Toros

Manuel Román se consolida en Pozoblanco como firme promesa del toreo

Manuel Román, en Pozoblanco.

Manuel Román, en Pozoblanco. / Sánchez Ruiz

Tarde de vísperas de días grandes en Pozoblanco. Tarde de expectación al presentarse el novillero Manuel Román con picadores en la provincia de Córdoba tras su sonado debut en Linares a finales de febrero. Eso hizo que desde la capital se desplazaron numerosos aficionados, en autobuses fletados para la ocasión, lo que hizo que los tendidos presentasen una buena entrada. Detalle que es bueno para la fiesta. En el cartel, el nivel torero actuaba junto con los matadores El Fandi y Daniel Luque, quienes estoquearon toros y novillos de Alcurrucen.

Manuel Román no defraudó a sus numerosos partidarios y seguidores. El joven torero de Santa Marina trae frescura y eso hace que la expectación sea máxima. Su tauromaquia se mueve dentro del clasicismo y además tiene un conocimiento y puesta en escena que impacta en los tendidos. Para alguien de su edad, la concepción que tiene del toreo y cómo la desarrolla delante de las reses es una delicia, y como encima tiene una personalidad propia, hace que se vea como una firme promesa de la torería de cara al futuro.

Sus faenas tuvieron el factor común de lo ya comentado. Su clasicismo y desparpajo llegan rápido al público. Lástima los aceros. De haber estado fino con ellos de seguro el éxito hubiera sido más rotundo. Aun así sigue en su línea ascendente y tiene a una ciudad como Córdoba muy pendiente de él.

El Fandi acompañó a Román por la puerta grande. A estas alturas el torero de Granada no engaña a nadie. Nunca fue un estilista. Su toreo es el que es y es de sobra conocido por todos. Cuando está en movimiento es lucido y vistoso. Cuando hay que pararse, baja muchos enteros. Sus trasteos tuvieron un mismo denominador común. La entrega y la honradez profesional. A estas alturas de su carrera, no se le puede pedir nada más. ¿Que pudo estar mejor? Pues sí, pero como escribió José Zorrilla en su inmortal Tenorio: Como quien somos cumplimos.

Daniel Luque se estrelló con su primero. Un animal de embestidas irregulares y desordenadas. Aún así lo intento, pero poco pudo hacer. Lo mejor de su actuación vino en su segundo. Cuajó un trasteo de menos a más, a un toro al que fue haciendo poco a poco, ordenando sus embestidas con muy buen oficio. Destacaron dos series al natural plenas y rotundas. Terminó por enardecer al público con sus personales luquesinas. Antes de entrar a matar bordo nuevamente el toreo con la izquierda. Lástima el fallo con la espada, pues de haber viajado el acero de forma eficaz hubiera acompañado a El Fandi y Manuel Román por la puerta grande.

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