Medioambiente

La aldea cordobesa de Morente se rebela contra las megaplantas solares que ocuparán 840 campos de fútbol

La aldea cordobesa de Morente, desde la carretera de Pedro Abad.

La aldea cordobesa de Morente, desde la carretera de Pedro Abad. / Miguel Ángel Salas

La aldea cordobesa de Morente, un núcleo donde apenas viven 70 personas, acaba de lanzar un grito de auxilio. "Esto es la España vaciada. Hace unas décadas aquí vivían 400 personas, pero si las cuatro plantas solares proyectadas salen adelante, no va a quedar nadie", advierte Rafael López, portavoz de la asociación de vecinos de este pequeño núcleo perteneciente a Bujalance donde, en los últimos días, algunos agricultores están recibiendo atónitos "cartas de expropiación forzosa de sus tierras" porque los proyectos están siendo declarados de utilidad pública por parte de la Junta de Andalucía.

De salir adelante, las primeras placas quedarían a apenas 500 metros de las viviendas, asegura López. Los plantas llevan por nombre Guadalquivir 1, Guadalquivir 2, Guadalquivir 4 y Guadame Solar, y de construirse conformarían una "macroplanta" que se extendería por los términos municipales de Bujalance, Pedro Abad, El Carpio, Montoro y Córdoba, ocupando 619,72 hectáreas. Es el equivalente a la superficie de 840 campos de fútbol, comparan. A estos cuatro proyectos, los más próximos a Morente, se sumarían otros cuatro más en el término bujalanceño, que llevan por nombre Guadame Solar 1, 2, 3 y 4.

Son muchos los motivos esgrimidos por los vecinos para oponerse. El primero, la pérdida de terreno cultivable: "Ocupar tierras agrícolas para la energía fotovoltaica supone una pérdida del imprescindible y ya menguado potencial agrícola", advierten. Como efecto, acarreará "un incremento de las importaciones agrícolas y una mayor dependencia alimentaria a nivel global".

También advierten de efectos "perniciosos" sobre el patrimonio cultural, paisajístico -al entender que "el paisaje es la imagen del ecosistema" y "constituye la primera evidencia de la calidad ambiental y natural de un territorio"-, el turismo y, sobre todo, la biodiversidad

Y es que, advierte la Asociación de Vecinos de Morente, el núcleo poblacional y sus alrededores incluye áreas de "alto valor ambiental y ecológico". Por aquí pasa, por ejemplo, el arroyo del Asno, calificado como hábitat de interés comunitario por la existencia de olmedas mediterráneas. "Constituye un auténtico corredor verde para los mamíferos, entre los que destaca el lince ibérico", explican.

Ubicación de las plantas solares sobre el mapa. Ubicación de las plantas solares sobre el mapa.

Ubicación de las plantas solares sobre el mapa. / El Día

A esto se suma que las áreas agrícolas ampliamente abiertas o en mosaico del término se ubican cercanas a un área incluida dentro del ámbito de aplicación del plan de recuperación y conservación de aves esteparias. Aprobado por la Junta de Andalucía en el año 2011, contempla los tendidos eléctricos, los aerogeneradores y las instalaciones fotovoltaicas como algunas de sus "principales amenazas". Para los vecinos, además, la "cercanía inmediata" a la zona esteparia El Carpio-Córdoba "hace inviable" por sí misma la construcción de plantas solares sobre estos terrenos agrícolas, pues "actúan como limitante de los movimientos y dispersión de las aves", al tiempo que impiden la posibilidad de ampliar territorio.

En la zona es posible divisar el sisón, el cernícalo primilla o el águila culebrera. Mención aparte -advierten- merece el aguilucho cenizo, considerada una de las diez rapaces más amenazadas de Europa. El 50% de su población se encuentra en la Península Ibérica y, precisamente, los parajes de Las Flores y El Hierro, que serán ocupados por las plantas solares parcialmente, son lugares habituales de nidificación, como ya está demostrado.

