillita de la reina, donde la rapidez y la suerte para encontrar las pelotas en la piscina hacen de esta prueba una de las más divertidas del sábado.

Un hombre ejecuta la prueba de lanzamiento de adoquín. Un hombre ejecuta la prueba de lanzamiento de adoquín.

Un hombre ejecuta la prueba de lanzamiento de adoquín. / Sánchez Ruiz

Añora se vuelca completamente con las Olimpiadas Rurales, se abren casas cerradas para albergar a los participantes, los negocios locales registran un repunte sin igual en todo el año, las calles se vuelven multicolor, los equipos transitan por rincones emblemáticos que rara vez retratan una algarabía igual, la fiesta se vive con calor, agua y mucha alegría.

La breve historia de las Olimpiadas Rurales de Los Pedroches ha generado algunos hechos o momentos singulares que, año tras año, se están convirtiendo en una tradición y que los equipos ya esperan con ganas en cada edición, y más en ésta, tras dos años de ausencia, donde se ha vivido la complicidad y la negociación a la hora del intercambio de cromos el sábado a primera hora, las duchas compartidas en las pruebas con el bidón de agua que acarrea la organización para refrescar a los participantes, la noche de baile y fiesta del sábado, y las mangueras a discreción el domingo por la mañana en los cántaros (última prueba) y en la gala de entrega de premios.

Pero hay algo que se siente de una manera diferente, un himno propio de las olimpiadas que trajo consigo la charanga El Trompetón y que no puede faltar para levantar el ánimo. Es escuchar las primeras notas y todos los participantes, como en el flautista de Hamelín, se levantan para bailarlo. Es un fenómeno que solo ocurre en Añora, que solo puede vivirse en las Olimpiadas Rurales de Los Pedroches.

De aquellos 11 equipos que se presentaron a la primera edición de las Olimpiadas Rurales en 2008, hasta los 48 equipos de la actualidad han pasado miles de personas por esta experiencia. Con el pantone de colores casi agotado para que los 48 equipos tengan su propio color en las camisetas y la originalidad en los nombres de los equipos, se ha superado con creces el objetivo primigenio de esta competición, recuperar aquellos juegos tradicionales y sentirse orgulloso de vivir en el mundo rural.

Peinaovejas, Arrimaizos, Masmorcillas, Arpacas de Heno, Flip-Flop de Esparto, Al-Ballut, Verahilos, Tentemozos, Arcuceros, Tumbaliebres son algunos de los nombres de estos equipos que año tras año repiten, y que solo pueden entender aquellas personas de esta zona rural en la que estos palabros extraños tienen un significado común y compartido, propios del mundo rural que se ha traspasado a la juventud que hoy es protagonista de esta fiesta del deporte.

Un participante vuela en la carrera de sacos. Un participante vuela en la carrera de sacos.

Un participante vuela en la carrera de sacos. / Sánchez Ruiz

Difícil es apostar por el equipo ganador, nadie puede prever lo que pueda suceder en cada prueba, quien será el ganador del adoquín. El marcador va sumando puntos a cada prueba y durante el sábado siempre hay un baile de equipos en los primeros puestos, y hasta el domingo, la suerte está echada cuando las últimas pruebas del pingané, la comba, donde la agilidad y aguante son fundamentales para sumar saltos y no enredarse con la cuerda mientras el resto de equipos van cantando a coro el número de saltos que puntúan la prueba y el equilibrio con el cántaro decidirán al ganador final.

Este año parece que las competidoras femeninas están dando de qué hablar, pues el nivel en las pruebas y la rapidez en su conclusión están demostrando que ya no hay nada que las frene. El técnico de Deportes del Ayuntamiento de Añora, Sabino Luna, ha destacado esta circunstancia haciendo especial hincapié en pruebas como la de la cucaña, donde 36 de 48 mujeres han subido el palo de 10 metros instalado en el recinto ferial.

“Hace unos años apenas alguna mujer completaba la subida y ya este año no sólo que han subido 36 mujeres sino que se han batido todos los récords de tiempo –sólo nueve segundos la ganadora- y ha habido tres casos en los que la mujer ha subido más rápido que el varón de su equipo”, ha expresado Luna, quien ha recalcado que el carácter netamente deportivo de algunas pruebas de un componente muy físico y para las que hay que estar muy en forma.

“Las mujeres siempre han tenido mucha presión en esta prueba y ya han solventado claramente el nivel exigido”, ha concluido el técnico municipal. En la carrera de sacos de la calle Pedroche ocurrió algo similar. La velocidad de las mujeres se acerca ya mucho a las de las tandas en las que sólo participan hombres.

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