Tribuna

Juan Ramón medina precioso

Catedrático de Genética

El aborto y la subrogación

Para Cs vale lo de "nosotras parimos, nosotras decidimos", tanto para abortar como para engendrar y tanto en España como en el extranjero. Coherente.

El aborto y la subrogación El aborto y la subrogación

El aborto y la subrogación / rosell

El hecho de que Ana Obregón haya alquilado la capacidad reproductiva de una anónima mujer para que generase una niña y se la cediese ha vuelto a poner de actualidad el debate sobre la gestación subrogada. En nombre de Podemos y del PSOE, las ministras Montero han declarado que se oponen a la subrogación porque implica una "violencia contra la mujer". Esa opinión no deja de tener su gracia cuando se recuerda que ambas ministras, y ambas formaciones políticas, son firmes partidarias del aborto. Al parecer, que una mujer engendre un embrión para cederlo es una forma inadmisible de violencia, pero que esa misma mujer mate al embrión que lleva en su útero no es en absoluto violento. En resumen, generar vida es violencia; liquidar vida no es violento.

Otro enfoque posible del debate entre aborto y subrogación es el de la libertad de la mujer. En este caso una línea de pensamiento sostiene que abortar constituye un ejercicio de libertad por parte de la mujer. Su grito de guerra es bien conocido: ¡Nosotras parimos; nosotras decidimos! (decidimos abortar, se sobreentiende). Si, en vez de abortar, la mujer decide seguir adelante con su aborto para donar al recién nacido, entonces no es un acto de libertad, sino de esclavitud. De nuevo, la paradoja. La decisión de abortar es el paradigma de la libertad femenina; la de engendrar para ceder, un acto de sumisión.

Y, en tercer lugar, está la faceta internacional del debate entre el aborto y la subrogación. Los abortistas, muy solidarios, siempre han dicho que prohibir el aborto en España es del todo hipócrita, pues la interesada siempre podrá abortar en el extranjero, en Inglaterra, por ejemplo. La cosa adquiere ahora un tinte clasista: las españolas sin recursos se verían abocadas a abortar en la clandestinidad y sin las suficientes garantías sanitarias, pero las adineradas lo harían con todas las garantías en alguna buena clínica extranjera. Ese argumento es perfectamente coherente, solo que no lo aplican a la subrogación. En este caso las parejas españolas menos pudientes se ven obligadas a adquirir su niño en la clandestinidad y cometiendo alguna clase de falsedad documental. Si pillan a los implicados se arriesgan a acabar en la cárcel y el niño en manos del Estado. De hecho, acaba de ocurrir en el extremeño pueblo de Don Benito. En cambio, las españolas opulentas pueden irse a Portugal o Miami y allí adquirir su gestación subrogada sin ningún riesgo legal y siendo portada del Hola. En suma, la mujer que cometa gestación subrogada en Extremadura, al trullo; la que la cometa en Miami, al Hola.

En este asunto solo conozco dos posturas coherentes. Una es la de la Iglesia católica y otras formaciones cristianas, como las evangélicas. Los cristianos se oponen tanto al aborto indiscriminado, por considerarlo un homicidio (el embrión sería un cadáver diminuto), como a la gestación subrogada, por considerarla un tráfico de seres humanos. Esa opinión cristiana no comete la injusticia de aplicar un baremo al aborto y otro distinto a la subrogación. En ambos, la dignidad de la persona en primer lugar.

La otra postura coherente es la del partido Ciudadanos (Cs). Los miembros (cada vez más escasos) de Cs están a favor del aborto y de la subrogación. Lógico: en ambos casos se trataría de un ejercicio de libertad de la mujer y se ponen en igualdad de condiciones a las operaciones en España y en el extranjero. En suma, para Cs vale lo de "nosotras parimos, nosotras decidimos", tanto para abortar como para engendrar y tanto en España como en el extranjero. Coherente.

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