Historia

Exorcismos y rituales de magia negra, la huella de los primeros cristianos en Hispania

Representación de un enterramiento romano en Festum. Representación de un enterramiento romano en Festum.

Representación de un enterramiento romano en Festum. / Facebook Festum

Escrito por

· Ángel Robles

Redactor

Cómo eran los primeros cristianos de Hispania daría para varios monográficos: “Es una realidad mucho más desconocida de lo que la gente piensa y se mezclan aspectos muy interesantes, como la magia y rituales con influencias evidentes de Oriente”, explica el doctor en Arqueología Jerónimo Sánchez, uno de los invitados en Festum, las Jornadas Iberorromanas de Almedinilla, que este año se centran en la peste cipriana. Los expertos sitúan a finales del siglo III la presencia de los primeros cristianos en Córdoba, aunque para hallar constancia arqueológica hay que esperar al siglo IV y sobre todo al V, cuando se detectan influencias “muy claras” del cristianismo del Norte de África, donde precisamente san Cipriano ejerció como obispo.

La basílica paleocristiana de Coracho, en Lucena, es el gran referente de los primeros cristianos no solo en la provincia, sino en el conjunto de Hispania, invita a descubrir el experto. La iglesia de planta basilical, asociada a una necrópolis, tiene una cronología de entre los siglos IV al VII y su origen se remonta a los primeros momentos de legalización imperial del cristianismo en la época de Constantino. En Córdoba capital, los mejores restos arqueológicos del momento se ubican en la calle Lucano: en los sótanos de lo que ahora es el centro de salud y la discoteca Sojo Ribera se conservan interesantes restos de enterramientos del primer cristianismo.

Aunque el doctor Jerónimo Sánchez apunta a una práctica mucho más sorprendente: la destrucción de esculturas paganas en manos de los primeros cristianos, que sometían a las efigies de dioses antiguos a procesos de “exorcismo”. “Es una violencia religiosa que ejercían los monjes”, profundiza. En la provincia de Córdoba, desvela, hay varios ejemplos “interesantísimos” de esto, como el famoso Mitra de Cabra, que se expone en el Arqueológico de Córdoba. “La meten al revés en una piscina, igual que al Hypnos de Almedinilla. Son decenas las esculturas romanas que sufren este proceso. Les daban la vuelta, las destruían, les amputaban los miembros y las dejaban en el fondo de piscinas como símbolo de la profundidad del mar y del olvido eterno”, explica.

La excepcional amazona de Écija corre la misma suerte, y en Córdoba capital, en la calle Duque de Hornachuelos, donde se desenterraron unas termas, “toda la piscina estaba repleta de esculturas sometidas a violencia”, explica.

También hay ejemplos de magia negra cristiana romana, como la tabella defixionis o tablilla de maldición que se conserva en el Museo de Priego de Córdoba, una “pieza magnífica”. A grandes rasgos, se trata de tablillas de plomo que se enrollan con maldiciones y se las introduce en la boca del muerto para que el mensaje llegue a los dioses. “En la de Priego de Córdoba, en lugar de invocar a los dioses romanos se llama a Santo Tomás y a Santa Susana”, explica el doctor, que ve en esta práctica “un total sincretismo entre el mundo cristiano y el romano”.

“Porque, en realidad, a lo que asistimos es a los comportamientos del mundo romano, pero con una especie de barniz de religiosidad cristiana. A las festividades, por ejemplo, se les cambia el nombre en una clara transmutación”, incide Jerónimo Sánchez. Entre el momento en que el emperador Constantino admite el cristianismo hasta Teodosio I, que es hispano y la declara como única religión oficial del Imperio, apenas pasan 80 años, que es lo mismo que duró la Unión Soviética, compara. Se pasa de un estado pagano al cristianismo sin apenas proceso de conversión masiva de gente, es una “cuestión institucional”, lo resume.

Esto coincide con un profundo proceso de transformación de la estructura imperial: “Cuando empiezan las grandes crisis del siglo III, los encargados de organizar y gestionar las ciudades son los obispos, que asumen la categoría de funcionarios imperiales. El estado desaparece y no sirve más que para depredar la riqueza de los territorios. Los obispos son quienes lideran los movimientos locales, y de ahí surge la importancia del cristianismo urbano”, explica.

Es una religión primigenia que los cristianos actuales tendrían dificultades para identificar. Ocurre, por ejemplo, con el ritual del bautismo: “En aquella época era extraordinario y excepcional, cuando ahora es predominante. En ese momento histórico, los bautismos se hacían entre los 10 y los 14 años, tras llevar el niño una vida de catecúmeno, de instrucción, algo similar a la primera comunión, que antes se hacía justo después del bautismo”, profundiza.  

El experto también revisa las llamadas “persecuciones” por parte de Roma, de las que tanto se ha hablado. “Ha habido una magnificación. Ni fueron tan enormes ni tan grandes ni tan masivas. De hecho, prácticamente no hay constancia de persecuciones a cristianos en Hispania salvo las de Diocleciano y Decio. En Roma no hay una persecución de la religiosidad, había bastante flexibilidad”, recuerda.

E interpreta: “Lo que hay detrás de muchos de estos martirios es un intento consciente de ser martirizados, una especie de automartirio, de forzar las cosas y de que el Estado intervenga. No era un problema religioso, sino de subversión total contra un Imperio que está cayendo. Se ve muy bien en el caso de santa Justa y santa Rufina, las patronas de Sevilla. Las niñas habían tirado una escultura durante una procesión… ¿Qué ocurriría ahora si se produce algo así?”, anima a reflexionar.

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