Una "modificación brutal" del entorno

Un vecino contempla la finca de El Hierro. Un vecino contempla la finca de El Hierro.

Un vecino contempla la finca de El Hierro. / Miguel Ángel Salas

"El impacto será irreversible y modificará brutalmente nuestro entorno, nuestro paisaje y nuestro modo de vida rural, abriendo aún más la despoblación que sufre Morente y eliminando su potencial y despegue turístico", advierte Rafael López en nombre de todos los vecinos pues, asegura, en esta oposición van todos juntos. Y es que -lamentan- la macroplanta solar puede dar al traste con el repunte que está viviendo la aldea en los últimos dos años, cuando se han vendido 15 viviendas que se encontraban vacías después de dos décadas sin apenas transacciones inmobiliarias.

"Queremos conseguir una población estable en Morente, pero para ello necesitamos mantenernos como una pedanía de Bujalance rodeada de un mar de olivos y naturaleza, y no un lugar rodeado de un mar de placas solares que crearán islas de calor y nos harán perder identidad", denuncian.

Hace unos días, los vecinos se reunieron con la alcaldesa, la popular Elena Alba, para abordar la situación. Entre las medidas planteadas, han instado al Ayuntamiento a no tramitar ningún expediente de calificación de terrenos para la instalación de este tipo de industria. También han solicitado una "moratoria" hasta que se ejecute una ordenación del territorio que permita realizar estas instalaciones "de una forma ordenada y sin perjudicar la agricultura, el patrimonio y la naturaleza". Y, por último, solicitan una modificación puntual del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que regule de manera concreta la implantación de instalaciones de energías renovables. 

"Arrancarán 52.000 olivos"

Un tractor, en una de las calles de Morente. Un tractor, en una de las calles de Morente.

Un tractor, en una de las calles de Morente. / Miguel Ángel Salas

"Todo eso se perderá. Arrancarán 52.000 olivos", lamenta Antonio León, un maestro jubilado, mientras mira el horizonte de lomas redondeadas que rodea la pequeña localidad. Al fondo, como un vigía sobre una elevación plantada de colza, se divisa el cortijo El Hierro, afamado por sus tierras fértiles. "Todo eso se perderá. Será una ruina para el pueblo que, justo ahora, empieza a levantar la cabeza", reflexiona este vecino. Él se fue en 1981, cuando obtuvo una plaza de docente en Nueva Carteya, y regresó ya jubilado, porque al final "la tierra tira". "Y esta tierra es de olivos y de cereal", dice; detrás de él, sobre las lomas de El Hierro, planea una rapaz. "A veces se ven aguiluchos. Y cernícalos. Aquí hay de todo, pero no quedará nada. ¿Qué animal va a sobrevivir en mitad de una sartén?", se pregunta.

La llegada de las termosolares es la gran comidilla de los vecinos. Tras el mostrador del único bar del pueblo, La Tercia, atiende Manuel Amaya: "La gente aquí no quiere placas, porque se lo van a cargar todo", dice escueto, porque "no hay mucho más que decir". Unos hacen chistes con que para salir a la calle será necesario llevar siempre gafas de sol, y otros avisan de que los animales quedarán churruscados y el pueblo se derretirá, porque -como advierten los técnicos- la temperatura ambiente subirá. Aunque el asunto es "muy serio", concluye Amaya. Y cambia el semblante para recordar el dicho popular de que "en Morente hay más perros que gente".

"En los últimos dos años eso ha cambiado 100%. Han llegado vecinos nuevos que han transformado la aldea", dice Manuel Amaya. "Ahora vienen turistas, las casas rurales están llenas todos los fines de semana, la plaza del pueblo se anima y estamos recuperando muchas tradiciones. Este año hemos tenido hasta Cabalgata de Reyes. No queremos volver para atrás. ¿Quién va a querer venir aquí cuando todo sean placas solares?", reflexiona.

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